El efecto base jugará ligeramente en contra en los próximos tres meses y el IPC podría volver a acelerarse

Santiago Martínez Morando

Santiago Martínez Morando  (Ibercaja) | Según los datos preliminares calculados por el INE, el IPC se desaceleró seis décimas en España en el mes de febrero, hasta el 2,8% interanual, después de haberse acelerado tres en enero. Se trata del menor aumento interanual desde agosto, si bien, sigue por encima del objetivo del banco central y del mínimo del año pasado, que fue el 1,9% de junio. La tasa subyacente se desaceleró dos décimas, hasta el 3,4%, que es el menor incremento desde hace casi dos años, en concreto desde marzo de 2022. El efecto base sigue ejerciendo un papel importante y, sin él, se hubiera producido una aceleración tanto del IPC como de la tasa subyacente en febrero, ya que ambas referencias presentaron un crecimiento mensual superior a los promedios históricos. El efecto base jugará ligeramente en contra en los próximos tres meses, de forma que, si no remite la inflación en los sectores donde se está mostrando más resistente (los alimentos y parte del sector servicios incluyendo la restauración), el IPC podría volver a acelerarse.

El INE avanza que la desaceleración del IPC se debe sobre todo a la bajada de los precios de la electricidad, lo que concuerda con los datos diarios del mercado eléctrico, pues promediarán en torno a 40 € por MWh en febrero, el nivel más bajo desde febrero de 2021,gracias a la fuerte contribución en las últimas semanas de la energía eólica. Esto supone que el promedio mensual, que había pasado a crecer un 4,5% interanual en enero, volvería a caer con fuerza en febrero, en torno al -70% interanual, una tasa que será difícil que se repita en los próximos meses, en parte porque jugará en contra la subida del IVA de la electricidad, al volver al 21% desde el 10% en el caso de que se mantenga el precio medio mensual de la electricidad por debajo de los 45€ por MWh. El INE también señala que, en febrero, se habría frenado la tasa interanual de los alimentos, mientras que los carburantes habrían presentado una influencia alcista sobre el IPC.