España, única economía entre las cuatro grandes europeas que aumenta su competitividad en exportaciones complejas desde 2019

CaixaBank Research | Las tensiones geopolíticas y la incertidumbre de la demanda exterior nos obligan a reevaluar las fortalezas y debilidades de las exportaciones en la economía española. Para hacerlo, es esencial analizar qué exportamos, cuán diversificada es nuestra oferta y su competitividad. Para mejorar nuestra comprensión, en este artículo analizaremos la complejidad de los productos exportados, así como su intensidad tecnológica, dos variables clave para evaluar el grado de competitividad de nuestras exportaciones.

Una herramienta útil para evaluar la capacidad de resistencia de nuestras exportaciones ante shocks externos es la complejidad económica. La complejidad económica es un indicador que mide la diversidad y sofisticación de lo que produce y exporta un país. Un país con un índice de complejidad económica (ICE) alto suele fabricar muchos productos diferentes, especialmente bienes que pocos otros países pueden producir, e indica una economía con alto nivel de conocimiento. Por el contrario, un ICE bajo significa que el país exporta pocos productos y generalmente de tipo común (que muchos países también producen) y refleja menor diversidad y sofisticación en su aparato productivo. Una mayor complejidad exportadora se asocia a mejores perspectivas de crecimiento y a una mayor resiliencia frente a turbulencias globales.1,2

Como si de las dos caras de una misma moneda se tratara, también podemos definir la complejidad económica de un producto (PCI por sus siglas en inglés) en lugar de la de un país. El PCI mide la sofisticación del producto en función de la complejidad de los países que lo comercian y de cuántos lo pueden exportar. En este artículo, usaremos ambas perspectivas (tanto la del ICE como la del PCI).

Para enriquecer este análisis, incorporamos también una perspectiva tecnológica. Para hacerlo, vinculamos cada producto exportado con la actividad económica que lo genera a partir de una tabla de correspondencia elaborada por la OCDE.3 Esta perspectiva nos permite responder la pregunta de ¿hasta qué punto nuestras exportaciones son intensivas en los sectores manufactureros considerados de alta tecnología? En contraste con el ICE, el nivel tecnológico de las exportaciones se determina midiendo el esfuerzo en I+D y la tecnología incorporada en las industrias. Así, como muestra, los productos fármacos y aeroespaciales serían ejemplos de bienes de alta tecnología, mientras que los productos textiles caerían en la categoría de baja tecnología. Esta doble perspectiva (complejidad y contenido tecnológico) nos permitirá enriquecer la radiografía de la competitividad exterior de España.

1.Véase, por ejemplo, Hidalgo, C. A. y Hausmann, R. (2009). «The building blocks of economic complexity». Proceedings of the National Academy of Sciences, 106(26), 10570-10575. He, D., Tang, Y., Wang, L. y Mohsin, M. (2023). «Can increasing technological complexity help strengthen regional economic resilience?». Economic Change and Restructuring, 56(6), 4043-4070. Y Hausmann, R. et al. «The Atlas of Economic Complexity: Mapping Paths to Prosperity». The MIT Press, 2014.

2Véase Canals, C. y Montoriol, J. «La complejidad de las exportaciones y la calidad del empleo», Papeles de Economía Española 158 (2018): 116, muestra que, para el caso de España, las industrias y las comunidades autónomas con exportaciones más complejas tienden a generar empleo más estable.

3Utilizamos la correspondencia elaborada por la OCDE entre la clasificación armonizada del comercio internacional (HS, por sus siglas en inglés, Harmonized System) en su versión de 2012 y las actividades económicas definidas en la base de datos BTDIxE (Base de Datos de Comercio Internacional Bilateral por Industria y Etapa de Uso).

¿En qué somos competitivos?

Para valorar el posicionamiento de las exportaciones españolas, situamos los productos según tres dimensiones clave: su complejidad, nuestra competitividad revelada y su contenido tecnológico. El The Atlas of Economic Complexity4 proporciona datos detallados sobre el nivel de complejidad de las exportaciones españolas (PCI) y la cuota de mercado que España tiene en cada producto. Consideramos un producto como complejo si su índice de complejidad, que reescalamos para que tome valores entre 0 y 100, supera los 50 puntos. Asimismo, a partir de las cuotas de exportaciones calculamos la ventaja competitiva revelada, que nos indica si un país exporta relativamente más de un producto en comparación con otros países.5 Según esta métrica, un país es competitivo en un producto si el índice es superior a 1, o 0 si tomamos el logaritmo del índice, como es nuestro caso.

Mostramos la constelación de productos que exportamos clasificados según estas tres dimensiones en el primer gráfico. El eje vertical muestra el grado de complejidad de los productos; el horizontal, la competitividad revelada, y el color de cada burbuja, el contenido tecnológico. Finalmente, el tamaño de la burbuja muestra el peso de este producto en las exportaciones españolas.

