Redmond Wong (Saxo Bank) | El Gobierno chino está tratando de estabilizar el mercado con una batería de medidas intervencionistas. Tras los recientes anuncios, los principales índices bursátiles del gigante asiático han conseguido repuntar desde mínimos de cinco años y recortar las pérdidas acumuladas en 2024: hasta el 2,5% en el caso del CSI 300 y menos del 7% para el Hang Seng. Pero el escenario es complicado.
La renta variable china está “asolada” por retos e incertidumbres. En un precario clima económico, la caída de la Bolsa china “trasciende la mera dinámica del mercado y se convierte en un reflejo sintomático de un problema sistémico de mayor envergadura”, asegura. El “alicaído” mercado inmobiliario está el centro.
La previsión de impagos y quiebras se cierne sobre los promotores chinos, tanto en sus holdings cotizados en Hong Kong como en sus empresas y proyectos en China continental. Los ajustes a la baja generalizados de los precios de la vivienda, esenciales para despejar un mercado lastrado por el exceso de existencias, sugieren un prolongado periodo de corrección y persistentes efectos negativos sobre la riqueza que pesan sobre el consumo de los hogares.
A esto hay que sumar, que los amplios excesos de deuda y los menores ingresos por venta de terrenos limitan la flexibilidad fiscal de las administraciones locales y ensombrecen el gasto en infraestructuras y la prestación de servicios públicos locales. Las deudas de las administraciones locales, unidas a los excesos de deuda de la banca en la sombra y a los impagos de productos de gestión de patrimonios, suponen una amenaza potencial para la estabilidad del sector financiero chino y su capacidad de conceder créditos para financiar las actividades económicas del país. En todo caso, la actitud cautelosa del sector privado ante la lentitud en la recuperación económica y el endurecimiento de la normativa está obstaculizando el despliegue de nuevas inversiones.
Menos crecimiento
En su opinión, la difícil situación del mercado de renta variable chino se ve agravada por las previsiones que apuntan a que la tasa de crecimiento potencial de la economía china se reducirá al 4% a medio largo y al 3% a más largo plazo, por factores como la disminución de la población en edad de trabajar, la menor formación de capital fijo y el descenso de la productividad.
El entorno exterior tampoco ayuda, dado que EEUU y sus aliados europeos y asiáticos están adoptando medidas de contención tecnológica y de reducción de riesgos en la cadena de suministro, alejándose de China, en respuesta al aumento de las amenazas geopolíticas.
Destaca, por otro lado, que los numerosos estímulos puestos en marcha por las autoridades chinas son relativamente tibios y no llegan a ser la «bazuca» que esperan los inversores. Es poco probable que la tímida respuesta política se deba a una falta de comprensión por parte de los dirigentes, sino más bien a una elección política consciente”, sugiere Wong. Recuerda que el presidente Xi puso en marcha una iniciativa de desapalancamiento a escala nacional en 2017 y cree no hay indicios de que los dirigentes chinos vayan a dar un giro a estos objetivos estratégicos en medio de los desafíos económicos. Xi acuñó el concepto de «desarrollo de alta calidad, haciendo hincapié en las prioridades en la autosuficiencia tecnológica, un nuevo patrón de desarrollo y la seguridad alimentaria a través de la modernización del sector agrícola.
Es poco “reconfortante” la ausencia de señales que indiquen que las políticas chinas están avanzando hacia una mayor mercantilización y dinamización del sector privado. La lectura de la reunión del Politburó del PCCh del 31 de enero de 2024 guarda silencio sobre el calendario de la Tercera Sesión Plenaria del XX Comité Central, que debería haberse convocado en octubre o noviembre del año pasado. La tan esperada reunión sería un lugar eficaz para que los dirigentes chinos formularan y comunicaran sus estrategias de desarrollo económico para los próximos cinco años. La ausencia de la reunión y de la comunicación de tal debate suscita inquietud y escepticismo entre los observadores del mercado y los inversores.
Oportunidades de inversión
Para Wang, navegar por las tumultuosas aguas del mercado de renta variable chino plantea retos similares a mirar a través del cristal oscuro y considera que en el intrincado escenario económico del gigante asiático “puede resultar ventajoso mantenerse ágil y flexible”. Opina que los operadores a corto plazo pueden encontrar oportunidades en medio de la volatilidad; que las acciones de las empresas estatales centrales y los valores de gran capitalización del índice CSI 300 y del MSCI China A50 Connect tenderán a beneficiarse de las compras del “Equipo Nacional” (grupo de fondos de inversión controlados por el gobierno y encargados de estabilizar el mercado); y que los inversores a largo plazo pueden esperar señales más claras de la Tercera Sesión Plenaria. Incide en que la investigación y la acumulación de posiciones en sectores que se benefician de los vientos de cola industriales de China, como la tecnología y la fabricación avanzada, siguen siendo estratégicas; y piensa que sectores como la energía y los metales verdes, respaldados por temas duraderos como la seguridad energética y la transformación ecológica, presentan oportunidades en medio de la incierta senda de recuperación del país.