El covid vuelve a dar que hablar

covid_china_shanghai

Intermoney | El final de 2022 está siendo igual que como empezó. Es decir, con los focos puestos en la pandemia y la evolución del COVID-19 principalmente en China. El gigante asiático afronta su peor brote de coronavirus, que ha coincidido con el abandono de su estricta política de “COVID cero”, lo que se ha traducido en millones de contagios diarios y unos servicios sanitarios tensionados hasta límites difícilmente soportables.

Aunque la opacidad ha sido una constante desde que el virus irrumpió a finales de 2019 en la ciudad de Wuhan, el Gobierno chino ha llevado ahora el apagón informativo hasta el extremo. Por ejemplo, las autoridades no publicarán el informe diario en el que, desde principios de 2020, detallaba los nuevos casos de COVID-19 y fallecimientos por la enfermedad, en lo que parece una maniobra para sortear las dudas de la población ante unas cifras oficiales que claramente infrarrepresentan la dimensión de la crisis sanitaria.

El último parte oficial publicado antes del apagón informativo señalaba 4.128 nuevas infecciones y ninguna muerte, situando la suma de contagios sintomáticos desde el inicio de la pandemia en casi 400.000 y la de fallecimientos, en 5.241. Una fotografía muy alejada de la situación real, ya que, según estimaciones de la consultora británica Airfinity, alrededor de 5.000 personas estarían falleciendo a diario en China a causa de la COVID-19.

La verdadera cifra de nuevos contagios diarios podría haber alcanzado los 37 millones, según Bloomberg, que cita la supuesta acta de una reunión de la Comisión Nacional de Sanidad china. Solo entre el 1 y el 20 de diciembre, tras el abandono de las severas restricciones, se habrían infectado unos 248 millones de personas, es decir, el 18% de la población nacional. En ese tiempo, las autoridades sanitarias chinas únicamente reconocieron de manera oficial algo más de 58.000 contagios.

La escasa cobertura vacunal entre los más vulnerables está contribuyendo de manera significativa a esta crisis sin precedentes en el país asiático en medio de la desconfianza generalizada hacia las vacunas chinas, especialmente en lo relativo a su baja eficacia. El Gobierno de Pekín no permite la importación de vacunas de ARN mensajero procedentes de las farmacéuticas de Estados Unidos y Europa, como Moderna o Pfizer/BioNTech, y obliga a sus ciudadanos a inmunizarse con las que se han desarrollado en sus laboratorios: Sinovac, Sinopharm y CanSino.

Esto se produce justo cuando el Gobierno de Pekín ha anunciado que a partir del próximo 8 de enero reabrirá sus fronteras y eliminará la necesidad de cuarentena. La Comisión Nacional Sanitaria ha declarado que la COVID-19 deja de ser una enfermedad de categoría A para convertirse en una de categoría B, que contempla un control más laxo e implica la reapertura del país.

Sin embargo, ahora son los demás países los que miran con desconfianza al gigante asiático.

Numerosos gobiernos, como el de Estados Unidos, Japón o el de Filipinas, ya han anunciado que reforzarán los controles fronterizos para viajeros procedentes de China. En este aspecto, Europa no es una excepción pues la Comisión Europea convocaba al Comité de Seguridad Sanitaria para evaluar posibles medidas coordinadas ante el auge de casos de coronavirus en China al haberse levantado las medidas más restrictivas, después de que Italia anunciase restricciones para los viajeros procedentes de ese país.

Los temores hacia los fuertes rebrotes chinos y la posibilidad de que sean extensible a Europa están dejándose notar en los selectivos. El descontrol del COVID genera dudas, pero aunque en un primer momento el rojo fue el color predominante en la sesión de hoy, el verde de las subidas se ha abierto paso después de una apertura alcista en Estados Unidos. El dato de peticiones semanales de desempleo empeoraba respecto a la semana anterior (de 216.000 a 225.000). Esto da esperanzas a aquellos que esperan que la Reserva Federal se muestre menos severa con los tipos de interés. Tras el dato estadounidense, el Ibex y sus pares europeos cotizaban en positivo con el Stoxx600 anotándose un +0,68% (430 pts.), aunque más sustancioso era el incremento del Nasdaq que lo hacía un 2,59% (10478 pts.). En cuanto a la deuda soberana, las compras eran la tónica con los inversores buscando cierto refugio como bien se podía apreciar en los títulos italianos donde el papel transalpino a 10 años caía en -11,5 p.b. (4,491%) al tiempo que el Bund germano reducía su rentabilidad en -5,8 p.b. (2,428%).