Franck Dixmier (Allianz GI) | La reunión de política monetaria del Banco Central Europeo (BCE) del 10 de diciembre no debería producir ninguna sorpresa. La presidenta, Christine Lagarde; el economista jefe, Philip Lane, y el vicepresidente, Luis de Guindos ya han explicado qué esperar durante sus numerosas apariciones en los medios. El mensaje es claro: el BCE tiene la intención de aumentar aún más su compromiso para apoyar la economía y continuar el Programa de Compras de Emergencia por la Pandemia (PEPP) mientras dure la crisis sanitaria.
Un reequilibrio de los instrumentos de política monetaria debe incluir dos medidas:
- Una ampliación del programa PEPP en términos de volumen y vencimiento (probablemente en 500.000 millones de euros, y hasta finales de 2021): esto permitirá al BCE absorber las grandes cantidades de emisiones de deuda pública previstas para 2021 para hacer frente a la situación económica de choque y para mantener condiciones favorables de refinanciación en la zona euro, con tipos que deberían permanecer bajos de forma duradera. Esta extensión también permitirá apoyar a la Unión Europea con nuevas emsiones.
- El anuncio de condiciones aún más favorables para otorgar liquidez a los bancos a través de TLTROs (Operaciones de Refinanciación Específicas a Largo Plazo) para financiar la economía.
Este fortalecimiento de la política monetaria del BCE se justifica por cuatro factores:
- La revisión a la baja de las previsiones económicas;
- Incertidumbres por la segunda ola de la pandemia. Si bien los anuncios de la disponibilidad de la vacuna son una buena noticia, la vacunación llevará tiempo y no se espera la inmunidad colectiva antes de finales de 2021, o incluso de 2022;
- Perspectivas de una baja inflación de una forma persistente en un horizonte de dos años, especialmente el principal componente de la inflación subyacente.
- Finalmente, la apreciación del euro frente a otras monedas. Hay mejores perspectivas de un fuerte repunte en la zona euro durante 2021 que en Estados Unidos, debido en particular a una mejor gestión de la crisis sanitaria, así como a la fuerte señal que da el plan de recuperación de la Unión Europea por valor de 750.000 millones de euros. Esta propuesta de programa, que será votado de una forma u otra, demuestra un enfoque de solidaridad y refuerza la integración europea. Sin embargo, un euro fuerte plantea un desafío adicional para el BCE, ya que contribuye a la desinflación de los precios de importación.
Aunque el economista jefe Philip Lane aludió en una entrevista de prensa al posible uso de otros instrumentos de política monetaria, no esperamos una caída en los tipos de depósitos en esta etapa.
Al presentar una hoja de ruta clara, el BCE proporciona a los inversores un alto grado de visibilidad, anclando los tipos a corto plazo cada vez más firmemente en niveles bajos e influyendo en toda la curva. Las nuevas medidas ya están siendo asumidas por los mercados, como lo demuestra la compresión de los diferenciales crediticios y de la periferia.