El globo/artefacto cripto amenaza con hincharse y pinchar de nuevo

Manuel Moreno Capa

Manuel Moreno Capa (Director de GESTORES) | Siguiendo en la línea de derribar globos y otros artefactos no identificados, le llega el turno a las cripto. Una vez más, proliferan los análisis que vaticinan revalorizaciones espectaculares para algunas de ellas. Por si alguien aún no lo sabe, conviene recordar que estos artefactos –perfectamente identificados– no son activos de inversión, no valen para nada más que especular (si usted se los queda, intente comprar algo con ellos antes de que bajen) y, además, acostumbran a hincharse como globos para explotar súbitamente después.

Puede que todavía alguien piense que las cripto son una inversión alternativa a las reales (la renta fija y variable, los fondos en ellas especializados, los inmuebles, el oro, etc.) pero hace tiempo ha quedado claro que no lo son, igual que cada vez es más evidente que otro globo reciente, como Tesla, no es una empresa tecnológica sino un simple y novato fabricante de coches (como comenté en esta columna el 3 de febrero). O como parece obvio que invertir en China, que también se hincha como sus propios globos espías, nada tiene que ver con los criterios ASG (ambientales, sociales y de buen gobierno) y además supone un riesgo político casi, casi parecido al de haber confiado (como la Merkel) en ese buen amigo de Pekín llamado Vladimir Putin, como escribí hace sólo una semana.

El tercer globo de esta temporada en la que casi todo se revaloriza es obviamente el de las cripto. No dejan de aparecer pronósticos muy positivos de revalorización, aunque algunos sean bastante, digamos, abiertos: hace poco leí que un panel de expertos vaticinaba para el bitcoin una revalorización de entre el 13 y el 40 por ciento este ejercicio, lo cual indica bastantes discrepancias entre esos especialistas, que además pertenecen todos al cripto negocio. Cierto, también hay discrepancias entre los pronósticos sobre los activos de verdad, pero esto es como decir que el bitcoin va a subir algo (un 13 por ciento parece una nimiedad en el critpo mercado) o mucho en 2023. Y eso que la cripto más famosa ya ha subido lo suyo en lo que va de año, quizás porque había bajado tanto en 2022 que muchos están comprando a precios bajos lo que venden, desesperados, quienes quedaron sepultados por el desplome de la pirámide. Al final, la revalorización media que pronostican unos y otros (insisto, todos ellos del mundo de las critpo) ronda el 10 por ciento anual, lo cual no anima mucho a jugársela si comparamos ese magro potencial con el inmenso riesgo que supone la cripto calderilla.

Porque, además, parece que también aquí hay manos fuertes que mueven el mercado a su antojo: un reciente estudio de la empresa de mercados Messari (citado por Reuters Breakingviews en el suplemente económico de “El País” del pasado 5 de febrero) afirma que nada menos que el 89 por ciento de los bitcoins está en manos del uno por ciento de los monederos digitales. ¿Conclusión? ¿No será que un pequeño grupo, muy interesado en la supervivencia de las cripto, está sujetando los precios, facilitando el reciente calentón y, por ende, arrastrando al mayor número de incautos posible a subirse, OTRA VEZ, a la pirámide?

Porque se desplomará otra vez, seguro, y seguirá salpicada por escándalos: el regulador de los mercados estadounidenses, la SEC, acaba de multar a la plataforma Kraken, continúan las investigaciones judiciales sobre Arbistar, una entidad que prometía rentabilidades del 8 al 15 por ciento mensual a quien invirtiera en cripto (y parece que 30.000 ingenuos/avariciosos picaron antes de que el globo pinchara)… Y son sólo las últimas noticias recientes de un reguero que lleva meses provocando continúas réplicas en el terremoto del mercado cripto.

Lo dicho y repetido: esto no es para inversores serios ni alternativa a los fondos de inversión o a los demás productos tradicionales. Es un casino. Una pirámide. Y, además, todavía consentido por quienes deberían tomar medidas regulatorias en el asunto.

Menos mal que también comienzan a aparecer análisis muy solventes, no procedentes del mundo cripto sino de prestigiosas entidades de formación y análisis financiero, que alertan de los crecientes riesgos de este artefacto digital. Pero de eso hablaremos otro día.