Los aranceles se han generalizado pero su efecto acumulado suele traducirse en precios más altos para los estadounidenses

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MFS Investment Management | Si bien el expresidente Trump acometió la aplicación más extensiva de aranceles desde la década de 1930, su sucesor, el presidente Joe Biden, los mantuvo en vigor y, por lo que respecta a China, incluso los amplió. Cabe prever que un segundo mandato de Trump vaya acompañado de un mayor uso de los impuestos a la importación para proteger la industria nacional y que los utilice como herramienta de política exterior por la amenaza que suponen.

A buen seguro, la vicepresidenta Harris mantendría vigentes los aranceles existentes sobre las mercancías chinas, pero podría estar menos inclinada a imponérselos a socios comerciales clave como la Unión Europea, Canadá y México.

Trump ha propuesto un arancel del 60% sobre todas las importaciones procedentes de China y un gravamen de hasta el 20% a los bienes importados de cualquier otro país. Harris ha sido menos específica por lo que respecta a los tributos aduaneros, pero se prevé que mantendrá los impuestos existentes sobre las importaciones chinas, en consonancia con la política del Gobierno de Biden. Desde la entrada en vigor de los aranceles al comienzo del primer mandato de Trump, numerosas empresas del sector del consumo cíclico han diversificado sus bases de producción marchándose de China e instalándose en otros países asiáticos y en México. No obstante, la subida de los impuestos sobre los bienes procedentes de China seguirá suponiendo un freno para el crecimiento económico.

Hace décadas, los aranceles se utilizaban para proporcionar al Gobierno federal ingresos que necesitaba y para proteger la industria y los puestos de trabajo del país. Actualmente, los defensores de estos tributos también consideran necesario proteger la propiedad intelectual estadounidense. Con independencia de su justificación y su eficacia histórica, la imposición de aranceles en el actual entorno de comercio mundial probablemente seguirá topándose, en represalia, con la aplicación de impuestos por parte de los países afectados, lo que perjudicará al comercio internacional y podría incrementar los costes para los consumidores a largo plazo.

Los aranceles pueden resultar eficaces en casos específicos, pero su efecto acumulado suele traducirse en precios más altos para los estadounidenses, un menor crecimiento económico y un recrudecimiento de las tensiones geopolíticas. Por último, en los últimos 100 años, el Congreso ha ido cediendo cada vez más poder respecto de los tributos aduaneros a la rama ejecutiva, y cabría esperar que los candidatos saquen partido de esta autoridad para llevar a cabo sus programas respectivos.