Intermoney | En una jornada en la que escaseaba la información, era aún más relevante los datos ofrecidos por la Oficina Estadística de Alemania relativos a la contracción económica experimentada por el país en el año 2023. Destatis apuntaba a una caída de -0,3% en el PIB alemán debido a que, a pesar de la reciente moderación de la inflación, los precios se mantuvieron altos en todas las etapas del proceso económico frenando el crecimiento económico. Las condiciones de financiación desfavorables debido al aumento de los tipos de interés y la menor demanda interna y externa eran otro de los aspectos a destacar dentro de un ejercicio negativo de principio a fin.
La característica más clara de la economía germana ha sido la evolución desigual que ha tenido la actividad en los distintos sectores, destacando, por encima de todo, el lastre del sector industrial que, excluyendo la construcción, retrocedía en el año un -2,0%. La justificación principal era el decaimiento de la actividad manufacturera, ya que explica más de un 84% del dato que acusaba la caída en las ramas industriales con uso intensivo de energía como la industria química y metalúrgica. La contribución positiva provenía de la industria automovilística y la fabricación de otros equipos de transporte.
En la industria de la construcción, el deterioro de las condiciones financieras tuvo un impacto particularmente notable en el desarrollo de proyectos, junto con unos costes de construcción persistentemente altos y una escasez de mano de obra cualificada. El resumen ha sido una debilidad en el sector de la edificación. Por el contrario, aumentaba la producción en el sector de ingeniería civil y se aceleraba la finalización de proyectos pendientes y esto era lo que maquillaba un dato al que le faltaba músculo y crecía un +0,2%.
La mayoría de los sectores de servicios pudieron nuevamente expandir sus actividades económicas en comparación con el año anterior y tenían un carácter paliativo dentro de la negatividad, aunque la expansión vista era menor que los dos años anteriores. La rama de información y comunicación era la que mejor comportamiento mostraba (+2,6%) frente a los servicios públicos, la educación y la salud (+1,0%). El contrapunto lo ponía el comercio, transporte, alojamiento y servicios de alimentación (-1,0%) donde se manifestaba la realidad de un comercio minorista y mayorista que ha tenido que enfrentar retos especiales en sectores como el de la automoción.
Por el lado de la demanda, la inflación en niveles altos tenía un efecto directo, como cabría esperar, sobre el consumo de los hogares que se contraía un -0,8%. Las caídas del gasto afectaron principalmente a áreas donde los precios en 2023 se habían mantenido en el alto nivel del año anterior o incluso habían aumentado aún más. El gasto ajustado en función de los precios en bienes duraderos, como muebles y electrodomésticos, registró una caída especialmente pronunciada (-6,2%).
Tampoco se contaba con el gasto de los hogares que retrocedía un -1,7% debido principalmente a la interrupción de las medidas contra el COVID-19. La inversión no salía indemne de un mal año (-0,3%) pues los altos tipos de interés afectaban claramente al sector inmobiliario. Sin embargo, el aumento de las matriculaciones comerciales de turismos, impulsado por el bono ecológico para vehículos eléctricos que se aplicó hasta agosto de 2023 tenía un efecto en la demanda de automóviles y en la inversión en bienes de capital. Por último, se registraba un saldo positivo de la demanda externa, pero esto era por la mala noticia que dejaba una demanda interna que se plasmaba en el deterioro de las importaciones (-3,0%).
En resumen, Alemania cerraba un mal año que podría haber sido peor y recordaba que los riegos seguirán siendo muy evidentes en Europa hasta que no se perciba una cierta recuperación de la locomotora europea. A la postre, el papel germano en el comercio de la zona euro y en sectores como el manufacturero suponen un riesgo a la baja global. Precisamente ayer conocíamos sendos datos para la UEM. La balanza comercial mostraba un superávit de 14,8 mm. € gracias a la demanda externa y el comercio intra-europeo. La producción industrial de la zona euro de noviembre, por otro lado, remarcaba donde están los puntos flacos: bienes intermedios mayormente (-0,6% m.) y bienes de capital (-0,8% m.). Estas dos subpartidas son las que realmente marcan el estado de la industria y como se ve, nada bueno se espera de la misma en el corto plazo.
Datos como los que hemos conocido juegan a favor de posturas proclives a levantar el cerco a la actividad vía tipos de interés, aunque ayer el miembro del Consejo, Robert Holzmann señalase que las amenazas derivadas de una inflación persistente impedirán que el BCE baje los tipos este año. “La economía de la Eurozona ha decepcionado recientemente y probablemente demostrará que el banco es demasiado optimista una vez que se publiquen los resultados del cuarto trimestre”. Holzmann apuntaba a que se estarían infravalorando cuestiones geopolíticas y desde IM pensamos que los riesgos vienen de un mercado laboral bastante sólido.
Holzmann representa las posturas más extremas que se pueden ver en el BCE. Por eso nos parecía más lógico que otro “hawkish” como Joachim Nagel señalase que en verano se puede tratar la idoneidad de llevar a cabo acciones de política monetaria que conlleven reducciones de tasas. Nagel encontraba apoyo en que ayer los precios del gas natural de referencia en Europa caían un -7% (TTFG1MON SPEC Index) debido a la debilidad de la demanda industrial y a unas reservas superiores a la media para la época del año en la que nos encontramos. Esto ha ocurrido a pesar de la prolongada ola de frío en el noroeste de Europa y de los indicios de que Qatar podría haber puesto en pausa al menos cinco buques metaneros en el Mar Rojo y sus alrededores.