El turismo español supera la pandemia, pero se enfrenta a indicios de cambio en los patrones de comportamiento

Turistas a la entrada del Museo Picasso en Málaga

Funcas | El sector turístico español, al que se le ha achacado en ocasiones insuficiente innovación, elevada estacionalidad, una producción de escaso valor añadido y una ocupación poco productiva y carente de buenas condiciones laborales, ha demostrado en esta tercera década del siglo XXI su capacidad de responder rápida y eficazmente a “la peor crisis de su historia”. Con motivo del Día Mundial del Turismo, celebrado esta semana, hemos publicado una nota en la que repasa la evolución reciente de un sector clave para la economía española y apunta a los próximos desafíos.

En 2019, un año antes de la pandemia, la aportación del turismo al PIB en España se cifraba en el 12,6% y el empleo turístico se acercaba a 2,7 millones de personas. En 2021 todavía representaba en torno al 8% (en 2020 cayó hasta el 5,8%), pero en 2022 ya superó el 12%, según la estimación de Exceltur. También de acuerdo con esta asociación que reúne a las compañías turísticas españolas más relevantes, en 2023 el PIB turístico crecerá, en términos nominales, el 9,4% respecto a 2019 (superando los 172.000 millones de euros), si bien en términos reales cerrará el año casi dos puntos porcentuales por debajo del de ese año. No obstante, otras fuentes estiman para 2023 un aumento real del PIB turístico respecto al año anterior a la pandemia.

Desde 2022 el turismo se ha vuelto a convertir en motor fundamental del crecimiento económico. La media de turistas extranjeros, que entre enero y julio de 2021 supuso un 20% de la correspondiente a 2019, en 2022 ya se situó en el 82% de esa cifra de referencia, y en 2023 alcanzó el 99%.

Sin embargo, este balance positivo no significa que el sector haya vuelto a donde se quedó a principios de 2020. Hay indicios de ajustes de gasto turístico por persona y de cambios en el patrón temporal de consumo que, unidos a las poco favorables perspectivas macroeconómicas en Europa –y, en particular, en Alemania y Reino Unido–, introducen incertidumbre en el sector. Por lo demás, el sector habrá de adaptar su oferta de servicios a previsibles cambios normativos –seguramente con un elevado coste– como consecuencia de las políticas enmarcadas en el Pacto Verde y la transición ecológica que impulsan la Comisión Europea y el gobierno español.

En esta dirección apuntan declaraciones recientes de empresarios del sector, que ven con alguna inquietud el futuro próximo por las perspectivas de desaceleración de la economía europea, la creciente competitividad del mercado turístico internacional y posibles cambios en los comportamientos de los turistas que afectarían a la demanda de servicios que ofrece el sector.

Uno de esos cambios se refiere a los países emisores. Entre enero y julio de 2019 y los mismos meses de 2023, descendió el número de turistas procedentes de Reino Unido, Alemania y los países nórdicos, que son los que, de media, gastan más por persona. Además, la demanda de servicios turísticos de ciudadanos del Reino Unido y Alemania presenta menor estacionalidad (es decir, los turistas de ambos países visitan España fuera de temporada estival en mayor medida que los de otros países y regiones), lo que resulta particularmente favorable para las empresas porque distribuye la demanda de sus servicios a lo largo de todo el año.

Otro cambio que merece atención es el relativo a la duración de las estancias de los turistas internacionales. Las estancias de dos semanas se reducen en favor de estancias más breves, de 4 a 7 días. Si bien se aprecia un ligero aumento de las estancias más largas (superiores a tres semanas), su importancia numérica es reducida. De consolidarse esta tendencia al acortamiento de las estancias, podría contrarrestar el efecto positivo de la recuperación en el número de viajes sobre los ingresos totales del sector, toda vez que las estancias más cortas suponen, en general, gastos más moderados.

En cuanto al turismo nacional, los datos evidencian que tanto el impacto de 2020 como la posterior recuperación han seguido una pauta diferente a la del turismo internacional. Durante el año 2020, los viajes turísticos interiores de los residentes en España disminuyeron, pero mucho menos que los internacionales, ya que los turistas nacionales no se vieron afectados por las restricciones de movilidad entre países. No obstante, hasta el tercer trimestre de 2021, el número de viajes de turismo nacional no igualó las cifras de 2019. Los datos también indican comportamientos que afectan a la estacionalidad. Si bien el número de viajes nacionales durante el verano se ha recuperado, no ocurre lo mismo con los viajes fuera de la época estival, que siguen por debajo de los registrados en 2019 y años anteriores, lo que agudiza la estacionalidad del sector. En cuanto a la duración media de los viajes turísticos interiores de los residentes en España, se detecta un leve aumento de la estancia media (entre el 3% y el 6%, según el mes) desde el tercer trimestre de 2021 respecto a la duración media en igual periodo de 2019.