El High Yield: de la «basura» a la «sostenibilidad»

Wernhard Kublun (J. Safra Sarasin Sustainable AM) | Hasta hace poco, los bonos de high yield también se conocían comúnmente como bonos «basura». Esta denominación errónea oculta el hecho de que muchos de estos bonos son emitidos por empresas de alta calidad. Sin embargo, el mercado de high yield ha recorrido un largo camino desde su apogeo en la década de los 80 y la utilización de la sostenibilidad ayuda a seleccionar emisores de mayor calidad.

Los orígenes del mercado de bonos de high yield se remonta a los años 70, creció exponencialmente, pasando de sólo 10.000 millones de dólares en 1979 a 189.000 millones en 1989. Durante esta década, los bonos basura generaron un rendimiento medio del 14,5% con unas tasas de impago de sólo el 2,2%, lo que se tradujo en unos beneficios anuales totales del 13,7%.

Desgraciadamente, ganaron notoriedad en las décadas siguientes gracias a una serie de crisis, entre ellas la de Ahorro y Préstamos en los años 80, la Dot Com Crash de 2000-2002 y la Crisis Financiera Global de 2007 a 2009.

Durante el auge de las punto com, muchas empresas emitieron bonos de high yield para financiar ideas de negocio que nunca generaron flujos de caja netos positivos, lo que finalmente se tradujo en impagos medios del 9,2% (2000-2002) y fuertes pérdidas para muchos inversores. La crisis financiera mundial, aunque causada originalmente por la venta de obligaciones de deuda colateral (CDOs por sus siglas en inglés) tóxicas y complejas, se extendió rápidamente a todos los rincones de los mercados financieros. Los bonos de high yield, que a menudo estaban vinculados a las CDOs y a veces se confundían con ellas, no se salvaron. A medida que las empresas se esforzaban por hacer frente al servicio de la deuda, la media de impagos se disparó hasta alcanzar un máximo histórico del 13,4% en el tercer trimestre de 2009.

Sin embargo, a pesar de estos contratiempos, la clase de activos siempre se ha recuperado y ha recompensado a los inversores por los riesgos asumidos. Y hoy en día, el mercado de high yield ha evolucionado sustancialmente.

Hoy en día, los emisores de high yield tienden a estar dirigidos por equipos de gestión profesionales, tienen modelos de negocio sólidos y gestionan la liquidez y las necesidades de refinanciación de forma muy eficaz. El apalancamiento financiero está ahora en función de lograr el coste medio ponderado del capital (WACC por sus siglas en inglés) óptimo, en lugar de obtener la mayor cantidad posible de efectivo de una empresa. Prueba de ello es la resistencia que ha mostrado el mercado a lo largo de todos los miniciclos desde la crisis financiera mundial.

Pero, ¿cómo puede la sostenibilidad añadir valor a la inversión de high yield? Combinar la sostenibilidad con la inversión de high yield ayuda a mitigar riesgos que la comunidad inversora suele subestimar, como los medioambientales, jurídicos o de reputación. También nos ayuda a seleccionar emisores y equipos directivos con una trayectoria de crecimiento más sostenible y una gobernanza más sólida, por ejemplo. De hecho, nuestro estudio (Gráfico 1) muestra que los emisores de alto rendimiento que calificamos de «sostenibles», según nuestra metodología interna de ESG, han incumplido con menos frecuencia que los no sostenibles.

Sin embargo, no se trata sólo de evitar impagos en la cartera. La cuestión principal es que nuestro análisis ESG proporciona información que ayuda a identificar empresas más viables. Esto demuestra que la integración de nuestro enfoque de inversión sostenible con el análisis crediticio fundamental da como resultado una herramienta extremadamente eficaz de mitigación de riesgos y selección de créditos.

Desde JSS Sustainable AM, no creemos que los inversores deban tratar de cronometrar el mercado, ya que eso a menudo lleva a perder oportunidades y a elevados costes de oportunidad. En su lugar, hay que argumentar que el high yield es una clase de activos fundamentalmente atractiva para los inversores a largo plazo. Los bonos de high yield han ofrecido rendimientos comparables a los de la renta variable, pero con una volatilidad significativamente menor. Esto se debe en gran medida al hecho de que los inversores reciben pagos de cupones elevados y periódicos, así como el principal al vencimiento. Estos pagos periódicos no sólo contribuyen a generar los atractivos beneficios que vemos en los bonos de high yield, sino que también amortiguan la volatilidad.

Es por ello que, los bonos de high yield son una clase de activo fundamentalmente atractiva, que ha ofrecido beneficios comparables a los de la renta variable, pero con una volatilidad significativamente menor. Asimismo, integrar la sostenibilidad en la inversión de high yield ayuda a mitigar los riesgos y a identificar empresas más viables.