Francia es el único país de Europa donde los diferenciales se han ampliado frente a Alemania, pero solo en 80 pb; no habrá crisis de divisa ni de financiación

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Michael Browne (Franklin Templeton Institute) | No sorprende que el primer ministro Bayrou haya perdido la moción de confianza y que el presidente Macron busque ya a su quinto primer ministro desde comienzos de 2024. Las elecciones mal planteadas que se celebraron hace justo un año agravaron la inestabilidad política de un país con un déficit fiscal superior al 5% y una deuda sobre PIB del 116% en aumento. Pero sin una base política en la Asamblea (Parlamento) que respalde recortes de gasto o subidas de impuestos, no hay esperanza de resolución. El único objetivo político de Macron parece ser impedir que el partido de Le Pen, la RN, forme gobierno o proporcione al próximo presidente y, por tanto, el déficit puede esperar. Septiembre traerá una oleada de huelgas convocadas tanto por la izquierda como por la derecha, que de nuevo serán ignoradas y se dejarán pasar.

Ese juicio probablemente sea correcto: Francia cuenta con el respaldo de la UE, del BCE y del euro, y no va a ninguna parte. Su sistema financiero es sólido. Cierto es que es el único país de Europa donde los diferenciales se han ampliado frente a Alemania, pero solo en 80 puntos básicos. No habrá crisis de divisa ni de financiación.

Así que, quienquiera que asuma el cargo —ya sea un veterano, un tecnócrata, un centrista o un perfil de centroizquierda (no será, cabe subrayar, de la extrema izquierda ni de la extrema derecha)—, no importará. No se espera de él que logre nada. Simplemente, capear la situación hasta 2027 y confiar en que la mejora económica en Europa, impulsada por el canciller alemán Mertz, genere suficiente crecimiento para compensar el riesgo de llevar dos años sin presupuestos nuevos. El mercado de bonos se muestra tranquilo, mientras que la renta variable ha sufrido, no tanto por las dificultades políticas como por la debilidad en las ventas de bienes de lujo. Un gobierno operativo es, claramente, un lujo que a Francia no se le permitirá; y cuando lo tenga, en 2027, los mercados estarán preparados con su veredicto.