Diego Franzin (Plenisfer Investments-Generali Investments) | El oro brilló en los mercados en 2024: su precio alcanzó máximos históricos, y el año pasado terminó con una rentabilidad impresionante (+27% en dólares), sólo superado por la rentabilidad del Nasdaq (+28,6%). Este repunte dura ya tres años, y se sustenta por varios factores.
En primer lugar, las compras de los bancos centrales. Países como China, India y Turquía han aumentado sus reservas de oro para diversificar activos en detrimento del dólar estadounidense. A nivel mundial, los bancos centrales compraron 694 toneladas de oro en los nuevos primeros meses del año; y, en noviembre, el Banco Popular de China anunció que reanudaría las compras de oro tras una pausa de seis meses.
Otro factor de apoyo es la incertidumbre relacionada con los acontecimientos geopolíticos. No solo los conflictos en Ucrania y Oriente Medio mueven a los inversores hacia un valor refugio como el oro, sino que también lo hacen las incertidumbres que rodean a las futuras políticas de Trump. La victoria electoral de Trump proporcionó uno de los escenarios más favorables para el oro, ya que aumentó la incertidumbre geopolítica, agravada por las expectativas de un mayor crecimiento del gasto fiscal en Estados Unidos.
Por último, las políticas monetarias desempeñan un papel relevante. Durante la fase de subida de los tipos de interés, el oro representó la cobertura definitiva contra la inflación que combatían las políticas monetarias. En la fase actual de bajadas de tipos, sigue ofreciendo una alternativa a otras clases de activos, aunque la relación coste-beneficio de mantener oro haya aumentado. Los precios del oro experimentaron un ligero descenso después de que la Fed bajara los tipos en diciembre. Sin embargo, cabe señalar que el banco central estadounidense también indicó que las reducciones de tipos el año que viene serán más lentas de lo previsto.
Según nos adentramos en 2025, algunas estimaciones sugieren que el oro podría alcanzar los 3.000 dólares por onza, apoyado por la continuación de los factores descritos anteriormente y un posible resurgimiento de la inflación impulsado por las políticas fiscales y comerciales del nuevo presidente Trump. También por las expectativas de un nuevo aumento de la deuda pública estadounidense.
En Plenisfer, creemos que, independientemente de las tendencias de los precios a corto plazo, el oro seguirá desempeñando varias funciones clave en una cartera de inversión en 2025.
Seguirá siendo un fuerte elemento de diversificación, ayudando a reducir la volatilidad de la cartera gracias a su baja correlación con otros activos. Seguirá ofreciendo protección contra la inflación, que históricamente se produce en oleadas y podría, especialmente en EE.UU., mantenerse por encima de los niveles actualmente previstos por los mercados.
Por último, seguirá siendo un activo refugio en tiempos de incertidumbre económica o geopolítica.