Clément Inbona (La Financière de l’Échiquier) | El pasado 30 de octubre, Xi Jinping y Donald Trump, los dos hombres más poderosos del mundo, se reunieron en Busan (Corea del Sur) para resolver sus diferencias. Tras varias semanas de enfrentamiento desde la distancia, parece que se ha enterrado el hacha de guerra, al menos temporalmente. Las dos partes llegaron a un primer entendimiento sobre el fondo, al que debería seguir la forma durante las próximas semanas.
Las bases del acuerdo. Pekín acepta suspender durante un año las restricciones a las exportaciones de tierras raras, se compromete a comprar «ingentes cantidades de soja estadounidense y va a reforzar su lucha contra la producción de los precursores químicos del fentanilo, un opioide que causa estragos en la población estadounidense. Por su parte, Washington va a rebajar un 10 % los aranceles aduaneros sobre los productos chinos, es decir, un tipo promedio del 30 %, y va a relajar algunas restricciones que pesaban sobre las exportaciones de chips al gigante asiático. Aunque estas concesiones dibujan los contornos de un alto el fuego o una guerra fría después de un conflicto abierto, este episodio de guerra comercial desatada desde comienzos de abril ilustra a la perfección cómo ha mutado el orden mundial.
De igual a igual. Utilizando el arma de las tierras raras, esos materiales cruciales para la fabricación de armas, vehículos o productos electrónicos, China ha demostrado que disponía de un arma de disuasión masiva contra las amenazas de Washington en su condición de principal productor y refinador casi exclusivo. Al imponer condiciones drásticas al uso de las tierras raras que pasan por su territorio, Pekín también ha demostrado su capacidad para ejercer su influencia más allá de sus fronteras. Al igual que puede hacer la Casa Blanca gracias al dólar, la extraterritorialidad coercitiva de China es una amenaza real y creíble.
Enemigo público número tres. Al reducir los aranceles aduaneros sobre China, Donald Trump retira a Pekín su estatus de objetivo número 1. Así, la India y Brasil se convierten en los socios castigados con más dureza por los aranceles estadounidenses.
¿Muñidor de acuerdos o dinamitador de consensos? La secuencia de la guerra comercial entre abril y octubre marca un cambio de orientación. Con el fin del multilateralismo estadounidense hacia la nueva doctrina del America First, China ha pasado a ser el adalid del libre comercio y del multilateralismo, sobre todo con sus socios regionales. La retirada de EEUU de numerosos organismos supranacionales abre la puerta a Pekín para que asuma este papel y, de este modo, ejerza una mayor influencia en el tablero mundial.
Para los mercados financieros y el crecimiento mundial, este acuerdo aleja un riesgo que planeaba desde hace un semestre y espoleaba la volatilidad. ¿Propulsará a las bolsas hasta nuevas cimas?



