Intermoney | Atendiendo a lo que nos ofrecía el ISM de servicios en la economía americana, el subíndice de
Empleo nos ofrecía la misma idea, y se contrajo un ritmo más intenso en junio (46,1 pts frente 47,1 ant.). La caída en el empleo lo vimos en sectores como el comercio minorista, hostelería, ocio y servicios educativos. Este deterioro del indicador de empleo, junto con una actividad empresarial notablemente inferior y una contracción de los nuevos pedidos explicaban que la nota general del ISM descendiera de forma notoria hasta los 48,8 pts (frente 53,8 ant.) y es el peor resultado desde hace cuatro años, cuando aún estábamos en medio de la pandemia. En nuestros esquemas esperábamos que el ISM perdiera algo de impulso, y es que las encuestas regionales de la Fed apuntaban también en el camino de una mayor desaceleración en la actividad pero esta ha sido bastante más intensa de lo que esperábamos, puesto que preveíamos que aún se mantuviera en territorio expansivo.
La caída en los nuevos pedidos a niveles contractivos no es algo baladí, puesto que, hasta ahora, esta sólo había entrado en contracción una vez desde mayo de 2020. Y es que la demanda retrocedía claramente, pasando de 54,1 pts en mayo a 47,3. Si ya en mayo, el porcentaje que respondía haber recibido nuevos pedidos pasó de un 10% a un 18,4%, en junio este volvía a incrementarse hasta el 20,4% de las respuestas aunque la cuestión es que este descenso estaba focalizado en unas pocas industrias, donde destacaba el sector inmobiliario como alquiler. Y el enfriamiento de la demanda también dejaba notarse en una actividad que caía con fuerza desde los 61,2 pts en mayo hasta situarse en terreno contractivo en junio (49,6). Aquí, el porcentaje de los que esgrimieron una menor actividad se triplicaba desde el 7% de mayo al 21,1%.