Batir a la inflación (aunque sea poca)

Manuel Moreno Capa

Manuel Moreno Capa (Director de GESTORES) | La inflación centra el gran debate en los mercados y, por tanto, en las perspectivas de los fondos de inversión. Porque, inflación, haberla, hayla, aunque tampoco tanta como para que los inversores en fondos tengan que cambiar drásticamente sus posiciones a medio y largo plazo.

El objetivo, cómo no, es batir a esa inflación que está volviendo a niveles que no veíamos desde mucho antes de que estallara la crisis pandémica. Y para superar a este IPC sobrecalentado por el acelerón del crecimiento y por las tensiones en los precios de la energía y las materias primas, la fórmula más adecuada para el inversor en fondos en la de siempre: “Aunque en el corto plazo la renta variable reaccione negativamente a repuntes de inflación y tipos, es la clase de activos que mejor permite sortear las circunstancias actuales”, subraya Enrique Marazuela, director para Asuntos Económicos y Relaciones con Empresas de la Universidad Pontificia de Comillas y miembro del consejo editorial de GESTORES.

En el artículo que acaba de publicarse en el último número de la revista (el que se editó junto al mensual CONSEJEROS de octubre), Marazuela destaca que “la inflación ya no será la que era” y que “las subidas de precios no serán tan fugaces como nos gustaría”. En su opinión, “una vez depurados los elementos transitorios que la han provocado, la inflación no volverá a los niveles de la anterior década”. ¿Cuáles eran esos niveles? Pues bajísimos, al menos desde la perspectiva actual: una inflación del 1,3% como media en Europa y del 1,7% en Estados Unidos, los dos mercados que más debe vigilar  un inversor español en fondos. “No parece aventurado pronosticar que la inflación estará un punto porcentual por encima”, subraya Enrique Marazuela.

Con estas perspectivas, los inversores no deberían dejarse arrastrar por el pánico a una subida descontrolada y excesivamente prolongada de los precios. Ya vemos que ni las Bolsas ni los bancos centrales se han asustado demasiado. Tanto el Banco Central Europeo como la Reserva Federal norteamericana están siendo muy comedidos en sus reacciones, al no retirar con brusquedad los masivos estímulos monetarios recientes. Los tipos de interés se tensan, cierto, pero el Euribor, por ejemplo, sigue en tasas negativas, en torno al menos 0,50 por ciento. Y aunque el flujo de liquidez de los bancos centrales esté colaborando algo al fuerte aumento de determinados precios, este parece más bien provocado por el fuerte acelerón económico, por las interrupciones en las cadenas de suministros (incapaces, tras el parón vírico, de responder con rapidez al súbito repunte de la demanda mundial de casi todo) y, cómo no, por las inevitables tensiones políticas en las materias primas de siempre, es decir, en el gas y el petróleo.

El mensaje es claro: la inflación ya no será la que era, no volverá a los bajísimos niveles recientes, pero tampoco se disparará ni el sobrecalentamiento durará demasiado. Por todo ello, el inversor en fondos debe mantener la estrategia a medio y largo plazo que venimos recomendando en los últimos tiempos. Y lo ratifica el citado análisis de Enrique Marazuela para la revista GESTORES: “A la vista del bajo nivel de rentabilidad de los bonos gubernamentales, es fácil concluir que estos están muy lejos de ser una buena cobertura de los riesgos inflacionistas en el largo plazo, por lo que la recomendación para el inversor sería estar infraponderado en renta fija pública”. Un consejo que se extiende también al resto de renta fija, ya que los bonos corporativos tampoco son una alternativa, aunque sean más rentables que los emitidos por los Estados. Conclusión: la renta variable sigue siendo, como de costumbre, la mejor herramienta para batir a la inflación.