El Sudeste Asiático podría verse favorecido por la reconfiguración de las cadenas globales de suministro

Winnie Kwan

Winnie Kwan (Capital Group) | Ante el desafío que supuso la interrupción de las cadenas de suministro durante la pandemia, muchas compañías están tomando medidas para diversificar sus operaciones de producción, priorizando la fiabilidad y la solidez frente al coste y la eficiencia. El aumento de las tensiones geopolíticas, agravado por la guerra de Ucrania, ha hecho aún más urgente este cambio de estrategia empresarial, que ha transformado el comercio internacional en el proceso. Existe la idea errónea de que esta tendencia podría acabar desplazando a China como la mayor base de fabricación del mundo. Por el contrario, muchas compañías están optando por aplicar la llamada «estrategia China+1», que les permite mantener sus operaciones en China e incorporar instalaciones en otros países. Las inversiones que se realicen en China podrían ir dirigidas a atender principalmente al mercado nacional, mientras que las inversiones adicionales en otros países se dirigirían al resto del mundo. El Sudeste Asiático, México, la India y Estados Unidos son algunos de los principales destinos de relocalización. Las compañías que faciliten esta transición, como las empresas japonesas de automatización o los REIT de la India, podrían estar bien posicionadas para beneficiarse de esta tendencia. La transición completa podría llevar diez años, pero no cabe duda de que el proceso ya está en marcha. En mi opinión, será uno de los temas de inversión más importantes de la década de 2020.