Las diferentes tendencias de inflación en las distintas regiones del mundo

Christiaan–Tuntono

Christiaan Tuntono (Allianz GI) | Los bancos centrales del mundo occidental están ocupados en endurecer su política para luchar contra un aumento histórico de la inflación. Hemos visto que el Banco Central Europeo (BCE) introdujo una subida sin precedentes de 75 puntos básicos (pbs) la semana pasada, el 8 de septiembre, llevando su tipo de depósito de referencia al 0,75%. En las próximas semanas veremos también cómo el Banco de Inglaterra (BoE) y la Reserva Federal (Fed) siguen subiendo para mantener bajo control las presiones inflacionarias. Pero mientras estos bancos centrales están tan ocupados en subir los tipos, ¿por qué en Asia el Banco deJapón (BoJ) y el Banco Popular de China (PBoC) se obstinan en seguir reduciéndolos?

Desde nuestro punto de vista, hay dos factores que separan a los bancos centrales occidentales de los de Asia en sus tendencias de inflación: (1) la magnitud de las convulsiones oferta-demanda; y (2) la fortaleza de la recuperación de la demanda nacional post-COVID19.

En EE.UU., las autoridades fiscales y monetarias han recalentado en exceso la economía a base de lanzar enormes estímulos fiscales y respuestas de política monetaria. La cantidad total del paquete de estímulos fiscales aprobados entre 2020 y 2021 (tanto por la administración de Trump como por la de Biden) equivale ¡al 25% del Producto Interior Bruto (PIB) de 2020! La Fed también se apresuró a recortar a cero el Tipo Objetivo de Fondos Federales y llevar a cabo una enorme expansión cuantitativa como respuesta a la pandemia de la COVID-19. Estos enormes estímulos causaron severas distorsiones en la demanda de las familias y la oferta de trabajo que contribuyeron en gran manera al aumento de la inflación.

En Europa, la excesiva dependencia del suministro de combustibles fósiles de Rusia ha causado una grave conmoción en el suministro de energía y un aumento de precios. La mejora de las condiciones de la demanda local post- COVID19 alimentó aún más el fuego inflacionario, obligando al BCE a intervenir y endurecer las condiciones monetarias.

Por el contrario, Asia no introdujo estímulos excesivos durante la pandemia, como hizo EE. UU., y el golpe a la oferta de energía que ha sufrido es menos agudo que el de Europa. De todas formas, los precios al consumo se han elevado y muchos bancos centrales de la región han empezado a endurecer su política, exceptuando el BoJ y el PBoC.

En Japón, la demanda doméstica ya era débil mucho antes de la pandemia de 2020. El rápido envejecimiento demográfico y las deficientes inversiones han estancado el crecimiento económico y la productividad laboral. Aunque el aumento del precio de los combustibles ha elevado la inflación del IPC de Japón por encima de su objetivo del 2%, según el Gobernador del BoJ, Haruhiko Kuroda, esta presión de precios no va a ser duradera. El BoJ sigue sin ver ningún signo de presión salarial y de precios sostenida en Japón que le obligue a desviarse de su política actual de Control de la Curva de Rentabilidad (YCC).

En China, el éxito de la Política Cero Covid (ZCP) en 2020 ha animado a las autoridades a persistir en su aplicación, a pesar de la aparición de variantes del virus mucho más virulentas. Por tanto, la economía china está atrapada en cierres administrativos periódicos que retrasan la recuperación de la actividad económica normal. El gobierno ha estimulado la economía a través de medidas de relajación fiscal y monetaria, pero el lastre de la ZCP y la debilidad del mercado inmobiliario en la demanda del sector privado han sido abrumadoras.

Estos ejemplos muestran la importancia de la demanda doméstica para determinar la fortaleza del traslado secundario de la inflación y, por tanto, las respuestas de los bancos centrales en todo el mundo.