Reino Unido: el significado del acuerdo

Brexit

Tristan de Bourbon (Londres) | “Los proveedores de servicios británicos tendrán que cumplir las normas de cada estado (…) Hay un acuerdo en comercio, que beneficia a la UE, pero no en servicios financieros, que habría beneficiado a UK” ha sintetizado Theresa May.

Boris Johnson está en la luna. El primer ministro británico considera que el acuerdo negociado con la Unión Europea es un compromiso que creará “una relación mejor y más sana” entre los dos vecinos. Dijo que el compromiso debería atraer tanto a “las personas que aman a Europa y quieren tener una buena relación con ella, que quieren sentirse cerca de ella” como a los “que ven los beneficios de la independencia económica y política”.

Por supuesto, no todos los observadores están de acuerdo. “Comparado con un no trato, este acuerdo es positivo, pero comparado con la situación actual, es una situación de pérdida”. Jonathan Portes, Profesor de Economía del Kings College de Londres, es categórico: el comercio entre el Reino Unido y la UE se verá afectado negativamente por Brexit. De hecho, si bien un acuerdo de libre comercio normalmente tiene por objeto reunir a dos economías regidas por reglamentaciones diferentes a fin de aumentar su comercio, por primera vez los negociadores tuvieron que respaldar la divergencia parcial de dos economías completamente alineadas por la reglamentación, interconectadas y con un alto nivel de comercio, tratando al mismo tiempo de no afectar demasiado a su interacción.

El profesor cree que “las principales consecuencias de la salida del mercado único y de la unión aduanera sólo se sentirán realmente en el Reino Unido a medio y largo plazo”. En un informe co-autorizado bajo la bandera del think-tank ‘UK in a Changing Europe’, dijo que “en cualquier caso, el impacto de Brexit en las finanzas públicas será mayor que la contribución del Reino Unido al presupuesto de la UE”.

A corto plazo

No se prevé que disminuya el comercio entre el Reino Unido y la Unión Europea. Los negociadores han acordado que no se impondrán derechos a sus respectivos productos siempre y cuando puedan demostrar un origen parcial en el Reino Unido y la UE. Para el público británico, esta es una ganancia innegable: el secretario de Medio Ambiente y Alimentación, Michael Gove, había advertido que un no acuerdo llevaría a un aumento del 2% en los precios de los alimentos.

Pero el comercio se verá obstaculizado porque los exportadores e importadores tendrán que presentar mucha documentación antes de poder trasladarse de un país a otro y en algunos sectores, probar sus productos. Hasta que los procesos sean agilizados, estas nuevas medidas serán costosas y llevarán mucho tiempo. “Las empresas multinacionales podrán absorber los costos de las nuevas tareas administrativas, pero a largo plazo tendrán menos incentivos para invertir en el país”, advierte Jonathan Portes. Por otra parte, algunas de las pymes tendrán dificultades para hacer frente a las demandas informáticas iniciales.

Buenas noticias para los negocios: las autoridades británicas y europeas han anunciado que proporcionarán flexibilidad durante el primer año para permitir a las empresas adaptarse al nuevo proceso.

Por otra parte, la posibilidad de que los británicos presten servicios a los países europeos se verá en gran medida menoscabada. En efecto, se han presentado numerosas excepciones que varían de un país a otro. De hecho, Johnson admitió que en los servicios financieros el acuerdo “no llega tan lejos como quisiéramos”. Estos últimos son los principales ausentes de este acuerdo. La ex Primera Ministra Theresa May recordó a la Cámara de los Comunes poco después de que se anunciara el acuerdo: “Los proveedores de servicios británicos ya no tendrán acceso automático a la UE y tendrán que cumplir las normas de cada Estado (…) Tenemos un acuerdo en materia de comercio, que beneficia a la UE, pero no en materia de servicios financieros, que habría beneficiado al Reino Unido”.

Para numerosos sectores, como el de la pesca, que estaba en el centro de las negociaciones, nada cambia a corto plazo. Ambas partes acordaron que la UE debería redistribuir el 25% de su captura en términos de valor en las aguas territoriales británicas al Reino Unido… para 2026. Por lo tanto, los pescadores británicos tendrán 2/3 del volumen de negocios realizado en sus aguas.

A medio y largo plazo

Las negociaciones post-Brexit están empezando. Aún quedan muchos asuntos por determinar entre los dos vecinos. Por ejemplo, no se ha acordado el reconocimiento automático de las calificaciones profesionales, por lo que deberá acordarse en el futuro. En el ámbito de la pesca, por ejemplo, si el Reino Unido decide en 2026 que ya no abrirá sus aguas a los pescadores europeos, la UE tendrá derecho a tomar represalias mediante la introducción de impuestos sobre las exportaciones de pescado británico a la UE, una medida de represalia que tendrá que ser aprobada por un comité independiente. Para evitar que sus relaciones se deterioren completamente en este tema, el colapso de las conversaciones sobre pesca llevaría a la suspensión automática de los acuerdos sobre comercio, aviación y transporte por carretera.

El Reino Unido también ha aceptado cumplir los requisitos de la legislación ambiental y laboral de la Unión Europea en el futuro. Oficialmente, los 27 estaban preocupados por la competencia desleal a través del establecimiento de un ‘Singapore-on-Thames’ (Singapur en el Támesis) en su frontera. Aunque oficialmente se está estudiando la creación de puertos libres, así como la idea de hacer que el Reino Unido sea aún más competitivo en materia de impuestos, Boris Johnson se burló de estas predicciones. “No vamos a enviar a los niños a trabajar en las chimeneas o a verter las aguas residuales en las playas. No vamos a retroceder”. En resumen, el Reino Unido seguirá siendo un país fundamentalmente europeo, tanto en lo que respecta al gasto público, como en lo que hace a la protección social, los tipos impositivos, etc.

El Primer Ministro es tanto más creíble cuanto que el Reino Unido está más avanzado en la lucha contra el calentamiento global y el desarrollo de las energías renovables que sus vecinos europeos. Y el acercamiento de la COP26 del 1 al 12 de noviembre de 2021 en Glasgow sólo acelerará esta situación: Boris Johnson lo ha convertido en una de las prioridades de su Gobierno. Tiene la intención de aprovechar este acontecimiento para mostrar la dirección elegida por su país, una dirección considerada progresista y sobre todo marcada por la cooperación con el resto del mundo.

Para “ir más allá”, Boris Johnson también ha decidido poner fin a la participación del Reino Unido en el programa escolar y universitario Erasmus+. Además de justificarlo por su costo, el Gobierno espera que eso le permita no limitar la estancia de los británicos en Europa. Por lo tanto, ha anunciado la introducción de un nuevo programa, llamado Alan Turing, que tiene como objetivo enviar 35.000 estudiantes al año a universidades de todo el mundo a partir de septiembre de 2021.