La inflación americana vuelve a marcar máximos desde 1982: 7,5% la general y 6% la subyacente

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Intermoney | El dato de inflación de enero en Estados Unidos, que ya se esperaba el más alto desde 1982, batía previsiones. El IPC general creció un 7,5% (vs 7,3% estimado) y el subyacente lo hizo en un 6% (vs 5,9%). La inflación se empieza a percibir enquistada y las expectativas de una Fed dispuesta a moverse rápido se ven reforzadas.

La reacción del mercado era inmediata, las ventas sacudían al mercado de bonos americano y el 10 años T- note repuntaba en unos 5 pb en rentabilidad, llegando a tocar el 2%. La reacción era mucho más severa en la parte corta de la curva americana (más sensible a los cambios de expectativa sobre tipos de referencia). La rentabilidad del 2 años americano subía en más de 11 pb hasta rozar el 1,48%, por lo que la curva 2-10 americana se aplanaba más de 7 pb, llegando a tocar los 50 pb, nuevo mínimo desde 2020.

El dato de inflación americana también se dejaba sentir a este lado del continente, si bien el movimiento en curvas era distinto. La rentabilidad del 10 años Bund llegaba a subir más de 4 pb en el día hasta el 0,25%. Las primas de riesgo, afectadas por expectativas de normalización monetaria y por unos niveles de rentabilidad más atractivos en los activos más seguros, se volvían a abrir. La italiana lo hacía en más de 7 pb hasta los 162 pb. El diferencial español llegaba a abrirse más de 3 pb hasta los 89 pb y el portugués casi 2 pb. En los países semi-core las primas también se abrían, en torno a 1,5 pb en el caso de Francia o Bélgica.

Las ventas en las curvas europeas se concentraban más en la parte media y larga de la curva. El segmento 2 – 10 germano se inclinaba más de 4 pb, En las curvas periféricas las ventas eran claramente más intensas en torno al 10 años, el 2-10 italiano se inclinaba unos 8 pb y el español cerca de 7 pb.

El dólar se fortalecía con el repunte de rentabilidades americanas, con el €/$ llegando a bajar del 1,14. La diferencia de rentabilidades entre el 2 años americano y el Schatz alemán se abría en unos 11 pb hasta rozar los 184 pb, máximo desde 2020.

Las ventas también agitaban las bolsas a ambos lados del Atlántico. El S&P y el Nasdaq americanos abrían en rojo, perdiendo ambos más de un 1%. En Europa los parqués borraban las subidas dibujadas durante la primera mitad del día. Tras el dato americano el Euro Stoxx llegaba a caer más de un 0,50%. El Ibex 35, más dominado por un sector financiero apoyado por las subidas de rentabilidades, resistía y, tras el dato, se mostraba flat en el día.

Con el mensaje de la última reunión del BCE ya digerido por el mercado, esta mañana presenciábamos la habitual cacofonía entre los consejeros a uno y otro lado del espectro monetario. Hoy destacaba el lado más laxo en términos monetario: el economista jefe del BCE, Phillip Lane, destacaba que la inflación que es causada por los cuellos de botella en las cadenas de producción debería remitir a lo largo del tiempo. Añadía también que no ve señales de “sobrecalentamiento” en el mercado laboral (componente principal de los llamados “efectos de segunda ronda”). El consejero finlandés Rehn, también destacaba la ausencia de inflación salarial, recalcando que la normalización monetaria debe ser gradual ya que, subidas de tipo demasiado prontas serían dañinas para la economía. Iba más lejos y asestaba que las previsiones a medio plazo de inflación no están lejos del objetivo del BCE. El francés Villerroy también advertía sobre el daño potencial que una subida demasiado temprana podría causar. Fuera del bando más monetariamente acomodaticio, las declaraciones del vicepresidente De Guindos contrastaban con las anteriores, declarando que la inflación se mantendrá elevada durante más tiempo de lo esperado y que la política de BCE debe ser flexible y conservar un grado de opcionalidad.