François Rimeu (Crédit Mutuel Asset Management) | Los precios de la energía se encuentran actualmente bajos, tanto para el barril de petróleo como para el gas natural. En el caso del petróleo, esto se justifica por un mercado que actualmente experimenta un exceso de oferta; un exceso que, según las últimas previsiones de la OPEP, la EIA y la AIE, debería mantenerse en 2026. En el caso del gas natural, la lógica es similar, y para ambos mercados, la razón principal es la misma: la producción estadounidense ha sido más fuerte de lo esperado a lo largo de 2025.
Tampoco debemos olvidar los aumentos de cuotas concedidos a lo largo del año por la OPEP+, que también contribuyeron a una producción de petróleo superior a la prevista a principios de año. A esto se suman los recientes avances en el proceso de “fin de las hostilidades” entre Rusia y Ucrania, lo que aumenta la probabilidad de que las materias primas rusas vuelvan a ser “adquiribles” por todos los países.
Como resultado, el consenso actual es bastante negativo en cuanto a los precios de la energía, lo que tiene varias consecuencias. En primer lugar, respalda las perspectivas económicas de todos los países importadores netos, es decir, casi todos los países desarrollados y todos los países de la zona euro. También respalda la tendencia desinflacionista actual, tanto a través de efectos directos (por ejemplo, la energía representa el 10% de la inflación de la zona euro) como indirectos. Por último, también tiene efectos significativos en la trayectoria de los beneficios de muchas empresas, con repercusiones positivas para sectores como el transporte o los productos químicos, pero obviamente negativas para la industria del petróleo y el gas.
Sin embargo, este consenso podría verse cuestionado por varias razones:
- Nos estamos acercando a niveles que podrían afectar gravemente a la rentabilidad de algunos productores estadounidenses. Según las últimas estimaciones de la Reserva Federal de Dallas, el precio a partir del cual la producción deja de ser rentable ronda los 61 dólares para las grandes empresas, y el WTI (West Texas Intermediate, el precio de referencia en Estados Unidos) cotiza por debajo de los 56 dólares (a fecha de 16 de diciembre).
- La guerra entre Rusia y Ucrania podría prolongarse. Esto no cambiaría fundamentalmente la dinámica actual, pero podría hacer subir los precios entre un 5% y un 10%. (Fuente: Bloomberg).
- La posición de los inversores es muy pesimista en la actualidad. Los datos de la CFTC (Comisión de Comercio de Futuros de Materias Primas) muestran posiciones especulativas extremadamente bajas en la actualidad.
- La mejora de la economía mundial, la debilidad del dólar, los déficits récord de EE.UU., el plan de estímulo alemán y la bajada de tipos de la Reserva Federal, etc.; en términos generales, se trata de un entorno positivo para la dinámica de la demanda de energía y que, históricamente, se ha asociado a fases de apreciación de los precios de la energía.
- Se espera que continúe el aumento de la demanda energética de los centros de datos. Este es probablemente el riesgo más significativo a largo plazo y es probable que no afecte por igual a todas las fuentes de energía. La EIA estima que la demanda de electricidad de los centros de datos se duplicará en dos años hasta alcanzar los 835 TWh, lo que equivale al consumo eléctrico de Japón. Aunque es factible que la energía renovable en Europa sea suficiente para satisfacer este aumento de la demanda, en EE.UU. la situación será probablemente más complicada. Esto debería tender a impulsar al alza los precios del gas natural, especialmente si surgen limitaciones de capacidad en la producción.
En conclusión, aunque hoy en día parece haber un consenso generalizado en cuanto al mantenimiento de los bajos precios del petróleo y el gas natural, un aumento repentino del precio del barril de petróleo socavaría muchas de las certezas actuales: desinflación, recortes de tipos por parte de la Reserva Federal, consumo sostenido, etc. Esto probablemente daría lugar a una mayor inestabilidad macroeconómica y a una mayor volatilidad en los mercados financieros.



