Situación España: las perspectivas son positivas gracias a la capacidad de generación de empleo, aunque persisten desafíos estructurales relevantes

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BBVA Research | El crecimiento del PIB se situará en el 2,9% en 2025 (0,1 pp menos de lo previsto en octubre), mientras que en 2026 y 2027 se espera que la expansión continúe con avances del 2,4% (0,1 pp más que en octubre) y 2%, respectivamente.

El contexto actual es el de un crecimiento relativamente elevado, cada vez más dependiente de la demanda interna y de la creación de empleo, aunque con un escaso avance de la productividad y de los salarios reales. El PIB podría aumentar un 0,7 % trimestral en el 4T25, por encima de lo observado en el 3T25, con una composición de la demanda más equilibrada.

Hacia adelante, las exportaciones de servicios aún disponen de espacio para crecer por encima del PIB. La fuerza de trabajo seguirá aumentando, en parte gracias a la inmigración, lo que permitirá que se creen alrededor de 480.000 puestos de trabajo en promedio anual durante los próximos dos años. El coste del combustible permanecerá en niveles bajos respecto a lo observado hace un par de años y el de la electricidad se mantendrá por debajo del que enfrentarán otros países de la eurozona. La progresiva mejora de la renta disponible de los hogares apoyará la recuperación del consumo privado. La política monetaria seguirá siendo expansiva favoreciendo, particularmente, la compra de bienes duraderos y la inversión. La aceleración de la ejecución de los fondos ligados al Mecanismo de Recuperación y Resiliencia (MRR) y el incremento en el gasto en defensa apoyarán el avance de la demanda interna.

La desaceleración de la actividad continuará derivada del agotamiento de la contribución al crecimiento del turismo extranjero, de las dificultades que siguen afrontando las exportaciones de bienes y de una política fiscal que se volverá contractiva a partir del segundo semestre de 2026, en parte por el agotamiento de los fondos asociados al MRR.

En resumen, las perspectivas son positivas, gracias en buena parte a la capacidad de generación de empleo que muestra la economía española, aunque persisten desafíos estructurales relevantes, como el estancamiento prolongado de las exportaciones de bienes; la necesidad de aumentar la inversión en sectores clave para asegurar la provisión de electricidad y vivienda a precios asequibles; la escasez y el uso ineficiente de la mano de obra, la elevada tasa de paro, la sostenibilidad de los flujos migratorios; la consolidación del reciente aumento en la productividad total de los factores aprovechando la inteligencia artificial y una ambiciosa senda fiscal.

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