Karsten Junius (J. Safra Sarasin Sustainable AM) | El Consejo de Gobierno del BCE ha decidido por unanimidad mantener sin cambios sus tipos de interés oficiales. La presidenta Lagarde confirmó que las políticas siguen dependiendo de los datos, que no es imposible que se produzcan futuras subidas de tipos y que habría sido prematuro indicar cuándo o en qué circunstancias podrían llevar a recortarlos. También confirmó que en esta reunión no se habían debatido ni el fin anticipado de la reinversión de los bonos PEPP que vencen ni la remuneración de las reservas obligatorias. Esto indica que estos temas podrían tratarse únicamente en el contexto de la revisión del marco operativo la próxima primavera.
En general, Lagarde insistió más en los riesgos a la baja del escenario económico del BCE al reconocer que el crecimiento se ha debilitado. De sus comentarios y de los últimos datos económicos deducimos que lo más probable es que el BCE revise a la baja sus previsiones de crecimiento en su próxima reunión de diciembre.
El BCE ve cada vez más claro que su política monetaria restrictiva se transmite a la economía a través del canal del préstamo bancario. La presidenta Lagarde subrayó que el crédito bancario se ha ralentizado y que la caída de la demanda de crédito y el endurecimiento de las condiciones crediticias -como indica la encuesta sobre préstamos bancarios de esta semana- lo ralentizarán aún más. Explicó que la economía sigue estando débil y que esta debilidad puede observarse en varios flancos. Ahora, también el sector servicios se está debilitando a medida que los efectos de recuperación tras la pandemia se desvanecen, los efectos indirectos en el sector manufacturero se dejan sentir y los altos tipos de interés reducen aún más la demanda. Como consecuencia, también hay indicios de que el mercado laboral se está enfriando”.
Reconoció que la debilidad económica podría durar hasta el primer trimestre de 2024, para el que las últimas proyecciones del BCE de septiembre aún indicaban una tasa de crecimiento del 0,3% intertrimestral, una cifra cercana al potencial de crecimiento. Lagarde volvió a insistir en que el aumento de los ingresos reales debería reforzar el crecimiento económico en el futuro, pero esta vez sólo se refirió a una recuperación en los próximos años, indicando que el cambio de tendencia podría tardar más de lo previsto hasta ahora. Llegamos a la conclusión de que es muy probable que el BCE tenga que revisar a la baja sus previsiones de crecimiento en al menos 0,25 puntos porcentuales para 2023 y 2024 cuando actualice sus proyecciones macroeconómicas en diciembre. Al mismo tiempo, las tasas de inflación están cayendo como se esperaba, lo que hace innecesarias nuevas subidas de tipos.
Asimismo, Lagarde también mencionó que la política fiscal debería reducir la elevada deuda pública y apoyar la política monetaria. Ambas abogarían por reducir los déficits fiscales. Además, expresó su opinión de que el marco de gobernanza fiscal de la UE debería estar concluido para finales de año. Algunas preguntas se centraron en la evolución de la deuda griega e italiana. Lagarde elogió los progresos realizados en Grecia, cuyos resultados estelares han impulsado la actividad económica ya un 10% por encima de su nivel anterior a la crisis. Confirmó que los bonos griegos son elegibles para el PEPP y que Grecia ya no necesita una exención para su inclusión en cualquier programa de compra de activos. En cambio, no comentó los detalles del caso italiano, donde los diferenciales de los bonos frente a los bunds alemanes han aumentado últimamente por encima de los 200 pb. No obstante, confirmó que vigilarían de cerca la transmisión de la política monetaria a todos los países de la eurozona y que se dispondría de los instrumentos adecuados. Esta imprecisión no es claramente un compromiso de utilizarlos en favor de Italia y muestra, en nuestra opinión, que el BCE podría compartir nuestras preocupaciones sobre las últimas propuestas presupuestarias de Italia y su capacidad para hacer frente a un entorno de tipos de interés elevados.
Por último, la Lagarde explicó que las pérdidas de los bancos centrales deberán tratarse en su contexto nacional. Algunos bancos centrales nacionales son instituciones públicas, otros privadas. Por tanto, el precedente del banco central sueco, que anunció la necesidad de una recapitalización de más de 7.000 millones de dólares, no es aplicable a todos los países de la eurozona.