La campaña de inflación de los bancos centrales llega a su recta final

Álvaro Antón, Country Head, abrdn para Iberia | Con el final de la lucha contra la inflación a la vista, ¿será «el último tramo» el más duro? Analizamos las implicaciones para el crecimiento y la política monetaria, así como el abanico de posibles resultados.

La inflación volvió a subir a principios de año en muchas economías. Este aumento refleja, en parte, distorsiones estacionales y cuestiones metodológicas. Pero la fortaleza del crecimiento de los salarios y de la inflación de los servicios básicos, junto con una fuerte subida de los fletes marítimos, hacen que muchos bancos centrales no estén dispuestos a recortar los tipos de interés todavía.

Sin embargo, las tasas interanuales de inflación deberían caer cerca del objetivo a mediados de año en muchas economías. Aunque la inflación subyacente de los servicios es fuerte, el crecimiento de los precios de la vivienda debería moderarse pronto en EE.UU., mientras que el crecimiento salarial está bajando gradualmente y las expectativas de inflación siguen bien ancladas en casi todos los mercados desarrollados.

En general, la desinflación continúa también en los mercados emergentes, favorecida por una política monetaria restrictiva. Sin embargo, también existen claros riesgos de este «empujón final”, como el impacto climático de fenómenos meteorológicos como el de “El Niño” o la volatilidad geopolítica que empuja al alza los precios de los alimentos.

Aterrizaje suave en EE.UU.

Creemos que la economía estadounidense se encamina hacia un «aterrizaje suave», es decir, que la inflación puede controlarse sin recesión. La solidez financiera de los hogares y las empresas sugiere que el impacto máximo de la subida de tipos de interés ya ha pasado. Al mismo tiempo, los avances en la reducción de la inflación significan que no es «necesaria» una recesión para enfriar las presiones sobre los precios.

No obstante, muchos de los motores de la excepcionalidad estadounidense -ahorro de los hogares, apoyo fiscal, aumento de las tasas de participación laboral, repunte de la productividad- deberían desvanecerse en 2024. Así pues, esperamos que el ritmo de crecimiento estadounidense disminuya este año.

Por lo demás, Reino Unido y la Eurozona deberían salir lentamente de una situación de recesión en 2024, favorecidos por un crecimiento positivo de los salarios reales. Sin embargo, Alemania seguirá luchando contra los vientos cíclicos y estructurales que afectan a su modelo de crecimiento.

Se avecinan recortes de tipos

Esperamos que los principales bancos centrales de los mercados desarrollados comiencen a recortar los tipos de interés a mediados de este año. La Reserva Federal (Fed), el Banco Central Europeo (BCE) y el Banco de Inglaterra podrían realizar un primer recorte en junio.

Esperamos un total acumulado de 100 puntos básicos (pb), o 1 punto porcentual, de recortes de los tipos de los fondos federales este año y otros 125 pb en 2025. Nuestra evaluación de la trayectoria de los tipos de equilibrio sitúa el eventual punto final de los ciclos de recorte en torno al 2%-3%.

El Banco de Japón será una excepción notable. Es cierto que los datos ofrecen un panorama desigual sobre la sostenibilidad de la salida de Japón de la baja inflación. Sin embargo, una ronda salarial Shunto decente debería bastar para que el BoJ abandone tanto los tipos de interés negativos como el «control de la curva de rendimientos» este año.

En los mercados emergentes, el enfriamiento de la inflación y el elevado punto de partida de los tipos reales dan margen para recortarlos. La relajación de la política monetaria está en marcha en América Latina, aunque los recortes en México pueden esperar hasta después de que la Fed haya movido ficha. Mientras tanto, los bancos centrales asiáticos no subieron los tipos tan agresivamente y el crecimiento se mantiene mejor en gran parte de la región, pero es probable que los tipos bajen a finales de año.

Suerte opuesta para China e India

La política china sigue relajándose, con recientes intervenciones destinadas a apuntalar los débiles mercados de renta variable. Sin embargo, la actividad inmobiliaria y los precios de la vivienda muestran una caída continuada. La voluntad de contener el riesgo significa que estos vientos en contra pueden seguir pesando más que las medidas de estímulo.

Prevemos que el crecimiento del producto interior bruto (PIB) en 2024 se sitúe por debajo del objetivo del 5%. Dicho esto, la preocupación por la «japonización» -el temor a un periodo de estancamiento económico de varias décadas- es exagerada, y la dinámica de la inflación subyacente es menos preocupante que las cifras deflacionistas.

Por el contrario, aunque el crecimiento indio se ralentizará con respecto a la vertiginosa tasa de 2023, debería seguir siendo uno de los países con mejor crecimiento mundial gracias a los favorables vientos de cola estructurales. El impulso reformista y la evitación del proteccionismo tras la casi segura reelección del primer ministro Narendra Modi este año son claves para seguir impulsando la economía.

Escenarios…

Las elecciones estadounidenses son una fuente de incertidumbre significativa. El arancel general del 10% propuesto por el expresidente Donald Trump y el arancel del 60% a China afectarían al comercio mundial y a la confianza, empujarían al alza la inflación estadounidense y a la baja el crecimiento. Por su parte, la posible relajación fiscal podría respaldar el crecimiento, pero también presionar al alza los tipos de interés.

En cuanto a otros escenarios macroeconómicos importantes, la probabilidad de un «aterrizaje brusco» en EE.UU. sigue siendo mayor que en un año normal, especialmente a medida que se desvanecen los vientos de cola procedentes del elevado ahorro y el fuerte crecimiento de la oferta.

Por el contrario, la reciente fortaleza de la actividad estadounidense también puede apuntar a un «no aterrizaje» global: el crecimiento se mantiene muy por encima de la tendencia y la inflación se acelera de nuevo. En este escenario, la política monetaria tendría que seguir siendo más restrictiva durante más tiempo, y el próximo movimiento de los tipos de interés podría ser al alza. A corto plazo, el mercado valoraría esta situación como reflación, pero podría provocar una caída más pronunciada en el futuro.

Un escenario más claramente alcista sería una mejora de la oferta mundial, en la que el crecimiento tendencial aumentara. Esto podría estar impulsado por un aumento de la productividad antes de lo previsto gracias a la inteligencia artificial (IA), lo que permitiría mantener un fuerte crecimiento sin un aumento de la inflación. En este caso, la política monetaria seguiría relajándose este año, pero los tipos de interés de equilibrio a largo plazo subirían.