Stefan Rondorf (Allianz GI) | Con la esperanza de una vacuna, los mercados parecen haberse inmunizado contra las malas noticias.
Desde hace casi tres semanas, los mercados parecen reaccionar con una mezcla de alivio y euforia a los avances prometedores conseguidos en las pruebas de las vacunas contra la COVID-19, mientras que apenas parecen fijarse en los confinamientos, las cifras de infecciones o la desaceleración económica. Este es el caso de la renta variable, sobre todo de Europa, Japón y algunos mercados emergentes, así como de la deuda «high yield» y muchas materias primas que dependen de la economía, como los metales industriales y el petróleo.
Influyen varios factores, como la orientación hacia el análisis de resultados futuros. En el modelo de valoración corporativa de un analista de renta variable, el próximo semestre tiene poca relevancia con respecto al largo plazo. Y la perspectiva de que se podrá controlar mejor, o incluso frenar, la pandemia mundial gracias a unas vacunaciones masivas significa que se han impulsado las expectativas a medio y largo plazo.
De cara al próximo año, la tendencia de recuperación debería de seguir acompañada de unas medidas fiscales y monetarias expansivas. Ningún gobierno o banco central del mundo querrá arriesgarse a retirar sus medidas de estímulo demasiado pronto. La propuesta de Joe Biden de nombrar a la expresidenta del banco central, Janet Yellen, como Secretaria del Tesoro de Estados Unidos encaja con ello. Bajo su presidencia, la Reserva Federal defendió, en caso de duda, una política monetaria expansiva; además, es de prever que haga especial hincapié en la lucha contra el desempleo.
Por otra parte, hay unas grandes diferencias de valoración entre los distintos segmentos del mercado de renta variable: algunos de los sectores más afectados por la pandemia han registrado últimamente unas valoraciones muy baratas, mientras que las de los ganadores de la crisis, sobre todo las grandes empresas tecnológicas, han sido elevadas. En este sentido, el movimiento de regreso al equilibrio («regresión a la media») aún podría tardar un poco. El nuevo panorama de los riesgos de crédito beneficia sobre todo a los bancos y aseguradoras: cuanto antes pueda controlarse la pandemia, menores serán las pérdidas por morosidad.
Claves próxima semana:
La aparente resistencia de muchos segmentos del mercado ante el debilitamiento de los datos económicos a corto plazo podría someterse a prueba la semana que viene. A nivel mundial, la atención se centrará seguramente en las cifras finales de los índices de gestores de compras de noviembre. Los datos preliminares han revelado, como era de esperar, un marcado deterioro de la confianza en el sector de servicios europeo, mientras que en Estados Unidos, la confianza tanto del sector industrial como el de servicios podría incluso mejorar. También será de interés el informe del mercado laboral estadounidense, después de que la creación de empleo en el país se haya desacelerado en los últimos meses.
Asimismo, se anunciarán los datos preliminares de producción industrial y de ventas minoristas de octubre de Japón. En la zona euro, se publican los datos preliminares de la inflación de precios al consumo de noviembre, así como la tasa de desempleo. Entre las cifras de carácter prospectivo figurarán los nuevos pedidos de Alemania y de EE. UU.
En cuanto al entorno político, nos acercamos a las últimas fases, realmente difíciles, del proceso del Brexit. Según las especulaciones, es posible un acuerdo literalmente de última hora. Podrían aplazarse para más adelante algunos puntos conflictivos, por ejemplo, los polémicos derechos de pesca podrían revisarse de nuevo en el futuro, o reducirse gradualmente las cuotas de pesca para los pescadores de la UE.