La logística despega en Europa: la entrega aérea vía drones se convierte en realidad

Jeffrey Cleveland, Jefe Economista de Payden & Rygel

Jeffrey Cleveland (Payden & Rygel) | Para quienes residen en las afueras de Dublín, las entregas mediante drones son ya una realidad consolidada, hasta tal punto que, a través de algunas aplicaciones de reparto, es posible seleccionar la opción «entrega con dron» en lugar del servicio tradicional por carretera. La preparación de un pedido, por ejemplo, un café, solo requiere apenas 60 segundos; acto seguido, la aeronave despega inmediatamente hacia su destino, permitiendo realizar entre 25 y 30 entregas por hora. Se trata de un modelo logístico que marca un hito en la evolución de los servicios de distribución y abre perspectivas sin precedentes para el mercado global del transporte de mercancías.

La principal ventaja de este sistema reside en su fiabilidad y rapidez. A diferencia del transporte por carretera, susceptible de sufrir imprevistos y retrasos vinculados al tráfico, los drones garantizan tiempos de entrega significativamente inferiores y una mayor precisión, ya que pueden cubrir distancias cortas en cuestión de minutos. Su eficacia se sustenta en diversos factores: la madurez tecnológica, la facilidad de integración con los hábitos de consumo, la adecuada selección de productos y la ubicación operativa. Aunque tecnologías clave como el GPS, la visión artificial o las baterías ya existían, los avances derivados del desarrollo de los teléfonos inteligentes y los vehículos autónomos han mejorado notablemente su eficiencia. A ello se suma la familiaridad de los consumidores con las aplicaciones de entrega, que ha facilitado su adopción.

El modelo económico —altos costes fijos y bajos costes variables— resulta especialmente idóneo para productos de consumo recurrente, como alimentos y bebidas. Además, las zonas suburbanas ofrecen condiciones óptimas: viviendas bajas y espaciadas que permiten a los drones —capaces de volar a unos 80 km/h a baja altura— operar en rutas directas y con escasos obstáculos.

Desde el punto de vista financiero, el sistema se muestra igualmente sólido. En las empresas ya operativas, cada entrega tiene una tarifa fija cercana a los 4,60 dólares, frente a un coste medio de aproximadamente 4,27 dólares, lo que asegura márgenes positivos. La estructura de costes se distribuye en torno a 1,93 dólares en mano de obra, 1,63 dólares en consumibles y amortizaciones, y únicamente 0,71 dólares en costes fijos generales, debido a las reducidas necesidades logísticas. La eficiencia se ve reforzada por el hecho de que un único operador puede supervisar hasta veinte drones autónomos, lo que reduce drásticamente los costes laborales respecto a las entregas tradicionales. Además, el incremento del volumen de pedidos reduce el coste unitario y mejora la rentabilidad global del servicio.

Entre las críticas más habituales figuran las relacionadas con el ruido y la supuesta incapacidad de los drones para operar en condiciones meteorológicas adversas. Sin embargo, incluso con visibilidad reducida, los sistemas de navegación GPS permiten llevar a cabo entregas de forma segura y precisa. Las pruebas realizadas en entornos con climas especialmente rigurosos —como las zonas periféricas de algunas ciudades nórdicas— demuestran que los drones mantienen una elevada eficiencia incluso con temperaturas extremadamente bajas o nieve, completando cientos de entregas diarias sin interrupciones relevantes.

Superadas las barreras técnicas y las resistencias iniciales, las oportunidades se vuelven evidentes. El mercado total accesible es potencialmente enorme, especialmente si se considera que en Estados Unidos —el mayor mercado de consumo del mundo— aproximadamente el 70 % de los hogares se ubica en áreas suburbanas. La entrega mediante drones podría satisfacer una demanda latente en el sector del reparto de alimentos, que ya supera los 5.000 millones de pedidos anuales en ese país y que, gracias a la reducción de costes y tiempos de entrega, podría alcanzar los 16.000 millones. Paralelamente, cabe prever la ampliación del modelo a cualquier pedido en línea, sustituyendo progresivamente el transporte por carretera en mercancías de alto valor y bajo peso. Asimismo, los drones podrían desempeñar un papel relevante en el traslado de mercancías desde puertos, aeropuertos y estaciones hasta los centros logísticos, así como en los intercambios entre mayoristas y minoristas. Su incorporación permitiría reducir el tráfico rodado, los accidentes y las emisiones, mientras que flotas de drones de largo alcance podrían aliviar el tráfico marítimo y portuario, reforzando la resiliencia de las cadenas de suministro y mitigando crisis como la vivida durante la pandemia de la Covid-19. En el plano regulatorio, la autorización para operar drones sobre zonas habitadas en Dublín requirió más de cuatro años de trámite. No obstante, Europa ha demostrado una actitud proactiva al definir con antelación un marco normativo para tecnologías emergentes. En cambio, en Estados Unidos —paradójicamente, pese a su tradición de libre mercado— persisten cuestiones pendientes relacionadas con la privacidad del espacio aéreo sobre las viviendas.