La incertidumbre sobre el desenlace de la subida de los tipos y la ralentización del crecimiento podrían afectar a los beneficios empresariales del próximo año

Alvaro Antón Luna

Álvaro Antón Luna (abrdn) | Los inversores de renta variable se enfrentarán en 2024 a un entorno macroeconómico mundial que parece más «normal». Eso, a pesar de que la incertidumbre sobre el desenlace de la subida de los tipos de interés y la ralentización de las tasas de crecimiento económico podría afectar a los beneficios empresariales del próximo año.

Es posible que se produzcan varios escenarios, desde una recesión hasta un aterrizaje suave o la ausencia de aterrizaje. Aunque se espera que los tipos de interés bajen, es probable que sigan siendo superiores a los que los inversores se han acostumbrado, creando un entorno difícil para las empresas. El menor gasto de los consumidores debido a la inflación y a la erosión de los ahorros derivados de la pandemia supondrá un reto para los ingresos. Los costes laborales siguen siendo elevados y es probable que la deuda se refinancie a tipos de interés más altos que antes. Todos estos efectos sugieren que las compañías con una rentabilidad sólida y disciplina en la asignación de capital están bien posicionadas para el panorama al que nos enfrentamos. Estos factores de calidad suelen ofrecer la posibilidad de obtener mejores resultados durante los mercados bajistas y cuando aumenta la aversión al riesgo.

En Asia, la decepcionante recuperación de China ha lastrado a los mercados emergentes. De cara al futuro, sin embargo, hay motivos para ser optimistas a nivel bursátil. A ello contribuye la posibilidad de que las políticas de apoyo estabilicen gradualmente el sector inmobiliario chino e impulsen la confianza de los consumidores. Las atractivas valoraciones de la región en comparación con otras ofrecen un punto de partida razonable para que el año que viene la renta variable china arroje mayores rentabilidades. 

Desde la perspectiva de los mercados emergentes sin China, consideramos que sus tendencias de crecimiento estructural son igualmente atractivas a largo plazo, y observamos indicios de descorrelación con el gigante asiático. Japón también merece la atención de los inversores debido a su actual periodo de cambio estructural progresivo. La reciente reforma del gobierno corporativo ha sido bien recibida por el mercado y es probable que siga impulsando el valor para el accionista. Junto con un repunte del gasto de los hogares, creemos que la renta variable japonesa está bien situada para prolongar la fortaleza del mercado del año pasado.

Sin embargo, hay varios factores de riesgo que deben tenerse en cuenta. Las elevadas tensiones geopolíticas muestran pocos signos de remitir y, si se materializan las perturbaciones de los precios de la energía, podrían desencadenarse nuevas presiones inflacionistas que podrían afectar a los beneficios empresariales. Unos tipos de interés más altos y un crecimiento más débil podrían afectar a las finanzas de los hogares, las empresas y los gobiernos. Pero por primera vez en años, los bancos centrales están en condiciones de desplegar una respuesta política más tradicional, en caso de que el crecimiento decepcione. El consenso actual, con el que estamos de acuerdo, es que se producirán recortes de tipos; sólo es cuestión de saber cuándo. Creemos que antes en los mercados emergentes y a finales de 2024 en los mercados desarrollados. Esta posibilidad sería favorable para la renta variable y, dentro de ella, para los activos de crecimiento de mayor duración.

A pesar de la posibilidad de recesión, los mercados de renta variable están descontando un entorno económico más benigno de cara al futuro. Esto plantea algunos factores a tener en cuenta. En primer lugar, las valoraciones actuales ofrecen menos margen para que se produzca un repunte significativo a corto plazo. También implica un mayor riesgo a la baja que a principios de 2023. Dado que el mercado espera un crecimiento de los beneficios de dos dígitos bajos, es probable que se aproveche cualquier signo de debilidad en los beneficios o en las previsiones de los directivos. Sin embargo, a largo plazo, el panorama de las valoraciones no es difícil: las ratios CAPE de la renta variable mundial se sitúan en la mitad de su rango histórico. Esto implica una rentabilidad anualizada del 8% en los próximos 10 años, lo que se sitúa cómodamente por encima de los rendimientos actuales del Tesoro estadounidense a 10 años y en línea con la rentabilidad media de la renta variable mundial en los últimos 20 años.

Las pequeñas empresas parecen especialmente atractivas, tanto en el contexto regional como en el mundial. En los últimos meses se ha producido un notable repunte del interés institucional por este segmento del mercado, debido al histórico descuento de valoración frente a las empresas de gran capitalización y al perfil de las pequeñas compañías como fuente de rentabilidad superior a largo plazo. Las pequeñas pueden aportar ventajas de diversificación a las carteras, respaldadas por el hecho, un tanto contraintuitivo, de que éstas suelen empezar a obtener mejores resultados justo al inicio de un nuevo ciclo económico, con ganancias más rápidas y sólidas que las grandes capitalizaciones.

Ante la moderación del crecimiento mundial, es razonable esperar que no todas las compañías estén en condiciones de prosperar el próximo año. Sin embargo, creemos que existen focos de oportunidad, que favorecen la diversificación frente a la renta variable de alta capitalización mundial excluida la estadounidense. El sentimiento bajista de los inversores y la infraponderación de la renta variable sugieren oportunidades tácticas y las expectativas de rentabilidad a largo plazo siguen siendo atractivas. Pero el abanico de perspectivas económicas para el próximo año parece demasiado amplio para ser excesivamente optimista. Creemos que apostar por la calidad e invertir a largo plazo es la mejor manera de mitigar el riesgo y aumentar la exposición a un crecimiento sostenible de los beneficios. Teniendo en cuenta la naturaleza de los mercados, no se requieren condiciones perfectas para generar rentabilidades atractivas.