François Rimeu (Crédit Mutuel AM) | En la eurozona, el crecimiento sigue siendo débil y con tendencia a la bajadebido a las incertidumbres actuales, pero no se está hundiendo. Se espera que el consenso ajuste sus previsiones gradualmente a la baja. En cuanto a la inflación, el BCE debería enfrentarse a menos problemas a pesar de la elevada inflación de abril, vinculada a cuestiones de ajuste estacional en torno a la Semana Santa. La subida del euro y la caída de los precios del petróleo son también buenas noticias para el viejo continente.
Estos últimos puntos son un buen augurio para el crecimiento mundial a medio plazo, pero no bastan para compensar los efectos negativos a corto plazo. La caída del dólar ha tenido históricamente efectos beneficiosos: reactivación del comercio mundial, alivio de la carga de la deuda denominada en dólares para los países emergentes y aumento de los precios de las materias primas. Así, los mercados emergentes latinoamericanos parecen actualmente bien posicionados: rara vez están en el punto de mira de la Administración Trump y se beneficiarán enormemente de la apreciación de sus divisas (elevada deuda en dólares y alta inflación). La misma lógica se aplica a la caída de los precios del petróleo, que debería reducir los costes empresariales y mejorar el poder adquisitivo.
Por tanto, es posible que los mercados se vean sorprendidos más adelante por la solidez del crecimiento mundial, pero creemos que es demasiado pronto para que se dejen sentir estos efectos positivos.
Por ello, mantenemos la prudencia, aunque somos conscientes de que la política puede cambiar la situación en cualquier momento. El anuncio de recortes fiscales por parte de la Administración estadounidense (el 4 de julio, según Bessent) también podría servir de apoyo al mercado, pero su financiación parece incierta por el momento y potencialmente peligrosa para la parte larga de la curva de rendimientos estadounidense, que ya se encuentra bajo presión.
