Banca March | A nivel corporativo, Grifols presentó sus resultados generando nuevas dudas en el mercado. La farmacéutica cerró el 2023 con un beneficio de 59 millones de euros –un 70% menos que el año pasado y el más bajo desde 2011–, aunque logró sostener los números positivos en un año lleno de costes extraordinarios de restructuración e incluso consiguió aumentar el beneficio operativo en un +13% hasta los 799 millones.
No obstante, el mercado reaccionó mal a unas previsiones débiles para 2024, con una menor generación de caja prevista, lo que pone en duda el objetivo de apalancamiento de 4 veces EBITDA. Además, las cuentas no fueron firmadas por el auditor, aunque Grifols ha recibido confirmación escrita de KPMG de que espera emitir su opinión de auditoría antes del 8 de marzo, siempre antes del plazo reglamentario, y que la opinión será limpia y sin salvedades. El retraso se atribuye a razones administrativas y a que uno de los consejeros independientes –James Costos– no pudo firmar las cuentas dado que no estaba en Barcelona.
Finalmente, hubo mensajes positivos, aunque pasaron muy desapercibidos. El primero es que la compañía dejará de hacer operaciones vinculadas con las corporaciones de la familia Grifols. El segundo es que el actual presidente –Thomas Glanzmann– abandonará sus funciones ejecutivas en 2025, una vez que el nuevo consejero, Nacho Abia, lleve unos meses de rodaje. En tercer lugar, Haier ha finalizado de forma positiva la “due diligence” de Shangai Raas, lo que es un paso definitivo en la venta de esta rama de la compañía por 1.650 millones de euros, que permitirá afrontar sin grandes problemas la deuda pendiente que vence en 2025. Hay que recordar que los siguientes vencimientos importantes de deuda llegará dentro de tres y cuatro años, respectivamente.
Todas estas novedades llevan a un entorno más volátil para la cotización de la empresa –ayer caía un 35% y hoy sube un 17,3% en el arranque de sesión–, sin que podamos descartar una ampliación de capital.