4.-The Atlas of Economic Complexity.

5.-Más concretamente, se trata del índice de Balassa, que mide la ratio entre la proporción de las exportaciones de un producto/servicio de un país respecto al total de sus exportaciones sobre la proporción de exportaciones de este producto/servicio de todos los países respecto a las exportaciones totales globales.

El 46,9% de las exportaciones españolas corresponde a productos de alta complejidad en los que España presenta una clara ventaja competitiva. Además, muchos de estos productos incorporan un alto contenido tecnológico, como se aprecia en el gráfico, donde están representados por puntos azules y verdes. El sector del automóvil es un punto fuerte de las exportaciones españolas. Se trata de productos de alta complejidad y tecnología media-alta. Las exportaciones de vehículos y accesorios representan un 16,7% del total exportado por España. Aunque representa una parte más pequeña de las exportaciones españolas, un 5,4%, el sector farmacéutico también destaca y se relaciona con productos de alta complejidad y tecnología elevada.

Ahora bien, España también es muy competitiva en exportaciones de baja complejidad y tecnología media o baja, especialmente también en el ámbito agrícola,6 como las frutas y hortalizas. Algunos productos son claramente distintivos del país, como las grasas y aceites animales o vegetales, que incluyen aceites tratados para uso técnico o industrial (clasificados como tecnología media-alta).7 También destaca el corcho y sus manufacturas, donde España concentra el 20,1% de las exportaciones mundiales. En total, las exportaciones de baja complejidad en las que España es competitiva representan un 25,5% del total exportado.

Asimismo, un 17,2% de las exportaciones españolas se concentran en productos de alta complejidad en los que, sin embargo, España aún no presenta una ventaja competitiva clara. Este grupo incluye productos que ya representan una proporción significativa del total exportado, lo que apunta a la existencia de cierto margen de recorrido en términos de competitividad. Es el caso de las máquinas y equipos eléctricos (7,2% de las exportaciones españolas), así como de las máquinas y aparatos mecánicos (5,6%). También destacan los instrumentos ópticos, médicos y de precisión, productos de alta tecnología y complejidad. Estos sectores, situados en la parte superior izquierda del gráfico, representan un espacio de alto potencial para el desarrollo industrial y tecnológico de España.

De esta forma, en España, el 64,1% de las exportaciones realizadas en 2023 correspondían a productos complejos, de los cuales un 76,2% eran competitivos. Asimismo, un 10,8% de las exportaciones españolas estaban relacionadas con actividades de alta tecnología.8 Estas cifras, aunque positivas, requieren contexto.

  • 6La clasificación de intensidad tecnológica no incluye productos agrícolas.
  • 7El resto de los aceites no se consideran intensivos en tecnología.
  • 8Estos datos pueden diferir de los publicados por Eurostat. La diferencia se debe a las limitaciones de asignar una actividad a los productos clasificados por HS 12.

Comparativa europea: ¿dónde se sitúa España?

Comparada con otras grandes economías europeas (Alemania, Francia, Italia y Portugal), España aún presenta margen de recorrido. En el segundo gráfico, mostramos el porcentaje de cada país de exportaciones que se clasifican como complejas, que tienen un alto contenido tecnológico y que además son competitivas. Tal y como vemos en el gráfico, España se sitúa a la cola, dentro del grupo considerado, en cuanto al porcentaje de exportaciones con un alto nivel tecnológico, y ocupa el segundo peor puesto en la proporción de exportaciones complejas. En el porcentaje de exportaciones que son competitivas y complejas, presenta un mejor comportamiento y se sitúa por encima de Francia y Portugal, pero por debajo de Italia y Alemania.

Aun así, España es la única economía del grupo que ha aumentado su competitividad en exportaciones complejas desde 2019. Además, junto con Italia y Portugal, ha incrementado el porcentaje de exportaciones clasificadas como de alta tecnología y su cuota de mercado en este tipo de exportaciones. Esto contrasta con la caída en la complejidad de los productos exportados por las principales economías europeas.

Si en lugar de observar la complejidad de los productos analizamos el ICE, vemos una tendencia descendente entre las principales economías europeas que se arrastra desde la crisis financiera (véase el tercer gráfico). Sin embargo, desde 2019, tanto España como Portugal han recuperado posiciones en el ranking. España ha pasado del puesto 39 al 34 y Portugal mejora del puesto 47 al 37. En cambio, Alemania, que en 2019 ocupaba la quinta posición (y que entre 1995 y 2016 se había mantenido en el top 4), cae al sexto lugar en 2023. Francia pierde cuatro posiciones y se sitúa en el puesto 23, por debajo de Italia, que cae dos posiciones y se sitúa en el 19.