El coste de la vivienda, la componente más importante del IPC de EEUU, puede escalar hasta tasas de 4,5% anual en la próxima primavera, y tomar el relevo de energía y alimentos

Vivienda nueva en EEUU

Intermoney | La inflación en EEUU aceleró ligeramente hasta 5,4% a. en septiembre mientras que permaneció estable en el 4,0% a. a nivel subyacente, dando lugar a unas cifras que no generaban grandes sorpresas. Sin embargo, lo importante del IPC estadounidense radicaba en su composición, la cual da motivos para esperar una senda de enfriamiento mucho más progresiva y prolongada en el tiempo de lo que todavía cotiza el mercado. En este sentido, cabe recordar que el consenso de Bloomberg sitúa el IPC estadounidenses en el 3,0% a. en el 2tr22 y el 2,3% a. en el 3tr22.

En los próximos meses y, en especial, en la primera mitad de 2022, los efectos del importante repunte de los precios de los hidrocarburos deberían transmitirse con mayor intensidad a los alimentos. Por el momento, en septiembre, los citados alimentos se encarecían un 4,5% a. en EEUU y estrechaban la brecha en relación con el repunte del 24,8% a. de la energía (carburantes +42,1% a.), si bien cabe esperar que sus mayores alzas estén por llegar al recoger con retraso el encarecimiento de los abonos, fertilizantes, costes de transporte, transformación, empaquetado. A la postre, en distintas formas, el sector agroalimentario incorpora una importante componente de hidrocarburos en sus procesos y estamos ante una partida que pesa cerca de un 15% en el IPC de EEUU.

 No obstante, el carácter volátil de los precios de los alimentos, especialmente de los frescos, junto a la vinculación mayor de lo percibido con las fluctuaciones de los hidrocarburos, puede llevar a que se menosprecie la importancia de su impacto en la inflación. A la postre, resulta fácil el hecho de justificar que el efecto base también acabará por llegar a los consabidos alimentos, como también lo hará a la energía en EEUU y otros lugares. Ahora bien, no debe fiarse todo a ciertos efectos de base, porque, en primera instancia, serán menos intensos de lo esperado. En el caso de la energía, esto se debe a que estamos ante un mercado global golpeado por una demanda efervescente a la sombra de unos productores que han conseguido que la oferta de gas y petróleo sea la piedra angular para fijar sus precios. El citado poder de los productores para fijar los precios hace que lo prudente sea trabajar con un escenario de precios del petróleo ligeramente al alza en los próximos trimestres o, en el peor de los casos, estables.

Sin embargo, la clave en la inflación de EEUU no se encuentra tanto en las componentes más volátiles como en la constante evolución al alza de las partidas que hacen mención del coste de la vivienda. En el caso de la imputación de rentas de la vivienda en propiedad (OER renta equivalente del propietario), partida con un peso del 23,56% en el IPC estadounidense, ésta continuaba acelerando al pasar de 2,6% a. en agosto a 2,9% en septiembre y cabe esperar que sus alzas tomen fuerza en los próximos meses. Los precios de la vivienda en EEUU se encuentran desbocados y, por ejemplo, si nos dejamos guiar por el indicador Case-Shiller éstos aumentaron a un ritmo del 19,95% a. en julio. Esto implica que la vivienda es cada vez menos accesible y esto desviará demanda hacia el mercado del alquiler, encareciendo sus precios. Un hecho que cobra su importancia porque para calcular el coste imputado de la vivienda en propiedad, se les pregunta a los estadounidenses por cuánto creen que podría alquilar su vivienda sin amueblar.

Luego, preparémonos para que la componente más importante del PIB de EEUU pueda escalar hasta tasas de 4,5% a. en la próxima primavera y neutralice buena parte de los efectos de base de la energía y los automóviles usados en el IPC estadounidense, los cuales experimentaban su segundo descenso mensual consecutivo (-0,7% m.).  Antes de dejar la cuestión del coste de la vivienda en EEUU, debemos tener en cuenta que estamos ante una componente cuyos datos se recopilan semestralmente y esto implica que cierta información se conocerá con retraso, al tiempo que debe sumarse el peso del 7,6% de la partida de los alquileres que, en línea con lo expuesto, también evolucionará al alza.

En otras palabras, el coste de la vivienda, con un peso cercano a un tercio del IPC de EEUU, cogerá el relevo de la energía y los alimentos y limitará el enfriamiento de la inflación estadounidense. Ahora bien, la pregunta estriba en si el mercado también acabará por relativizar esta situación al vincularse, indirectamente, a la inflación de un activo como es la vivienda. En nuestra opinión, la continuidad en el tiempo de tasas de inflación mayores de lo acostumbrado acabará por minar la confianza en que los avances de los precios retornarán a su senda preCOVID con cierta prontitud y esto generará ruido en los mercados. Ahora bien, los elementos clave del escenario de fondo no han cambiado y las tasas extraordinarias del avance de la demanda acabarán por abatirse en un futuro, aunque más lejano, al tiempo que la oferta volverá a estar convenientemente engrasada.