Pros y contras de la recompra de acciones

Ricardo Jiménez (Harmon) | La recompra de acciones es la operación por la que una compañía compra acciones de sí misma en el mercado, con la idea normalmente de amortizarlas. El importe invertido en la compra se recoge con signo negativo en el balance de la compañía, restando de los fondos propios. En España, el límite máximo de la autocartera es del 10% del capital.

Esta práctica muy habitual en Estados Unidos desde mitad de los años ochenta se ha extendido por todo el mundo. En España, el volumen de amortización de acciones en 2021 alcanzó los 3.300 millones de euros según datos de la bolsa de Madrid. Según la misma fuente, solo en el primer semestre de 2022 este importe se ha doblado hasta los 7.600 millones de euros.

Las compañías hablan de la compra y amortización de autocartera como una forma de retribución al accionista si bien hay algunas diferencias frente al tradicional dividendo.

El dividendo tiene la ventaja para el accionista de recibir un dinero en metálico y poder darle el destino que prefiera. Para la compañía supone una importante salida de caja en un solo día, que disminuye de forma automática el valor de esta. En los días de pago de dividendo, el precio de apertura de la cotización es el del cierre del día anterior restando el importe del dividendo por acción que se paga. Una ventaja del dividendo es que se paga en una fecha fija, previamente anunciada y es más fácil de seguir que los programas de recompra que se extienden durante meses.

En el llamado “dividendo flexible” el accionista recibe acciones de nueva emisión de la compañía o bien puede vender los derechos que le corresponden en el mercado o a la propia empresa.

Lo recibido por dividendos, al considerarse un rendimiento del capital mobiliario, tributa en la base imponible del ahorro. En la recompra y amortización de acciones, el accionista no recibe nada y lógicamente no tributa, por lo que no puede hablarse de retribución, (“recompensa o pago de algo” según la RAE).

 La compra y amortización de acciones es más ventajosa para la compañía que para el accionista. Por un lado, la salida de caja por la compra de acciones se produce de forma gradual a lo largo de varios meses, con menor tensión para la tesorería de la compañía. Por otro, la recompra continuada de acciones permite poder “defender” o apoyar el precio de la acción en el mercado en momentos de debilidad. La recompra de acciones suele mandar un mensaje positivo al mercado, al indicar que la compañía considera que sus acciones están baratas.

Otro beneficio para la compañía es el que sus acciones pueden resultar más atractivas. Al amortizar acciones y reducir su número, el beneficio por acción aumenta y por tanto todos los múltiplos por acción se reducen, por lo que la acción resulta más barata “cosméticamente” en términos de múltiplos. Sin embargo, el incremento del beneficio por acción no se debe a que crezca el beneficio, que sigue siendo el mismo, simplemente se divide por un menor número de acciones.

 Aunque la acción pueda parecer barata, la cotización no va a responder al alza si los fundamentales y las perspectivas del negocio no son buenos. Las compañías de telefonía europeas y los bancos pueden atestiguar como las compras de autocartera no han evitado la continua caída de las cotizaciones en los últimos diez años. Su posible impacto positivo en el precio de las acciones es un beneficio futurible que con frecuencia puede no darse.

Los llamados “accionistas de control” de las compañías, en el caso de que existan, son los mayores beneficiados de estos programas de recompra y amortización. En la medida que el número de acciones que ellos poseen se mantiene igual, la reducción del número total de acciones de la compañía permite que aumente su participación porcentual en la misma sin necesidad de invertir más dinero propio. Este incremento de participación puede ser importante en futuras operaciones de fusión con otras compañías. En compañías con importantes accionistas de control, el límite de compra de acciones de autocartera debería fijarse sobre el llamado capital flotante y no sobre el capital total, del mismo modo que se limita el peso de dichas compañías en la composición del IBEX. No hay que olvidar que los programas continuados de recompra y amortización reducen la liquidez y el “free float” de las compañías

Una crítica habitual es que estos programas de recompra pueden ser más beneficiosos para los directivos que para la compañía. La crítica viene al caso por la posibilidad de que la retribución de los directivos tenga un importante paquete de retribución en acciones cuyo valor se beneficia en el caso de que la propia compañía este comprando. Sería deseable para evitar este tipo de posibles distorsiones y conflictos de interés que se prohibiera la compra de acciones propias en los meses anteriores al vencimiento de programas de retribución ligados al precio de la acción. Otra posibilidad será el prohibir la venta de paquetes de acciones de directivos en los meses siguientes a la finalización de programas de recompra.

Esta diferencia entre el interés a corto plazo de los ejecutivos y el de la compañía a largo plazo se refleja en el hecho de que el dinero invertido en acciones no se está dedicando a inversión en desarrollar la estrategia y el propio negocio de la compañía a futuro. En Estados Unidos acaba de aprobarse un impuesto del 1% sobre el importe de las compras de autocartera con el objetivo de incentivar la inversión “industrial” de las compañías.

En términos de retribución conviene ser un inversor “tradicional”. Hay que cobrar en efectivo cuanto antes y cuanto más, mejor.