Intermoney | Como nos podíamos esperar, la coalición gobernante de Japón, compuesta por el Partido Liberal Democrático y el Komeito, perdió el control de la Cámara Alta en las elecciones de este domingo. Esto no significa que vaya a cambiar el gobierno, puesto que el Primer Ministro, Shigeru Ishiba, avisó que mantendría el ejecutivo independientemente del escenario. La coalición de los dos partidos obtuvo 47 escaños, tres menos de los 50 necesarios para asegurar la mayoría en la cámara alta de 248 escaños, en una elección en la que estaba en juego la mitad de los escaños. Recordemos que la coalición también perdió el control de la más poderosa cámara
baja en octubre.
Lo que ha aliviado ligeramente a Ishiba es que los partidos de la oposición están muy divididos y tienen pocas posibilidades de unirse como fuerza política. Un ejemplo es la aparición de un nuevo partido político a la derecha del espectro político, Sanseito, que ha irrumpido con fuerza siendo la cuarta fuerza y obteniendo 14 escaños cuyo lema es «Japón Primero» y advirtiendo sobre una «invasión silenciosa» de extranjeros, a pesar de que aún representa solo el 3% de la población total, una fracción mucho menor que en Estados Unidos y Europa.
El problema para el mandatario es que los partidos de la oposición, a pesar de su desunión, podrían intentar presionar a favor de una política fiscal más laxa para hacer frente a los retos del coste de la vida en Japón y esto dificultaría aún más el estado de las finanzas públicas, así como la tarea del BoJ de normalizar su política. El otro riesgo es que, si se presiona a Ishiba para que dimita de no someterse a las políticas de la oposición, podría ser sustituido por alguien como Sanae Takaichi quien ya se mostró bastante más decidida a influenciar en el Banco de Japón para que su política ultralaxa se mantenga más tiempo. Aun así, en el corto plazo lo que más tiempo está ocupando al Primer Ministro son las negociaciones con EEUU, para conseguir un acuerdo lo antes posible que no sea muy lesivo para los nipones. Hasta ahora se han estancado, especialmente en lo relativo a los aranceles sobre los automóviles.