Un acuerdo del Brexit para Navidad

Johnson y von der leyen

Bankia Estudios | Reino Unido y la UE han cerrado un acuerdo histórico que marca el fin definitivo de 47 años de pertenencia británica a la UE y que definirá las relaciones tras la ruptura, reduciendo el riesgo de una salida caótica el 1 de enero de 2021. Este acuerdo proporciona una plataforma legal inicial sobre la cual ambas partes pueden redefinir posteriormente sus futuras relaciones.

El acuerdo preserva la libre circulación de bienes entre Reino Unido y la UE, asegura el mercado energético transfronterizo y cubre temas como la cooperación policial y de seguridad. Sin embargo, el sector servicios no se encuentra demasiado representado en el acuerdo. En concreto, en lo referente a los servicios financieros, habrá que esperar al menos a marzo de 2021 para contar con un nuevo marco de cooperación en materia de reglamentación de los servicios financieros. Respecto al tema de la pesca, el gran escollo en esta última fase de la negociación, se incluye un periodo de transición de cinco años y medio, en el cual, las flotas pesqueras comunitarias tendrán libre acceso a los caladeros británicos, si bien se reducen en un 25% sus cuotas pesqueras. Pasado este periodo de transición, las cuotas se negociarán anualmente.

También se logró superar otro de los escollos clave durante las negociaciones, como fue la demanda de la UE de incluir garantías de competencia justa para las empresas. El proyecto incorpora un nuevo mecanismo de arbitraje destinado a garantizar la «igualdad de condiciones» entre las dos partes, con la previsión de sanciones en forma de aranceles si cualquiera de las dos partes infringe gravemente la normativa de la otra y toma ventaja; por ejemplo, en ámbitos como la protección del medio ambiente. Sin embargo, es previsible que este acuerdo sea solo un primer paso, que permita la entrada en vigor de las nuevas relaciones entre la UE y el Reino Unido y, seguramente, irá evolucionando en los próximos años.

Por otra parte, queda muy poco tiempo para realizar todos los trámites antes del 1 de enero, lo que obligará a acelerar unos procedimientos que, en condiciones normales, llevarían semanas e, incluso, meses. El proyecto ya ha sido revisado y aprobado por el comité de representantes permanentes de los 27 socios en Bruselas, con rango de embajadores. Una vez que ya ha pasado este trámite, el Parlamento europeo podría convocar un pleno extraordinario o una reunión de los presidentes de los grupos parlamentarios para dar su primera opinión sobre el texto y, salvo sorpresas de última hora, parece descartado que pueda ratificarse antes de final de año, lo que obligará a la Comisión Europea (CE) a buscar alternativas legales para evitar que el 1 de enero se produzca un vacío legal que desemboque en un caos aduanero y fronterizo.

La “buena noticia” es que, al tratarse de un acuerdo que no incluye competencias compartidas con los estados miembros, la CE se ha acogido al Artículo 217 del Tratado de Funcionamiento de la UE, permitiendo que el acuerdo sea aprobado, únicamente, por los parlamentos europeos y británicos, evitándose el trámite de que todos y cada uno de los parlamentos de cada país miembro deba aprobarlo también.
La solución por la que ha optado la CE es la de aplicar el tratado de forma provisional, no más allá del 28 de febrero de 2021, a la espera de que el Parlamento europeo lo ratifique. El nuevo acuerdo servirá para limitar el impacto que se hubiera producido en una situación sin acuerdo a partir del 31 de diciembre, pero la salida de Reino Unido de la UE implica la creación de nuevas barreras al comercio de bienes y servicios y a la movilidad transfronteriza que no existían hasta ahora que y que introducirán una elevada incertidumbre en el corto plazo. Además, las medidas cautelares de aprovisionamiento por si no se lograba un acuerdo, han aumentado las importaciones de comercios y empresas británicas, lo que, sumado a los estrictos controles sanitarios para contener el brote de la nueva mutación del virus, auguran un fin de año y un mes de enero un poco caóticos en la que será la principal frontera británica a partir de ahora.

Reacción de los mercados

En una semana en la que había aumentado la incertidumbre a corto plazo por las nuevas variantes del virus, el acuerdo alcanzado entre la UE y el Reino Unido ha supuesto un soplo de aire fresco para la renta variable europea. Aunque el acuerdo es limitado, se evita el peor de los escenarios y se sientan las bases para que se reconstruyan las relaciones entre ambas economías. Por tanto, se elimina otra incertidumbre, lo que ha sido celebrado por los principales índices europeos, aunque con subidas moderadas, porque, en cierto modo, el mercado nunca ha dejado de confiar en que se alcanzaría un acuerdo por las consecuencias tan negativas que hubiese tenido para ambas partes el escenario contrario.

Entre la sesión del día en que ya se anticipó la posibilidad de un acuerdo y el inicio de la siguiente sesión, el FTSE 100 se ha revalorizado un 0,8% (un 2,4% el FTSE 250, al verse menos afectado por la apreciación de la libra). Mientras, el resto de principales bolsas europeas han subido estos dos días, en media, un 1,3% y el Ibex un 2,1%. Más importante que este movimiento de corto plazo es que se despeja una de las incertidumbres que en los últimos meses e, incluso, años ha venido generando volatilidad en los mercados financieros europeos, quedando la evolución de la crisis sanitaria como el principal riesgo para unas perspectivas bursátiles en 2021 que siguen siendo positivas, pues no hay razones para dudar del compromiso para apoyar el crecimiento de bancos centrales y gobiernos.

En cuanto a la política monetaria, se ha producido una revisión al alza de las previsiones de tipos en Reino Unido, pero aún sigue cotizándose la posibilidad de una bajada hasta niveles negativos a partir de mediados de 2021. Del mismo modo, se ha registrado un repunte de las tires de la deuda pública (10 pb en el plazo a 10 años), pero sin que haya abandonado el rango lateral en el que oscila desde el pasado mes de marzo. También las rentabilidades de los bonos core de la UEM han repuntado y, en menor medida, la de los bonos periféricos, produciéndose una moderación de las primas de riesgo.

Finalmente, la libra se ha apreciado con el dólar hasta 1,36, máximos desde mayo de 2018, y hasta niveles inferiores a 0,90 con el euro, movimiento que debería continuar, hasta situarse, al menos, en el rango 0,88-0,87 gbp/eur; su actual infravaloración con la moneda de la UEM no se corregiría mientras no se aprecie hasta niveles en torno a las 0,84 libras.