Fondos ESG y comisiones

Ricardo Jiménez (Sigma Rocket) | En los últimos 18 meses, la sostenibilidad se ha hecho hueco definitivo y prioritario en la agenda de los inversores. Ya no se habla de la antigua Responsabilidad Social Corporativa impulsada por las empresas, una especie de actividad filantrópica hacia la sociedad, marketing empresarial con escaso interés para los gestores de fondos.

Este cambio de mentalidad, apoyado por las circunstancias surgidas a raíz del Covid 19, viene impulsado directamente por los inversores, tanto institucionales como minoristas. No se demanda solamente que una compañía esté integrada en un índice de sostenibilidad, lo que en muchas ocasiones se había convertido en un ejercicio formal de rellenar encuestas y formularios. Los inversores quieren conocer de manera concreta, no las políticas en papel de las compañías respecto a un amplio abanico de temas, sino su implantación efectiva, su impacto real o si la retribución de los gestores está ligada a la consecución de objetivos “no financieros”, concretos y medibles. Vincular la retribución económica al logro de estos objetivos es probablemente la manera más eficiente de despertar un interés activo de los gestores de las compañías.

 Algunos fondos como TCI se han dirigido por carta a las empresas en que participan y han pedido y logrado, como en el caso de Aena, que las políticas de cambio climático serán aprobadas por las Juntas generales de accionistas. Este fondo, ha expresado claramente su intención de votar en contra de la reelección de consejeros en aquellas sociedades que no informen de su nivel de emisiones o que no cuenten con un plan creíble de reducción de estas. Asimismo, podrían votar en contra de los auditores si el informe anual no recoge adecuadamente los riesgos climáticos. La venta de las acciones de la compañía también se contempla como posibilidad. Estas cartas públicas son públicas y accesibles para todo el mundo.

Consecuencia de este nuevo paradigma de inversión, la entrada de dinero en este tipo de fondos “sostenibles” en el primer trimestre de este año ha alcanzado los 178 billones de dólares a nivel global, según datos de Morningstar, frente a los 38 billones del primer trimestre de 2020. Ese enorme flujo de dinero ha tenido un importante efecto en la revalorización de muchas compañías, y también de los índices específicos de ESG.

La industria financiera y en particular las gestoras de fondos han reaccionado rápidamente para captar este nuevo tipo de clientes, que quieren alinear sus inversiones con sus valores y principios. Una encuesta de Morgan Stanley Institute for Sustainable Investing estimaba en un 95% el porcentaje de milenials cuyas decisiones de inversión se basan no solo en ganar dinero, sino en la contribución de estas inversiones al bienestar social conjunto.

En juego está un enorme volumen de comisiones en las próximas décadas. En un sector donde las comisiones tienden estructuralmente a la baja, los fondos de ESG se han convertido en el producto estrella para atraer mayores volúmenes y cobrar mayores comisiones.  BlackRock acaba de lanzar el U.S. Carbon Transition Readness ETF con unas comisiones del 0,50% anual frente al 0,03% cobrado por otros fondos como e iShares Core S&P 500 ETF, con una composición muy parecida, pero sin el sello de “fondo sostenible”.

El enorme esfuerzo de las gestoras por atraer nuevos clientes ha despertado voces de alarma. Tariq Fancy, antiguo Chief Investment Officer para Inversión Sostenible de BlackRock, ha advertido que la inversión sostenible se ha convertido en un enorme ejercicio de marketing y ha pedido la intervención de los reguladores.

El regulador norteamericano (SEC) anunció el pasado mes de marzo la creación de una “Climate and ESG Task Force” cuya misión es detectar conductas irregulares o prácticas de información incompleta tanto por parte de empresas como de gestoras de fondos.  En abril, de nuevo la SEC ha publicado una serie de recomendaciones, pidiendo más transparencia en la composición de estos productos. Pide a las gestoras que publiquen el peso de los factores ESG en la construcción de las carteras de inversión, su proceso de toma de decisiones y la publicidad de sus políticas de relación con las compañías que forman parte de sus carteras.

En mayo, el presidente Biden ha firmado un decreto sobre riesgos financieros relacionados con el cambio climático, destacando la petición al Tesoro para que este tipo de información se incorpore a la regulación y a la supervisión en línea con lo ya   exigido por la Unión Europea

La bolsa se ha teñido definitivamente de verde, buscando una generación de comisiones, “sostenible”.