Dinero a la basura: cada año se desperdician activos por valor de 6.000 M$

Pieter Busscher

Pieter Busscher (Robeco) | Según un nuevo estudio, 6.000 millones de dólares en plásticos terminan cada año en los vertederos del sudeste asiático.

¿Qué ha sucedido?

Estos hallazgos provienen de una serie de estudios realizados por el Banco Mundial en los que se investiga el impacto económico y ambiental de la aplicación de los principios de la economía circular en las industrias. En este estudio se analizaron las cadenas de suministro de plástico de Malasia, Filipinas y Tailandia, y se determinó que el 75% del plástico que podría reciclarse había sido desechado. Esto supone que casi 5 de los 6,5 millones de toneladas de plástico producidas terminan en vertederos, se vierten en los océanos, se queman en incineradoras o simplemente se desechan como basura en el medio ambiente.

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Los investigadores se centraron específicamente en las resinas plásticas más fácilmente reciclables utilizadas en las botellas de bebidas, bolsas de plástico, aerosoles de limpieza y envases de alimentación, conocidas también por sus nombres químicos: PET (tereftalato de polietileno), LDPE (polietileno de baja densidad), HDPE (polietileno de alta densidad) y PP (polipropileno). Este tipo de resinas plásticas están clasificadas como termoplásticos, es decir, que pueden ablandarse y moldearse a alta temperatura y presión, lo que facilita su conversión y reutilización en otros productos o procesos. 

Esto supone que la basura plástica conserva un valor económico significativo, si se recupera. Sin embargo, a pesar de que existen tecnologías de reciclaje, la mayor parte del plástico se desecha… junto con su potencial económico. 

¿Por qué es relevante?

Los mercados emergentes representan solo una pequeña fracción de este problema de ámbito mundial. Según un comité de expertos del Foro Económico Mundial, cada año se producen en el mundo 400 millones de toneladas de plástico, de las cuales solo se recicla el 14-18%2 . Si extrapolamos los cálculos del Banco Mundial para el Sudeste Asiático a los volúmenes de plástico globales, estaríamos hablando de que cada año se desechan activos materiales por un valor cercano a los 370.000 millones de dólares.

Este tipo de pérdidas no son solamente un derroche económico, sino que también perjudican al medio ambiente. El plástico desechado puede terminar en el mar, filtrarse al subsuelo en los vertederos, contaminar parajes naturales y, si se quema, contribuye al calentamiento global. 

El PNUD calcula que anualmente se vierten a los océanos 13 millones de toneladas de desechos plásticos (el equivalente a un camión de basura por minuto) en los que muchas criaturas marinas quedan atrapadas, o que se enredan en los arrecifes de coral y contaminan el lecho marino.  Los científicos tasan el daño a los ecosistemas oceánicos y marinos en 2,5 billones de dólares.

Además, la producción e incineración de plásticos genera más de 850 millones de toneladas al año de gases de efecto invernadero, lo que equivale a las emisiones de más de 180 millones de vehículos de gasolina5,6.

El consumo y la producción de plástico del mundo necesitan desesperadamente un reinicio.

¿Qué significa esto para los inversores?

Según Pieter Busscher, gestor de la estrategia Robeco Smart Materials, el problema de los plásticos es un dilema al que se enfrentan muchas industrias: cómo producir de forma eficiente los materiales necesarios para el crecimiento económico y al mismo tiempo gestionar de forma eficaz los residuos generados en el proceso. “Buscamos empresas que proporcionen soluciones que hagan que el ciclo de producción sea más eficiente y que en él se consuman menos recursos. Una característica esencial de la estrategia es que invierte en empresas que convierten residuos industriales, como el plástico, en materiales valiosos que pueden reutilizarse en todas las industrias.” 

Por otra parte, la estrategia Circular Economy de Robeco ataca la sobreproducción de plásticos y el exceso de residuos con todo un arsenal de enfoques que van desde los envases biodegradables y el reciclaje hasta plataformas digitales donde se comparten, vigilan y rastrean diversos productos antes, durante y después de su uso. “Puede parecer contradictorio”, afirma el gestor de esta estrategia, David Kägi, “pero para combatir eficazmente la contaminación, las empresas tienen que pensar en los residuos ya en la fases de diseño, fabricación y uso de los productos, y no solo al final de su vida útil. Nos centramos en empresas de una amplia variedad de sectores que están adoptando con éxito este tipo de enfoques”.