Ignacio Resusta (UBS AM) | En el ámbito de los activos alternativos la deuda privada ha emergido al experimentar una rápida evolución y disfrutar ahora de lo que muchos denominan un “momento dorado”. En un contexto de subida de los tipos de interés, la resiliencia de la deuda privada sigue siendo muy notable, y ofrece una sólida rentabilidad, lo que atrae el interés de los inversores. Sin embargo, están surgiendo algunas dudas sobre el comportamiento de la deuda privada en el futuro, así como sobre dónde se encuentran ahora las mejores oportunidades, especialmente a medida que se recuperan los mercados de préstamos sindicados y de bonos high yield.
A veces, lo que parece una pérdida puede convertirse en una ganancia encubierta. Así ocurrió durante la crisis financiera, cuando muchos de los bancos más poderosos del mundo se vieron obligados a mantenerse al margen de los mercados de préstamos para hacer frente a las crecientes pérdidas crediticias y reparar sus maltrechos balances. Esto suscitó la legítima preocupación de que las líneas de financiación a empresas con problemas de liquidez se agotaran y agravaran las turbulencias económicas imperantes.
No obstante, en lugar de eso, el hueco que habían dejado los bancos lo ocuparon los inversores institucionales gradualmente, ya que empezaron a proporcionar capital directamente a las pequeñas y medianas empresas que lo necesitaban, a menudo en condiciones que se consideraban favorables para ambas partes. La rueda del comercio siguió girando.
Unas normativas más estrictas que regulen la liquidez de los activos y los coeficientes de capital probablemente reducirían la rentabilidad sobre recursos propios (ROE por sus siglas en inglés) de los bancos, en el caso de los bancos de mediana capitalización entre un 2% y un 3%, o entre un 4% y un 5% en caso de recesión. Obligarles a mantener activos más líquidos, pero de menor rendimiento, también los animaría a buscar fuentes de ingresos basadas en comisiones en áreas como la gestión de patrimonios y la banca de inversión, en lugar de emplear sus balances como prestamistas.
El crecimiento de la deuda privada
Mientras los bancos siguen haciendo frente a la presión sobre el capital y al aumento de la regulación, la provisión de deuda privada -a menudo a empresas propiedad de fondos de Private Equity o sponsorizadas por ellos- ha sido una de las partes de más rápido crecimiento de los mercados de capitales durante más de una década. Ahora compite activamente con vías de financiación más consolidadas, como los préstamos sindicados y la deuda high yield: los tres son mercados de 1,5 billones de dólares y se prevé que la deuda privada alcance al menos los 2 billones de dólares en 2027, según Moody’s Investors Service.
Aunque cada una de las clases de activos mencionada ofrecerá un mayor valor dependiendo de cada situación, hay pocos indicios de que disminuya el interés por la deuda privada como fuente de financiación. Creemos que los tres mercados seguirán coexistiendo y compitiendo por el capital. Los sponsors se han vuelto cada vez más sofisticados a la hora de comparar el atractivo relativo de estos mercados y seguirán trabajando para optimizar los costes de endeudamiento de las empresas de su cartera.
Además, los prestatarios pueden preferir tratar con un único prestamista, como suele ocurrir con las operaciones de deuda privada, sobre todo si acuden al mercado con una operación muy estructurada, el préstamo está vinculado a una fusión o adquisición, o prevén una posible reestructuración futura. Además de proporcionar discreción, estas operaciones privadas bilaterales también reducen la volatilidad de la valoración a precios de mercado. Los prestamistas también pueden favorecer la deuda privada porque tienden a tener más protecciones en esos acuerdos y, en un mercado volátil, esas protecciones importan más.
De hecho, hay indicios de que el mercado de deuda privada va a crecer aún más rápidamente. Como impulso adicional, los reguladores deberían preferir a los inversores institucionales frente a los bancos como prestamistas. Desde el punto de vista de la política, es mejor que los activos de riesgo pertenezcan a fondos que están alineados en términos de duración y a inversores con perspectivas a largo plazo, como fondos de pensiones, fondos soberanos y compañías de seguros.
Lo pequeño es hermoso: un nicho privado
Existe una notable oportunidad de crecimiento en las operaciones de deuda privada de mayor envergadura concertadas por fondos más grandes y BDC, o Business Development Companies, un tipo de fondo de inversión cerrado. El volumen y la estabilidad de los rendimientos, así como la relativa opacidad y la capacidad tanto del prestamista como del prestatario para negociar condiciones atractivas son factores clave, además, los reguladores aún no han intervenido en el mercado y podrían estar dispuestos a desviar más préstamos de los bancos.
Podría decirse que el mercado de las grandes operaciones es el que más se ha mercantilizado, ya que debe competir tanto con los préstamos sindicados como con los bonos high yield como posibles fuentes alternativas de capital para el prestatario o el sponsor.
Una reducción de los préstamos entre los bancos regionales y de tamaño medio crearía un vacío importante que los gestores de deuda privada tendrían que llenar. Sin embargo, afirma que el perfil de las empresas a las que se han dirigido a estos bancos no coincide con la dirección que ha tomado el mercado de deuda privada desde la crisis financiera. Mientras que los fondos de deuda privada han favorecido las áreas dominadas por el Private Equity como la tecnología, el software, servicios y la atención sanitaria -y las operaciones de préstamo que pueden superar los 200 millones de dólares-, los bancos han tendido a prestar en menor tamaño a empresas más diversas, incluso en el sector inmobiliario comercial, y se han mantenido mayormente alejados del Private Equity.
La mayoría de los fondos de deuda privada han pasado los últimos 15 años recreando de manera efectiva el negocio de financiación apalancada del Mid-Market que residía en los bancos de inversión a principios de la década de 2000 y, por lo tanto, están centrados en el sourcing, el conjunto de habilidades y el equipo, y concederán préstamos a empresas cada vez más grandes, propiedad de fondos de Private Equity
Esta divergencia estimula la innovación, que cree que podría ser una de las razones por las que los grandes fondos de Private Equity, deberían estar considerando la posibilidad de invertir o comprar bancos regionales y de mediana capitalización.