Juan Pedro Marín Arrese | Urge arbitrar una política rigurosa de gasto público. Pretender resolverlo todo desde la esfera de lo público, a golpe de BOE, lejos de superar los problemas, los agrava.
Lo peor está por llegar y no tardará en mostrar la amplitud del daño infligido. Y en un contexto de condiciones crediticias día a día más exigentes los mercados no tardarán en penalizar los desequilibrios. Especialmente aquellos cuya sostenibilidad arroja mayores dudas. Nuestro país figura en lugar destacado en esta lista.
El Gobierno debe facilitar una tarea que incumbe a las empresas, aliviando sus cargas y reduciendo la captación de recursos para fines no esenciales, cuando no superfluos.
