Acciones de crecimiento: del auge a la quiebra

Frank Schwarz (MainFirst) | Tras un 2022 excepcionalmente débil, la mayoría de los inversores pueden ser un poco escépticos en cuanto a los valores de crecimiento. Algunos incluso comparan la situación actual con la burbuja de las puntocom de hace 20 años. Muchas empresas que se quejaban de la escasez de especialistas informáticos al principio de la pandemia están ahora recortando puestos de trabajo. Por ejemplo, muchas de las plataformas tecnológicas han anunciado despidos, entre ellos 10.000 en Microsoft, 12.000 en Alphabet y 18.000 en Amazon. Teniendo en cuenta que estas tres empresas generaron ingresos récord el año pasado, estas medidas pueden interpretarse como una señal de un entorno más débil por venir. Pero, ¿son realmente tan nefastas las perspectivas de crecimiento o estamos asistiendo al ejemplo perfecto de un ciclo del cerdo que ofrece grandes oportunidades para los inversores en estos momentos? Para poder formar una opinión, primero tenemos que situar la situación en el contexto histórico.

Es probable que lo que hemos vivido desde el comienzo de la pandemia se siga debatiendo en los círculos empresariales durante muchos años. ¿Cómo afrontaron los distintos modelos empresariales los retos de los confinamientos y los problemas de la cadena de suministro? ¿Qué procesos serán necesarios en el futuro para afrontar mejor este tipo de crisis? Sin embargo, inmediatamente después, algunos sectores parecen estar sufriendo una especie de resaca. Por ejemplo, los fabricantes de ordenadores informan de caídas de dos dígitos en sus ingresos tras el boom de 2020/2021. El líder del mercado, Lenovo, por ejemplo, facturó un 24% menos en el cuarto trimestre. Varias empresas de semiconductores también informan de descensos en sus ingresos últimamente, ya que la escasez de suministro de los últimos años parece haberse resuelto y, por tanto, el precio de un chip DRAM estándar de 8 Gb (Bloomberg ISPPDR37 Index), a 1,80 USD, se sitúa en torno a un 50% por debajo del nivel del año anterior.

Sin embargo, es importante señalar que la competencia de precios se ha intensificado, especialmente en relación con los chips de memoria para electrónica de consumo (smartphones, portátiles, etc.). Por ello, el ánimo de empresas como Samsung, SK Hynix y Micron Electronic está por los suelos. Intel incluso registró pérdidas netas el trimestre pasado. Como era de esperar, las empresas están anunciando recortes en las inversiones previstas, un requisito básico para estabilizar la situación de la oferta y la demanda.

En cambio, parece que sigue habiendo plazos de entrega considerables para las soluciones de semiconductores destinadas a la industria automovilística. Esto refleja la creciente demanda de vehículos eléctricos, que requieren muchos más semiconductores en comparación con los vehículos con motor de combustión, como por ejemplo, MOSFET para la gestión de baterías. Para ellos, la situación dista mucho de ser desesperada.

UNA NUEVA ERA

Por otro lado, en el subsegmento de los microprocesadores es evidente el actual sentimiento positivo de las empresas dedicadas a la producción de semiconductores de alto rendimiento. Sólo recientemente los incentivos introducidos por la ley estadounidense CHIPS and Science Act para financiar la producción nacional de microprocesadores han provocado una avalancha de anuncios de inversión en nuevas instalaciones de chips. Las empresas que disponen del equipamiento necesario para fabricar los chips más avanzados están experimentando un auge incesante de pedidos. En particular, las máquinas EUV de la empresa holandesa ASML, capaces de fabricar chips de menos de 10 nm, están reservadas desde hace años. La cartera de pedidos de ASML asciende actualmente a 60.000 millones de euros.

Sin embargo, hay innumerables ejemplos de inversiones realizadas por motivos puramente proteccionistas que no crean un valor sostenible. Esto plantea la cuestión de si existe la demanda necesaria para los chips financiados por la ley CHIPS and Science Act y si las inversiones previstas cubrirán realmente los costes de capital. Desde el punto de vista de la política económica, no debería tratarse tanto de crear puestos de trabajo en un sector en crecimiento como de reducir la dependencia de los proveedores asiáticos.

Desde MainFirst esperamos que el desarrollo tecnológico entre de nuevo en una nueva era, independientemente de la financiación política. La inteligencia artificial debería desencadenar el próximo salto cuántico en términos de megatendencia de digitalización. Esta teoría se ve respaldada en estos momentos por el número de usuarios que se registran en ChatGPT. Si los chatbots basados en la inteligencia artificial con sus algoritmos de autoaprendizaje se convierten en estándar, se requerirá una cantidad asombrosa de potencia de cálculo. Por tanto, la demanda de procesadores de alto rendimiento podría aumentar.

LA CARRERA POR EL SUMINISTRO DE SUPERORDENADORES

Para los modelos de aprendizaje basados en inteligencia artificial, las unidades de procesamiento gráfico (GPUs por sus siglas en inglés) proporcionan la potencia de cálculo necesaria, ya que están especialmente diseñadas para realizar múltiples cálculos en paralelo. El claro líder del mercado de GPUs reconoció pronto el crecimiento exponencial de la potencia de cálculo que conllevan las aplicaciones de aprendizaje automático y se posicionó con soluciones de productos dedicados. Según Top500.org, Nvidia suministra los procesadores de 361 de los 500 superordenadores más potentes del mundo. La evolución de las áreas de aplicación desde el aprendizaje automático tradicional, pasando por el aprendizaje profundo, hasta la inferencia (hacer predicciones a partir de un modelo entrenado) requiere procesar cada vez más parámetros en un modelo al mismo tiempo. La última versión de ChatGPT disponible de forma gratuita, GPT-3, requiere más de 1.000 veces la capacidad de rendimiento del hardware en comparación con la primera versión de 2018. Normalmente, la velocidad de cálculo se mide en petaflops, lo que corresponde a un cuatrillón (10^15) de operaciones en coma flotante por segundo.