Intermoney | A simple vista, la noticia de que Etiopía entrara en default y la más reciente de que haya sido rescatada por el FMI, no parece tener mucha relevancia en el tablero macroeconómico. Nada más lejos de la realidad, puesto que vuelve a sacar a la luz el juego de poderes entre las instituciones financieras tradicionales como el FMI y el Banco Mundial, frente al auge de China como prestamista internacional. E incluso más importancia teniendo en cuenta que Etiopía, el segundo país más poblado de África, es una de las economías donde el gigante asiático ha incidido más, tanto financiando una gran cantidad de deuda externa, como a través de inversiones directas en los proyectos de infraestructuras. Ahí están las dos estrategias chinas: Diplomacia de Deuda y Belt and Road Initiative. Ahora que algunas economías no pudieron cumplir sus compromisos de pago y siendo China el principal acreedor de estas, el FMI se antoja crucial para frenar acuerdos bilaterales que puedan ser perjudiciales para estas naciones.
En nuestros informes solemos centrarnos en la actualidad macro de los países desarrollados y, de los emergentes, en menor medida. Pero cada cierto tiempo, conviene que echemos un vistazo a lo que ocurre en el resto del globo, puesto que el agitado escenario económico internacional nos deja algunos acontecimientos relevantes en economías que generalmente están fuera de nuestras miras, pero cuyo entendimiento de su situación es necesario para vislumbrar tendencias que se puedan producir en economías similares e incluso sus implicaciones sobre el tablero económico internacional debido al papel jugado por China en esas economías.
Hace un año, comentamos cómo el endurecimiento de los bancos centrales que comenzó a principios de 2022, en particular el de la Fed, supuso un efecto aspiradora del capital que volvió a las economías desarrolladas después de haber salido de ahí en busca de rentabilidades. Eso lastró a algunos países en desarrollo que se habían beneficiado de ese capital que buscaba mayor rentabilidad aun a costa de soportar un mayor riesgo. Además, la apreciación del dólar debido al endurecimiento de la política monetaria no sólo supuso una presión muy fuerte contra sus monedas, sino que encareció buena parte de las importaciones de estos países denominadas en la divisa norteamericana. Esto, unido en algunos casos a las irresponsables políticas en materia fiscal y monetaria, ha dado lugar a que algunas economías se vieran tan al límite que no pudieron hacer frente a sus compromisos de pago.
El nuevo protagonista de nuestra historia es Etiopía, la mayor economía de África Oriental y el segundo país más poblado del continente, que hace seis meses entró en default y recientemente ha conseguido un rescate por parte del FMI por valor de 3,4 mm $ a lo que siguió un préstamo del Banco Mundial de 1,5 mm $. Debemos señalar que, aunque fue en diciembre de 2023 cuando el país no hizo frente al total de sus compromisos, ya en 2021 propuso un cierto alivio de su deuda pero el progreso se retrasó inicialmente por la guerra civil de dos años que terminó en noviembre de 2022. El país, después de Zambia y Ghana, casos que comentamos meses atrás, en diciembre se convirtió en el tercero en no cumplir sus obligaciones y es otro de los países que están reestructurando sus préstamos bajo el Marco Común del G-20 buscando tanto el alivio de la deuda de los acreedores privados como el que proporcionan los acreedores bilaterales oficiales. El objetivo de la reestructuración es reducir en 200 millones de dólares sus eurobonos de un nominal de 1.000 millones.
Aquí es donde tenemos que volver a hacer el inciso en por qué al FMI le interesa actuar para socorrer al país etíope y es que es una forma de frenar la influencia China en la financiación internacional y, por ende, la relación de vínculos de dependencia entre estas economías y el gigante asiático. De la misma forma que Zambia, que fue el primero tras la pandemia en anunciar su default, Etiopía es una economía con una enorme cantidad de dinero invertido por parte de los chinos en su política de Diplomacia de Deuda. No sólo hablamos de inversiones directas, sino que, Etiopía presenta una deuda de 28.900 millones de dólares frente a acreedores externos, de la cual cerca de una cuarta parte es frente a China. El propio Ministerio de Finanzas etíope destaca que 57 proyectos de infraestructuras llevados a cabo por el gobierno costaron unos 12.200 millones de dólares de los cuales fue financiado el 82,2% con préstamos de China. Desde hace años las autoridades chinas llevan una política conocida como “Belt and Road Initiative” en el que el gobierno chino financia infraestructuras en un gran número de países en desarrollo y Etiopía es uno de los países en los que más ha incidido.
De esa manera, el gobierno chino gana un enorme poder en los países que financia las infraestructuras y proyectos estratégicos. Mientras que en la economía zambiana las materias primas, en fundamental el cobre, puede ser la moneda de cambio que busquen las autoridades del politburó frente al impago de la deuda que poseen del país, en lo referente a los etíopes aquí se podrían beneficiar más en el aspecto geopolítico debido a la posición estratégica en el cuerno de África.
Por otro lado, y como no podía ser de otra manera, la ayuda del FMI no es incondicional, y está sujeta a que desde el gobierno se lleven a cabo reformas en plano económico y especialmente en el monetario. Por un lado, la adopción de una política monetaria basada en los tipos de interés y por otro la flotación de la moneda, el birr en un mercado libre. Desde el gobierno etíope se advierte de que el objetivo es cerrar la brecha entre los tipos de cambio oficiales y el mercado negro y no equivale a una devaluación del birr. Era, como decimos, parte del acuerdo con el FMI, y que el banco central permitiera que el birr flotara libremente hace diez días ha llevado a la consiguiente depreciación, ajustándose a niveles más realistas.
Si ya el primer movimiento de la moneda fue el ajustarse notablemente a la baja frente al dólar, pasando de 57,5 por dólar a casi 80, esta semana la moneda volvió a depreciarse con fuerza. El lunes, el birr bajó un 40% frente al dólar, cotizando a 95,69 por billete verde. Es cierto que en el corto plazo la medida podría aumentar la inflación y el coste de la vida, pero las instituciones internacionales ya han acogido con satisfacción su paso a un tipo de cambio basado en el mercado, que de cara a la estabilidad en el medio- largo plazo era un paso necesario. El sostenimiento artificial del birr, al igual que hemos visto a lo largo de los últimos tiempos en otras divisas, sólo es posible a través de un cepo que imposibilite a buena parte de empresas y ciudadanos a acceder al tipo de cambio sobrevaluado, que generalmente se reserva para el gobierno y empresas afines a este en actividades estratégicas. Esta disparidad crea un lastre para la actividad económica y la atracción de capitales, haciendo cada vez más difícil el sostenimiento del cambio sobrevaluado.
Como decíamos al principio, es bueno de vez en cuando atender a estos eventos por sus implicaciones. No sólo es útil para evaluar la posibilidad de que ocurran escenarios similares en otras economías en desarrollo con las finanzas mermadas, sino también para el juego de poderes entre las instituciones tradicionales como el FMI y el Banco Mundial frente a la a acuerdos bilaterales tras la aparición de China como máximo acreedor de algunas de estas economías.