MFS Investment Management | Pese a que la pandemia mundial sigue haciendo estragos, los economistas prevén que la economía estadounidense registre un fuerte crecimiento en 2021: muchos pronósticos se sitúan eliminar por encima del 6%. En un contexto de estímulos monetarios y fiscales y un año de demanda latente, ese resultado es posible, pero creemos que peca de optimista. Las expectativas alentadoras del mercado son comprensibles, pero, si bien pensamos que habrá un rebote, creemos que no será tan robusto como esperan algunos. Aunque habrá un fuerte crecimiento, hay una serie de factores, en nuestra opinión, que podrían limitar la actividad económica este año:
1. Los ahorros se están disparando: después de la crisis financiera mundial, la tasa de ahorro privado subió considerablemente al aumentar la aversión al riesgo de los hogares: de en torno a un 2% de la renta disponible de los consumidores antes de la crisis a más de un 8% en primavera de 2009. La pandemia, junto con los pagos masivos de transferencias públicas (y pocas oportunidades de gastar debido a la distancia social), hicieron que la tasa de ahorro privado se disparara por encima del 33% en abril de 2020, para luego estabilizarse en torno al 13%. (Hay que tener en cuenta que este nivel podría volver a aumentar, puesto que hay otra ronda de cheques de ayudas que aún está incidiendo en la economía, y pronto podría haber otra de más envergadura). El gobierno está colmando una brecha en las rentas de las personas, aunque si parte de esos ingresos acaba en forma de ahorros a largo plazo, no generará la actividad económica deseada. En vez de crear un estímulo, las ayudas funcionan más bien como un parche y como una manera de sanear los balances de los hogares a medio plazo. Esto no es malo, pero no impulsa necesariamente la economía a corto plazo.
2. Las importaciones están repuntando: la pandemia ha provocado un incremento de las importaciones hacia Estados Unidos al no conseguir los productores nacionales satisfacer la demanda, puesto que muchos productos relacionados con el teletrabajo se fabrican en el extranjero. Una subida del déficit comercial menoscaba directamente el PIB estadounidense.
3. Los impuestos podrían subir: en compases posteriores de este año, seguramente después de que se haya aprobado otro paquete de ayuda, el gobierno de Biden podría proponer revertir algunas partes de la Ley de Empleos y Reducción de Impuestos de 2017. Las declaraciones del gobierno en materia tributaria han cambiado últimamente, si bien toda subida de impuestos significativa compensaría parcialmente los estímulos fiscales en otras áreas.
4. La inflación debería repuntar: aunque no prevemos que, en próximas fechas, la inflación suba de manera duradera por encima del objetivo de la Fed, aún podría situarse algo por encima de la tasa anterior a la pandemia en 2019. Incluso una pequeña alza del ritmo de inflación catapultaría al alza el deflactor del PIB, lo que podría incidir en el PIB real y reducir a la vez la visibilidad de las inversiones empresariales.
5. Será difícil evitar secuelas: aunque los programas de los gobiernos han ayudado a muchas empresas y hogares a evitar de momento quiebras, ejecuciones hipotecarias y desahucios, en algún momento estas políticas terminarán. Cuando esto suceda, no sería de extrañar que se observara cierto desapalancamiento de los hogares, las empresas y, en última instancia, los bancos, lo que provocaría secuelas en la economía, aunque prevemos que estas serían menos graves que después de la crisis financiera mundial. Por lo tanto, a corto plazo, dadas las restricciones de la capacidad y el menor potencial de crecimiento asociado a estas secuelas, podría resultar mucho más difícil alcanzar un crecimiento del 6% o superior.
6. Las subidas de tipos supondrán un lastre: los tipos de interés han ido repuntando en los últimos meses y, si la tendencia continúa, los instintos animales tanto de los productores como de los consumidores seguramente se enfriarán.