Las expectativas de inflación a tres años aumentan y amplían aún más la actual divergencia entre los miembros más restrictivos y los más dovish del BCE

Intermoney | Los datos semanales publicados por la Comisión Europea sugieren que los precios en las estaciones de servicio aumentaron un +1,0% (frente a un descenso del -3,3% en diciembre del año pasado). Y es algo a tener en cuenta para las siguientes lecturas, ya que los efectos de base favorables de la energía seguirán desapareciendo y será más complicado doblegar la inflación hacia el objetivo. Si a esta ecuación sumamos el aumento del precio del CO2 y el ligero incremento de los precios del gas, la tarea se vuelve incluso más complicada.

Por otro lado, siguen mostrándose resistentes los precios de los servicios, aunque en esta ocasión la mayoría de las lecturas regionales del IPC, que suelen ofrecer más información, no se publicaron antes de los datos nacionales. Lo que sí podemos explicar es que la repercusión retardada del aumento de los costes en la inflación de los servicios sigue sin cesar, y esto es un problema ya que los precios están sosteniéndose aumentos salariales aún fuertes y a una mayor fijación de precios por parte de las empresas de servicios. Pero también existen ciertas partidas con sus propias particularidades como las primas de seguros, que, si ya a finales de 2024 ofrecían lecturas muy altas, los alemanes están viendo como aumentan casi un 30% a. a principios de año.

Pero es probable que el BCE pase por alto el actual rebrote de la inflación mientras sea puntual y no generalizado. De hecho, en cuanto a los datos galos, la lectura era bastante más amable, subiendo una nimia décima hasta el +1,8% a., y quedándose ésta por debajo de las estimaciones. En este sentido, el repunte de los precios de la energía se ha visto compensado por una caída de los precios de los productos manufacturados algo más acusada que en noviembre, en sintonía con lo que nos ofreció en su día los PMI de diciembre. El problema de nuevo reside en los precios por el lado de los servicios, y es que volvían a mantenerse estáticos, y mes a mes aumentaban. A nivel agregado, el dato más alto de los teutones y el más bajo de los galos se acababa compensando para que en el conjunto de la zona euro el IPCA se sitúe en el +2,4% a., en línea con los pronósticos.

Los efectos de base desfavorables eran los mayores protagonistas, si tenemos en cuenta que los precios de la energía bajaron un -6,1% a. en septiembre, -4,6% en octubre, y -2% en noviembre, pasando a una tasa de inflación positiva del +0,1% en diciembre. La inflación en los servicios subió ligeramente al 4,0% desde el 3,9% pero de nuevo aquí debemos incidir en que se analizamos el cambio anualizado ajustado estacionalmente de tres meses la situación es mejor. El dato de diciembre fue del 1,9%, por debajo del 2,0% en noviembre y muy lejos de los meses anteriores. Por último, la inflación de los bienes se mantiene relativamente baja en el +0,5% y esto explicaba que el IPC subyacente se mantuviera sin cambios en el +2,7% a.

También nos parecía más interesante poner el ojo en la encuesta de expectativas de inflación a 1 y 3 años del BCE. En el corto plazo aumentaba una décima hasta el 2,6% pero en cuanto a las expectativas a 3 años estas pasaban a un 2,4% frente al 2,1% anterior. El riesgo es que esto podría ampliar aún más la actual divergencia entre los miembros más restrictivos y los más dovish, que ven los riesgos inflacionarios inclinados a la baja. Esta división ha seguido latente ya a principios de año entre las declaraciones de Holzmann y las del griego Stournaras. El problema para los funcionarios es que ahora tienen más asuntos de los que tratar, como los aranceles y el impacto que puede tener sobre la inflación y el crecimiento, algo que también es fuente de discrepancias, así como la pérdida de terreno del euro frente al dólar. Y estos aspectos están a su vez relacionados, puesto que el par empezó el año llegando a romper a la baja la barrera del 1,03, pero en la sesión del lunes el billete verde llegaba a dejarse entre un 0,8 y un 1,0%, ante los rumores que circulaban en los medios de que los aranceles serían menores de lo que se temía en un principio.