EEUU: 37 trillones de deuda, y otros 100 trillones de compromisos de gasto fuera de balance para los próximos años

Julio López (Atittude Gestión SGIIC) | Uno de los maratones más famosos de la historia es el de las Olimpiadas de San Luis de 1904. Se descubrió que Fred Lorz, un albañil que en teoría había ganado la prueba, recorrió quince kilómetros en la parte de atrás de un camión. Thomas Hicks, quien había quedado en segundo lugar, recibió la medalla de oro, a pesar de que debieron ayudarle a cruzar la línea de meta porque iba hasta arriba de estricnina. El tercero fue un cartero cubano, Félix Carvajal, que corrió con zapatos de cordones y una señora boina. En noveno lugar quedó Len Taunyane, el primer africano negro en competir en los Juegos Olímpicos, quien corrió más de cuarenta y tres kilómetros descalzo, si incluimos el kilómetro y media extra que debió correr para dejar atrás a un perro muy agresivo.

La verdad es que llevo unos días inquieto y mosqueado con lo que pasa en los mercados financieros, y como decía un sabio trader hace mucho tiempo, cuando dos noches seguidas duermes intranquilo pensando en posiciones, lo mejor es llegar al día siguiente y cerrar esas posiciones. Parece que en los mercados estamos en series continuas de los 100 metros lisos, en los que hay que ir a tope permanentemente, pero pienso que en los momentos actuales debemos alejarnos de la velocidad y fijarnos más en la resistencia y distancias más largas, sin caer en “anabolizantes” o el repetitivo miedo a quedarse fuera que parece embargar todo. El mercado parece pasar por unos días de vino y rosas después de las caídas abruptas de principios de abril, y ha recuperado todas las caídas como si empezáramos una nueva época luminosa. La verdad es que no había previsto para nada la fortaleza de la recuperación, pero bueno, los espíritus del mercado campan a sus anchas y lo único que puedes hacer es que no te lleven por delante. En un par de semanas, el mercado ha pasado de descontar una recesión a nuevamente descartarla. Como ya sabrán por cartas anteriores, yo soy de los que pensaba que esta vez sí que no nos librábamos de la recesión, pero de momento parece que estoy equivocado.

Lo que me tiene más mosqueado son los mercados de tipos de interés, y sobre todo, la poca atención que están prestando los mercados bursátiles a los mismos. La pregunta que me ronda todas las noches en lugar de pensar en walkirias, o soñar con un Atleti al ataque, es si estamos a las puertas de una nueva crisis de deuda como tuvimos hace quince años. Los gobiernos del mundo siguen actuando de forma totalmente irresponsable, con la mente puesta en las siguientes elecciones, aplicando políticas de gasto sin parar, y despreciando los efectos de una subida vertical de la deuda. Esta semana, Moody´s ha rebajado la calificación de la deuda norteamericana, perdiendo su histórica AAA. La pregunta real es por qué no lo había hecho en los últimos diez años, si por pereza o corrupción, cosa que no les es ajena, como vimos ya con sus calificaciones rimbombantes y maravillosas para los CLOs, CDOs y demás criaturas abisales en la crisis de la vivienda del 2008.

La deuda americana ronda los 37 trillones americanos, y lo que es peor, los déficits no paran de subir año tras año independientemente de quien haya estado al frente del gobierno. Los esperados recortes encomendados a Musk parecen ser más que nada ocurrencias o fuegos de artificio, y una excusa para afirmar la bajada de impuestos prometida por Trump durante su campaña electoral. Una de las premisas de Trump era subir aranceles con los que compensar esas bajadas de impuestos posteriores, pero si miramos un gráfico comparativo de la cifra de gasto público en los primeros 100 días de Biden y los primeros 100 días de Trump, no hay ningún tipo de diferencia. Si Pitágoras se levantara de la tumba se volvería inmediatamente a la misma, por el desprecio que sienten los gobernantes ante nociones básicas de matemáticas. No hay que olvidar que aparte de esos 37 trillones de deuda, se calculan de otros 100 trillones de compromisos de gasto fuera de balance para los próximos años. Si miramos quien es la propietaria de esa deuda vemos que lo siguen encabezando Japón, China y los países del Golfo, lo cual no deja de tener su gracia cuando vemos sus propios problemas de deuda (Japón + 350% sobre PIB, por ejemplo). Arabia Saudita presenta ya un déficit anual de 67.000 millones de deuda por la caída del petróleo y empieza a recurrir a deuda. La deuda japonesa lleva una galleta importante en cuanto el Banco de Japón ha dejado de intervenir, y el 30 años japonés ha subido hasta el 3.15% de rentabilidad. Un ahorrador japonés que hubiera invertido hace 3 años y medio en la “segura” renta fija estaría perdiendo un 40 por ciento desde entonces. Incluso la deuda alemana, el último defensor de El Abismo de Helm ha claudicado y ha roto toda su ortodoxia financiera, lanzándose a la piscina del gasto descontrolado. Por no hablar de la deuda española, que yendo en moto (no dicen si en una Sanglas) acaba de alcanzar el 103,5% del PIB, con un montante de 1,667 billones de euros. El tener bonos de gobiernos europeos en cartera debe de tener algún sentido religioso o de autocastigo.

Lo único que vuelve a resultar confiable son el oro y el bitcoin. Las únicas herramientas para salvarse de las tentaciones de impresión de dinero que están a punto de resurgir en cualquier momento.

Decía Aldous Huxley que la marcha económica dependía de tres cosas, la obsolescencia programada, el gasto armamentístico y el crecimiento de la deuda ilimitado. Viendo lo visto debemos estar en el mejor de los mundos, dándole a tope a los tres jinetes. Pero cuando tienes que dedicar cerca de 2 trillones anuales al pago de intereses, las posibilidades de un descarrilamiento no son pequeñas.

Si miramos otros datos económicos, el presente no parece despertar alarmas. La temida recesión no aparece, pero si pensamos un poco, no parece raro. Se han juntado la no reducción del gasto público, con el anticipo de muchas compras por parte de empresas por temor a los aranceles. Lo más seguro es que los problemas de actividad los veamos en la segunda parte del año. Yo sigo pensando que la tendremos. Si salimos de los mercados financieros con sus sube y bajas, sigo preguntándome cómo las empresas pueden elaborar un plan de inversiones a largo plazo en la situación actual, y esos sí me parecen dignos sucesores de los superhombres de Marvel.

La última preocupación y no la más pequeña, es si estamos a punto de repetir una operación como la del Hotel Plaza de los 80 que llevó a una devaluación del dólar contra todas las principales divisas, como solución a los problemas competitivos de Estados Unidos, dejando los aranceles en segundo plano. De un día para otro los americanos podrían ser un 20 por ciento más pobres. Al día siguiente habría que comprar todo el S&P, pero al que le pille totalmente invertido se puede llevar una gorda. Si miran los comentarios de las empresas europeas a sus últimos resultados trimestrales, vemos que los efectos perniciosos de un euro fuerte, les estaba empezando a pasar factura.

En conclusión, yo de momento me voy al burladero y veo los toros desde allí. Como dice un amigo, cada paso que da el zorro, le acerca más a la peletería.