Cómo invertir en la verdadera materia prima del futuro: el agua

Manuel Moreno Capa

Manuel Moreno Capa (Director de GESTORES) | La mayor sequía europea en medio siglo; la menor generación hidroeléctrica de los embalses españoles en los últimos cincuenta años; los pantanos en mínimos históricos; el parque nacional de Doñana, totalmente seco (algo que ya había ocurrido en 1983 y 1995); los grandes ríos de Europa en mínimos… Y, al mismo tiempo, medio Pakistán inundado por un monzón como nunca se había visto; torrenciales lluvias en zonas de Texas previamente asoladas por sequías históricas; amenaza de inesperadas DANAS y otros fenómenos extremos durante las próximas semanas… ¿Quién necesita más malas noticias hídricas para convencerse de que la auténtica materia prima del futuro es la misma que desde los orígenes de la vida en la Tierra: el agua? Y el inversor puede apostar por ella a través de grandes fondos de inversión muy especializados.

Que el agua es vital para la vida ni siquiera es noticia, porque su impacto en nuestro maltratado planeta comenzó hace más de 3.500 millones de años: según Darwing y muchos otros científicos, en aquellos tiempos remotos las mareas oceánicas provocadas por el poderoso influjo de nuestra Luna generaron pozas de marea en las que se desarrollaron las primeras etapas de la vida. “Las mareas también dan lugar a la formación de zonas intermareales, es decir, líneas costeras que son tanto marinas acuáticas como tierras secas (o más bien húmedas). Los organismos evolucionaron allí para vivir en ambos ambientes, lo que con el tiempo desencadenó la  migración (…) de la vida a la tierra firme”, como nos cuenta David Bercovici en su brillantísimo libro divulgativo “Los orígenes de todo” (de 2016, editado cuatro años después en España por Alianza Editorial).

Y ahora, en pleno Antropoceno (la primera edad geológica que tiene al homo sapiens como principal factor determinante) miramos desesperadamente al cielo en los últimos compases de un verano tórrido como nunca antes y que, prepárense, quizás sea uno de los más “fresquitos” del resto de nuestras vidas. Y damos gracias cada vez que un leve chaparrón nos trae de nuevo la materia prima imprescindible para la vida… y para el futuro no sólo alimentario (el más básico), sino también tecnológico y económico en general.

Se han repetido una y otra vez las escalofriantes cifras de los centenares de millones de personas que no disponen de agua potable: 2.000 millones de personas (una cuarta parte de la población mundial) no tienen acceso a este bien básico, una cifra que se puede multiplicar por tres de aquí al año 2050, lo que supondría que entre el 60 y el 70 por ciento de los habitantes del planeta tendrán dificultades para conseguir el líquido elemento.

Ante este desafío, no olvidemos el dato de Naciones Unidas, del que ya me hice eco en un artículo sobre este mismo tema hace más de un año, el 6 de agosto de 2021: cada dólar invertido en infraestructuras de agua potable y residual genera 6,35 dólares de crecimiento del PIB a largo plazo y 2,62 dólares en otras industrias. Lo subrayaba entonces Gonzalo Rengifo, director general de Pictet en Iberia y Latinoamérica y consejero editorial de nuestra revista GESTORES, quien además destacaba que el agua está en la encrucijada fundamental de varias megatencias de inversión: desarrollo demográfico, crecimiento económico y urbanización, salud, comercialización y sostenibilidad. Y todo ello engloba a sectores como la agricultura (que utiliza el 65% del agua dulce del mundo) y la alimentación, el tratamiento de residuos y la indispensable aplicación de agua en multitud de industrias, tanto tradicionales como de futuro: ya hemos hablado aquí, por ejemplo, de una de las energías renovables del futuro, el hidrógeno verde, pero no olvidemos que el hidrógeno se extrae, por electrolisis, del agua; que también es imprescindible, en grados de extrema pureza, en la industria de los semiconductores, vital para tantas otras; o para limpiar los paneles solares necesarios para reducir nuestra dependencia de los combustibles fósiles; o para enfriar esos reactores nucleares en los que, por culpa del tirano Putin, tenemos que volver a confiar.

Diversas estimaciones señalan que el mercado mundial del agua alcanza un volumen anual de 1,1 billones de dólares (pero billones españoles, es decir, un millón de millones), considerando básicamente los aspectos del mercado hídrico global, incluido el del tratamiento de aguas residuales. Un mercado similar al de toda la industria farmacéutica y que según una de las gestoras con más experiencia en el tema, Pictet, tendrá un crecimiento estable de en torno a 6 por ciento anual compuesto.

Ana Claver Gaviña, directora general de Robeco para Iberia, US Offshore&Latam y consejera editorial de la revista GESTORES, señalaba en un reciente artículo en “FundsPeople” que “seguro que en nuestra casa no sentiremos la falta del agua, pero otros sectores clave de nuestra economía, como la agricultura y la ganadería, la silvicultura, o el turismo, dependen del clima, como también otros campos esenciales para nuestro bienestar, como la salud humana o la biodiversidad. El cambio climático es una amenaza que, a veces, nos parece reside en un nivel diferente al nuestro. Sin embargo, aunque es en la mitigación donde empleamos muchos de nuestros esfuerzos, la adaptación es clave, y más al referirnos a los recursos hídricos disponibles”.

Para colaborar en todo este esfuerzo de inversión necesario en la mejora de los recursos hídricos, el inversor puede optar por diversos fondos especializados que tienen ya un historial y unos rendimientos probados: Pictet Water, creado hace 22 años, es el fondo pionero en inversión en agua; en 2001 se lanzó RobecoSAM Sustainable Water Equities; más recientes son el BNP Paribas Aqua Classic (creado en 2015), el Allianz Global Water (cinco años de historia) y el Sustainable Water&Waste Fund de Fidelity (lanzado hace tres años). Si algunas de las más importantes gestoras internacionales apuestan cada vez más por la inversión en agua, por algo será. Si quiere dar liquidez, pero de la auténtica, a su cartera y al resto del planeta, déjese llevar por esta corriente.