El oro supera la barrera de los 4.000 $. Hay 5 razones por las que este auge continuaría, entre ellas, el apetito del inversor chino

Simon Jäger, multi asset portfolio manager en Flossbach von Storch

Simon Jäger (Flossbach von Storch) | Los inversores en oro están estos días de un humor excelente. El precio por onza del metal precioso ha superado por primera vez la marca de los 4.000 dólares. Un récord — y no el único: de enero a octubre, el precio ha subido más de un 53 % (a 8 de octubre de 2025), el mayor incremento desde 1979. Durante este periodo, el oro incluso ha superado a Bitcoin: la criptomoneda ha subido un 30 % en el mismo lapso. Mirando a largo plazo, la evolución también es impresionante. En 2009, el precio de una onza troy (31 gramos) superó por primera vez los 1.000 dólares; en 2023 alcanzó los 2.000, y en marzo de 2025 rebasó los 3.000. Apenas unos meses después, ya ha sobrepasado los 4.000. Puesto que el precio del oro se calcula en dólares estadounidenses, el incremento en euros es algo más moderado —un 37 %—, pero sigue siendo notable. ¿Es, entonces, momento de recoger beneficios? No lo creemos. Consideramos el oro una posición estratégica. En nuestra opinión, los inversores deberían destinar en torno al 10 % de su cartera al oro. No damos demasiada importancia a las previsiones a corto plazo, pero existen buenos motivos para pensar que este aumento está plenamente justificado:  

1) Los inversores chinos descubren el oro

Durante décadas, la mayor parte del oro destinado a joyería se vendió en India y China. Ante la crisis inmobiliaria y el mercado bajista de los últimos años, cada vez más inversores chinos están descubriendo el oro como activo de inversión. Al calor del fuerte incremento del precio, las mineras auríferas también están obteniendo enormes beneficios. La capitalización bursátil de Zijin Mining, el mayor productor de oro de China, ha superado este año el equivalente a los 100.000 millones de dólares. Así, el auge no solo afecta al oro físico, sino también a las acciones mineras. En conjunto, existen varias razones de peso para pensar que el precio del metal precioso seguirá subiendo. Desde hace años, los precios de los activos en Alemania han aumentado mucho más rápidamente que los precios al consumo. El valor de muchos inmuebles, acciones empresariales y del propio oro se ha incrementado de forma significativa. Invertir en bienes reales, por tanto, sigue siendo rentable —y el oro es uno de ellos—.  

2) Los bancos centrales tienen un margen limitado de actuación

Tanto en Europa como en Estados Unidos, los bancos centrales están atrapados entre la necesidad de relajar la política monetaria y la de combatir la inflación. La Reserva Federal (Fed), por ejemplo, tiene un doble mandato: debe contrarrestar la devaluación de la moneda, pero también apoyar el mercado laboral cuando sea necesario. En cuanto los datos del empleo estadounidense se debilitan, aumenta la presión para aplicar estímulos. En la eurozona, el Banco Central Europeo (BCE) tiene oficialmente el mandato único de preservar el valor del dinero. En la práctica, sin embargo, se ha comprometido a hacer todo lo posible para evitar una nueva crisis del euro. Para ambas potencias económicas, estas limitaciones probablemente debiliten el valor del dinero. Por ello, además de los bancos centrales, cada vez más inversores privados buscan una moneda “dura”, como el oro. Este hecho encierra potencial, especialmente porque, pese a la actual fiebre dorada, los inversores privados aún poseen relativamente poco oro si se compara con periodos anteriores.  

3) La incertidumbre geopolítica impulsa el precio del oro

Las guerras en Oriente Medio y Europa están inquietando a los inversores. En lugar de una globalización creciente, asistimos a un aumento de los conflictos geopolíticos. La política errática —sobre todo arancelaria— del presidente estadounidense también mina la confianza, ya que las consecuencias de muchas de sus medidas son difíciles de prever. Estas incertidumbres asociadas a las políticas de Donald Trump están paralizando la inversión. En el pasado, el precio del oro ha subido con fuerza en tiempos de crisis. Incluso tras el colapso de Bretton Woods en 1971, el oro se revalorizó notablemente. Sin embargo, solo en 1979 —durante la segunda crisis del petróleo y la revolución iraní— se registró un aumento tan pronunciado como el actual. Entonces, el precio del oro se duplicó, pasando de 225 a 512 dólares.  

4) Las crisis de deuda transforman el mercado de bonos

Durante mucho tiempo, los bonos soberanos a largo plazo de los países occidentales se consideraban inversiones extremadamente seguras, incluso para los particulares. Sin embargo, las crisis de deuda soberana han vuelto a los inversores más escépticos – no solo en Estados Unidos, donde el reciente conflicto presupuestario probablemente ha impulsado temporalmente el precio del oro-. Tras el aumento de los rendimientos, los inversores deben pagar ahora entre un 4 % y un 5 % por los bonos a diez años tanto en EE. UU. como en el Reino Unido, lo que encarece el servicio de la deuda. La situación no es mucho mejor en la Europa continental. El alto endeudamiento público y la incertidumbre política en Francia generan reticencia a la hora de comprar bonos de ese país. En consecuencia, los rendimientos de los bonos franceses existentes han subido con fuerza, superando incluso a los italianos, tradicionalmente rezagados en la eurozona. No parece que las grandes economías vayan a mejorar pronto. Se espera que la deuda de los países del G7 siga aumentando durante la próxima década. Además, se hace evidente que parte del crecimiento reciente ha sido impulsado por políticas monetarias laxas. Si los bancos centrales adoptan una postura más restrictiva en el futuro, el impulso económico podría frenarse. En algunos países, el punto de no retorno en cuanto a la acumulación de deuda parece ya haberse superado. Esto está transformando profundamente el mercado de bonos. El diferencial de rendimiento entre los bonos soberanos y los corporativos de emisores con buena calificación crediticia se ha reducido de forma continua. Al fin y al cabo, las grandes empresas del mundo suelen tener balances más sólidos que los propios gobiernos. Sin embargo, cuando desaparece ese diferencial, los bonos corporativos resultan menos atractivos, lo que lleva a muchos inversores a reorientar sus carteras —entre otras opciones, hacia el oro—.  

5) El oro como nueva moneda de reserva mundial

Ante los conflictos geopolíticos persistentes, los bancos centrales de China y Rusia, en particular, han incrementado de manera masiva sus reservas de oro en los últimos años. Creemos que esta tendencia continuará debido al actual clima de tensión global. Como resultado, el oro ha reemplazado este año al dólar estadounidense (o a los bonos del Tesoro) como el principal activo de inversión en las reservas de divisas de los bancos centrales del mundo. Durante siglos, los países respaldaron sus monedas con oro porque, a diferencia de otros activos, el metal precioso no puede reproducirse arbitrariamente. Durante las dos guerras mundiales, el endeudamiento público creció de forma masiva y el patrón oro fue abolido en muchos lugares. Tras la Segunda Guerra Mundial y el Acuerdo de Bretton Woods, los sistemas monetarios del mundo occidental quedaron vinculados al dólar estadounidense mediante un valor de recompra fijo, con el dólar a su vez ligado al oro. Sin embargo, en 1971 el presidente estadounidense Richard Nixon abandonó este sistema, dando paso al régimen actual de tipos de cambio flexibles. Durante décadas, la mayoría de los países invirtieron sus reservas de divisas principalmente en bonos soberanos, especialmente en bonos del Tesoro de EE. UU., muy demandados por los países asiáticos.