Fortuna SFP | Trump está instaurando un auténtico capitalismo de Estado en Estados Unidos, con el foco contra el el banco central. Los días están contados para Powell. Trump ha renunciado a despedirle antes de que termine su mandato, pero está preparando activamente su sustitución. E incluso tiene previsto anunciar quién será el futuro presidente de la Fed antes de que termine el mandato de Powell en mayo. Para «ganar tiempo». Lisa Cook, gobernadora de la Reserva Federal, ha tenido menos suerte. Trump la ha despedido con efecto inmediato por falta grave (un supuesto fraude en un solicitud de crédito hipotecario), pero Lisa Cook rechaza la decisión y declara que un presidente no puede hacer eso.
El ataque de Trump contra las instituciones del país, y en particular contra la Fed, continúa. ¿El objetivo? Tipos al 1%. El objetivo de Trump es claro. Tomar indirectamente el control del Banco Central estadounidense para favorecer el crecimiento mediante una drástica bajada de los tipos de interés.
Para José Manuel Marín Cebrián, economista y fundador de Fortuna SFP, Trump está demostrando que gestionar un país como se gestiona una empresa, con objetivos claros, medidas firmes y decisiones a largo plazo, puede ser una fórmula disruptiva pero efectiva.
«En el contexto político actual, donde la mayoría de los líderes carecen de experiencia en el ámbito empresarial o incluso en la vida profesional fuera del engranaje estatal, Donald Trump representa una excepción rotunda. A diferencia del político tradicional, Trump llega al poder con un historial probado de éxito empresarial, lo que le ha permitido adoptar una visión más gerencial —e incluso agresiva— en la gestión del gobierno de los Estados Unidos”, apunta Marín Cebrián.
«Su visión de Make America Great Again no es sólo un eslogan, es una hoja de ruta económica que, guste o no, está basada en fundamentos de eficiencia, crecimiento y soberanía energética. Más allá de sus formas, de sus comentarios controvertidos o de su estilo personal, que sin duda puede no ser el más diplomático, hay un empresario que entiende el valor de los recursos, conoce la lógica del poder y ha asumido el reto de dirigir la mayor potencia del mundo como lo haría con una gran corporación: con determinación, estrategia y objetivos medibles”, añade.
El fundador de Fortuna SFP resume el plan estratégico del gobierno estadounidense en los siguientes puntos:
1. Un enfoque no convencional: el empresario al mando
Trump no actúa para agradar a las masas con promesas populistas. No busca perpetuarse en el poder a base de contentar a su base electoral. Su enfoque ha sido directo y pragmático: heredó un país con un nivel de endeudamiento que supera el 117% del PIB y con un déficit fiscal del 6%, cifras que en el mundo empresarial serían señal de una empresa en crisis.
De hecho, cuando las cosas se pusieron realmente feas en Europa con la crisis del euro, y fue necesario rescatar a países como Grecia, la respuesta no fue poner más políticos al mando, sino tecnócratas y economistas con experiencia en gestión: perfiles alejados del politiqueo tradicional que entendían la urgencia de aplicar reformas estructurales profundas. Eso mismo ha hecho Trump en EE.UU., trasladando su lógica empresarial a la primera potencia del mundo.
Su respuesta fue clara y concisa: un plan 3-3-3.
· Crecimiento del PIB al 3%
· Déficit reducido al 3%
· Incremento en 3 millones de barriles diarios en producción petrolera
Todo ello bajo un horizonte de estabilización financiera
2. Medidas impopulares con visión a largo plazo
Como ya lo hiciera Margaret Thatcher en su día, Trump entiende que las decisiones difíciles y en ocasiones impopulares son necesarias para reformar estructuras ineficientes. Su Gabinete de Eficiencia Gubernamental actúa como un equipo de reestructuración empresarial: tijera en mano, eliminando duplicidades, gastos superfluos y aplicando la lógica privada al aparato público.
A su vez, ha incrementado los ingresos del Estado mediante una política arancelaria estratégica. Y más allá de la polémica, ha entendido cómo la inestabilidad geopolítica puede ser usada como herramienta: al generar incertidumbre, aumenta la demanda de bonos del Tesoro estadounidense, lo que hace caer su rentabilidad (TIR) y abarata el coste de financiación de una deuda de más de 36 billones de dólares.
3. Recuperar el crecimiento económico con sello Made in USA
Para cumplir con su objetivo de crecimiento económico al 3%, Trump ha implementado una batería de medidas clásicamente promercado:
· Reducción de impuestos
· Desregulación de sectores estratégicos
· Incentivos para consumir productos fabricados en EE.UU.
Con estas acciones busca cambiar el paradigma del consumo: que el ciudadano prefiera lo nacional frente a las importaciones, impulsando la industria local y fortaleciendo el tejido productivo estadounidense.
4. Energía: clave para la autosuficiencia y el liderazgo global
Estados Unidos ya es el mayor productor de petróleo del mundo, superando el 20% de la producción global. Bajo el mandato de Trump, se han sentado las bases para aumentar en 3 millones de barriles diarios esta producción, reforzando la independencia energética y posicionando a EE.UU. como líder indiscutible frente a potencias como Rusia y Arabia Saudí.
Además, potenciar la industria nacional dependiente de hidrocarburos no sólo genera empleo, sino que refuerza la competitividad global de EE.UU. en sectores clave como transporte, manufactura y petroquímica.
5. Guerra fría monetaria: China, Rusia y el nuevo orden desdolarizado
No se puede entender la estrategia de Trump sin ver el contexto internacional en el que actúa. Desde hace años, Estados Unidos libra una auténtica guerra fría económica y monetaria con China, que junto a Rusia y otros aliados estratégicos, busca romper la hegemonía del dólar y establecer un nuevo orden financiero internacional.
China ha sido el principal comprador de oro en los últimos años, acumulando reservas silenciosamente. Ese oro no es solo un activo de reserva: se está usando como divisa alternativa al dólar para comprar petróleo barato a Rusia, eludiendo sanciones y fortaleciendo un bloque económico paralelo.
Este intento de desdolarización es un desafío directo a la supremacía global de EEUU, y Trump ha sido uno de los pocos líderes que ha comprendido la profundidad de esta amenaza. Su política de “America First” no es solo económica o comercial, también es una reacción defensiva frente a un mundo que busca reemplazar el rol dominante de EE.UU. en el comercio, la energía y el sistema monetario global.