Intermoney | Donald Trump “rizaba el rizo” en una jornada bursátil impredecible y con un guion que volvía a dar un giro de 180o después de anunciar que ordenará una pausa de 90 días para los países que no tomen represalias y reducirá los aranceles recíprocos al 10%, con efecto inmediato, pero también aumentará los aranceles sobre China al 125%. ¿Los motivos de la pausa? De diversa índole. Por un lado, la compleja estrategia comercial de Trump es algo que, a ciencia cierta, sólo conoce él mismo. Podemos conjeturar que su intención es la de mostrar un Estados Unidos fuerte e implacable con el mundo entero. Con el miedo arancelario, Trump ha conseguido que muchas economías sin capacidad de acciones recíprocas optasen por no echar mano de la beligerancia arancelaria y buscar el camino de la negociación.
Sin embargo, “no hay puntada sin hilo” ya que EEUU dejaba en vigor un arancel universal del 10% así como gravámenes a los automóviles, el acero y el aluminio, lo que ya supone por sí solo un muro proteccionista sin precedentes. La segunda derivada de la guerra arancelaria de Trump está en el reconocimiento de que, como sucediese en su primera legislatura, el enemigo real es China y que las intenciones del mandamás estarían en las de buscar un “todos contra el gigante asiático”; algo que, a nuestro parecer, difícilmente funcionará pues EEUU se ha mostrado como un socio imprevisible y poco fiable.
La decisión de posponer los aranceles hay que interpretarla desde varios ángulos. Por un lado, la imprevisibilidad de Trump hace que el retraso tenga que “ser cogido con pinzas” no debiendo descartar un cambio de parecer. El otro es la implicación de las medidas pues, a pesar de la euforia del mercado, para todos aquellos importadores estadounidenses de productos chinos hay una presión altísima. Un arancel fijo del 10% implica menos recortes de tasas, y las perspectivas de inflación siguen siendo altas. Los aranceles son un impuesto que pagan los importadores y compradores o los productores. Si todos los aranceles se reducen al 10%, excepto los de China, es muy difícil imaginar cómo los costes de los aranceles no se trasladarán a los consumidores estadounidenses.
Hay algunas compañías estadounidenses que puede producir ahora a un menor precio que otros países, pero en la mayoría de los casos, es probable que la diferencia en el coste de producción supere el 10%. Dadas la incertidumbre sobre la duración de los aranceles, es difícil imaginar que muchas empresas reubiquen su producción en EEUU para ahorrar un 10%, dadas las diferencias en los costes salariales y en aspectos como los permisos y la legislación laboral. Si se mantiene el nuevo statu quo, China también sería uno de los grandes perdedores, y las empresas, incluidas las estadounidenses, que producen bienes en China o dependen de insumos chinos. Si bien los gravámenes estadounidenses más elevados sobre los productos chinos podrían provocar escasez de productos, la situación puede ser peor para las fábricas exportadoras chinas. De hecho, algunos exportadores ya están dando licencia a sus empleados o incluso reduciendo puestos de trabajo, ya que los clientes estadounidenses suspenden o cancelan pedidos, según publicaciones en la red social china Xiaohongshu.
El otro motivo en el paso atrás de Trump estaba en la presión que ha ejercido el mercado de deuda soberana. Trump calificaba el mercado de bonos como “una maravilla” el miércoles. El día de ayer comenzó con una alta preocupación sobre la estabilidad de los treasuries. El rendimiento de los bonos del Tesoro a dos años (el vencimiento más sensible a las expectativas sobre la política de la Reserva Federal) subía hasta 30 p.b., el mayor aumento intradía desde 2009. Mientras tanto, los rendimientos a treinta años contrarrestaron un aumento, en parte porque disminuyeron las preocupaciones de que la escalada arancelaria reavivara la inflación. El rendimiento de los bonos a largo plazo se desplomaba hasta el 4,7% tras alcanzar el 5,02%, su nivel más alto desde 2023.
Trump no ha sido ajeno a la liquidación de bonos del tesoro a un nivel que históricamente habían provocado algún tipo de intervención por parte de la Reserva Federal. No obstante, en esta ocasión la sensación era la Fed no iba a actuar con tanta celeridad, algo lógico si consideramos que la volatilidad tan alta y los cambios constantes en los mercados no generaban ninguna ayuda al banco central. Nos quedamos con esta frase del presidente de la Fed de Minneapolis, Neel Kashkari: “Dada la importancia primordial de mantener ancladas las expectativas de inflación a largo plazo y el probable impulso a la inflación a corto plazo por los aranceles, el obstáculo para recortar las tasas, incluso ante un debilitamiento de la economía y un posible aumento del desempleo, es más alto”.
Las actas de la Fed, que se publicaban ayer y quedaban en un segundo plano por el paso atrás remarcaban que “casi” todos los funcionarios de la Fed veían mayores riesgos al alza para la inflación y riesgos a la baja para el empleo. Recordemos que, en la nueva ronda de proyecciones el PCE subyacente se revisó hasta el 2,8% (frente 2,5% anterior), mientras que la proyección de crecimiento del PIB se redujo para este año al 1,7% desde el 2,1%. Eso sí, se destacó que la incertidumbre en las proyecciones había aumentado debido al nuevo contexto arancelario. De hecho, lo interesante estaba en lo que concierne a los precios, ya que una “mayoría” señalando la posibilidad de que sea más persistente de lo proyectado, y es que no se revisaron al alza las proyecciones de PCE para 2026 y 2027.
Para esta mayoría, el quid de la cuestión está no sólo en la intensidad de los aranceles de represalia, sino también en el grado en que se impongan aranceles a bienes intermedios y que, por tanto, afectase a varias etapas de la producción. Y eso pondría en aprietos al banco, con una inflación persistentes al tiempo que las perspectivas de crecimiento y empleo se debilitaran. No obstante, otro de los detalles relevantes residía en que los participantes evaluaron que el Comité estaba “bien posicionado” para enfrentar los posibles riesgos. Eso nos da a entender que desde el FOMC se pueden mantener más tiempo a la espera hasta obtener una visión más nítida del escenario. Aunque este es un terreno que han venido allanando los funcionarios recientemente, defendiendo que no hay necesidad de apresurarse a realizar más ajustes en los tipos de interés.