No es Delta, es la “V”que queda atrás

Intermoney | Debemos ser cuidadosos con el tratamiento de la variante Delta del coronavirus que se le ha asignado el papel de coartada de los temores del mercado. En el caso de que decepcionen los datos de PIB del 2tr21 en EEUU, la variante Delta no será la culpable de esta circunstancia y, además, sus implicaciones negativas sobre la actividad pueden llegar a no ser tan importantes como se teme, aunque sí suponga un riesgo de cara al futuro próximo.

En estos momentos, Reino Unido representa el ejemplo más extremo de la predisposición de algunos países a convivir con la enfermedad, fiándose la solución final a los resultados de las vacunas para evitarlos casos más graves derivados del nuevo coronavirus. Esta realidad hace que la mirada deba estar puesta, al mismo tiempo, en el número de nuevos contagiados por COVID-19 y de hospitalizados por esta enfermedad. En la semana del 10 de enero, debido al nuevo coronavirus, en los hospitales británicos llegaron a ingresar 28.793 personas mientras que un par de semanas después había más de 4.000 enfermos en las UCI y el número de muertes alcanzó un pico de cerca de 1.800 personas, a la sombra de unos contagios que por aquel entonces marcaron un máximo de 68.192 diarios. En la actualidad, a la sombra de unas cifras de contagios diarios que han llegado a superar los 50.000 en el Reino Unido, en la semana del 11 de julio las hospitalizaciones por COVID rondaron los 4.000 (cifra que aumentará en la semana del 18 de julio) y los enfermos de coronavirus ingresados en la UCI ascendieron a 545 el pasado 14 de julio mientras que las defunciones se situaron en 28 el 18 de julio.

La anterior comparativa fría de datos tiene su importancia ya que mientras los números de personas hospitalizadas y fallecidas por COVID permanezca en cifras asumibles, a pesar de dispararse los contagios, las autoridades de los países afectados entenderán que la realidad avala las estrategias de normalización sustentadas en la tesis de que las vacunas reducirán,en la medida suficiente,el número de casos graves como para hacer asumible la situación. De darse esta situación, el relanzamiento de la economía se impondrá a otras consideraciones y los temores respecto al escenario de actividad perderán fuerza.

En esta ocasión, el Reino Unido será el faro que servirá de guía para apuntar qué impacto económico real tendrá la variante Delta. Un impacto que atesora una dimensión económica que suele pasarse por alto como es el derivado de las cuarentenas de los trabajadores. En el territorio británico, éstas afectan a más de medio millón de personas y suponen un gran desafío para múltiples empresas que no pueden mantener su actividad con normalidad. De hecho, la situación ha llegado a ser tal que las autoridades del país han flexibilizado las cuarentenas para los trabajadores considerados esenciales.

Por otra parte, el hecho de permitir que la enfermedad evolucione sin ningún control da lugar al riesgo de que acabe habiendo tantos contagios que la situación hospitalaria sea insostenible o que surja una variante más agresiva y ante la que las vacunas no sean tan efectivas. Un riesgo difícil de evaluar para un economista que, simplemente, puede tomar nota de su existencia.

En este contexto, una vez más, resulta curioso que la incomodidad de fondo del mercado volviese a salir a la luz en una jornada sin grandes referencias y que, a priori, debía estar llamada a la calma. Sin embargo, la experiencia confirma que los momentos sin referencias de calado se tornan en los más peligrosos al ser utilizados para aflorar ciertos ajustes y movimientos pospuestos y, en este sentido, algunas viejas cuestiones pueden servir de detonante. No obstante, esta vez, la actualidad servía una buena excusa en forma de variante Delta del COVID que pone en duda la intensidad del avance económico.

Las inquietudes de fondo en los mercados toman fuerza justo cuando la menor actividad veraniega ya es una realidad y con ésta la caída de la liquidez. De forma que asistimos a un momento propicio para ajustar la exposición al riesgo, en especial, cuando se dan datos macroeconómicos en EEUU que confirman que lo mejor queda atrás y en ámbitos tales comola renta variable, las actuales valoraciones complican que se produzcan nuevos avances. Así que noticias como el avance de los casos de coronavirus en un 70% durante la semana pasada en EEUU o el repunte de lasmuertes vinculadasa la enfermedad en un 26% en este país, no hacen más que alentar el hecho de que los inversores preparen sus carteras para pasar unas vacaciones tranquilas teniendo en cuenta los escenarios menos positivos.

Ahora bien, resulta adecuado cuidarnos de sobrerreaccionar ante la cuestión de la extensión de la variante Delta ya que el debate real estriba en qué podemos esperar de ciertas economías clave, una vez que pasamos de una recuperación en “V” a una fase de expansión presidida por avances más moderados. Ésta es la verdadera clave y, en cuanto al futuro, el exceso de ahorro en el mundo, el sesgo favorable de las políticas monetarias en relación con el momento del ciclo (aunque en algunos lugares empiecen a ser menos generosas)y, en especial, el cambio del discurso dominante en cuanto a las políticas fiscales, nos llevan a esperar que las cifras de crecimiento sigan siendo relevantes en 2022. Empero, no nos debemos llevar al engañoen cuanto al análisis del escenario, dado que el debate real gira alrededor de EEUU y éste es el país en el que debemos centrarnos ya que representa el punto a partir del cual se empieza a extenderla mancha de aceite. Un país en el que los motivos enunciados anteriormente nos llevan a cotizar que la economía vuelva a coger tracción en los próximos meses.

En este contexto, la variante Delta del coronavirus debe tratarse como un elemento adicional que puede agravar las dudas, si bien por sí misma no es suficiente para explicar lo ocurrido en los mercados en el arranque de la semana. Sin embargo, esto no evita que sirva para potenciar ciertas inquietudes y, en este capítulo, la clave estriba en si Delta estresará las cifras de hospitalizaciones y defunciones en las economías avanzadas. Demomento, el faro que representa Reino Unido en esta cuestión no arroja tensiones inquietantes y, de perdurar dicha situación, esto servirá para diluir las inquietudes hacia el futuro vinculadas con la variable Delta y permitir que se estime que los apoyos con los que todavía cuenta la economía transformen en un bache temporal el enfriamiento de ciertas variables. Por lo tanto, las caídas en bolsa podrían representar una oportunidad de compra.

Sin embargo, la constatación de si la variante Delta acaba deparando o no una situación de tensión hospitalaria que obligue en las economías avanzadas a deshacer buena parte del camino en cuanto a la relajación de las medidas de control, resulta una cuestión de semanas. Mientras tanto, lo cierto es que lo mejor de la recuperación económica en EEUU y China queda atrás y, el lunes, la reacción del mercado era acorde con una situación en la que se pasaba de una recuperación en “V” a un escenario en el que se pone el acento sobre el enfriamiento y la incertidumbre respecto al desempeño de la actividad en el futuro próximo, el cual era más palpable en Europa debido al mayor avance de los contagios por coronavirus. En concreto, el Stoxx600 cayó un -2,3%y muchas bolsas europeas experimentaron su peor sesión del año, al tiempo que el S&P500 se dejó un -1,59%. Unas caídas que eran lideradas por el sector energético ya que se dejaba un -4,07% en el Viejo Continente y un -3,59% en EEUU, sufriendo también bastante el sector financiero en ambos lados del Atlántico.