Cristina Gavín (Ibercaja Gestión) | Esta semana se reúnen por primera vez en el año los dos principales bancos centrales. La Reserva Federal lo hará el miércoles 29 de enero y el Banco Central Europeo al día siguiente.
Primera reunión de la Reserva Federal en la nueva era Trump.
Las actas que conocimos a principio de mes relativas a la reunión del pasado mes de diciembre anticipaban en gran medida lo que podemos esperar de cara a esta primera reunión del año. La mayor parte de los miembros del consejo coincidían en defender que tras la última bajada de 25 pb realizada, era conveniente suavizar la senda de bajadas que se venía realizando hasta ahora. En este escenario el mercado da por hecho que no veremos ningún movimiento este próximo miércoles.
Además, los datos de precios en EEUU que conocíamos hace unos días, aunque sorprendían positivamente, al situarse la inflación subyacente en el +0,2% (frente al +0,3% esperado), lo cierto es que dejan un sabor agridulce. Analizando los diferentes componentes, las presiones en servicios se mantienen. Si a esto unimos unos indicadores de actividad robustos, la Reserva Federal tiene argumentos para justificar esa “pausa” en su proceso de relajación de tipos.
De cara a lo que podemos esperar para 2025, coincidimos con el consenso de mercado, que espera dos bajadas de tipos a lo largo del año y que situaría el tipo de intervención para finales de año en el 4%. En cualquier caso, la actuación de la Fed va a venir muy marcada por los efectos que tanto a nivel de crecimiento como de empleo y sobre todo inflación tengan las medidas de la nueva administración Trump
En la primera reunión del año para el BCE, el mercado da por descontado que, frente a la pausa de la FED, la autoridad europea continuará con su proceso de bajadas en el tipo de intervención situando la facilidad de depósito en el 2,75%. Cualquier actuación diferente, sería toda una sorpresa.
El interés en la reunión radica, una vez más, no tanto en el movimiento sino en el mensaje que transmita Lagarde en la rueda de prensa posterior. El hecho de que en esta reunión no haya revisión del staff económico acerca de las proyecciones para el año nos hace esperar que la discusión en el seno del consejo estará centrada en los últimos datos que hemos ido conociendo a lo largo del mes. Precisamente por ello, no creemos que vaya a haber cambios sustanciales en el mensaje con respecto a lo que los diferentes miembros del Consejo de Gobierno han ido transmitiendo a lo largo de las últimas semanas.
Los recientes datos de crecimiento que hablan de una desaceleración de la eurozona para los próximos trimestres creemos que van a pesar en las decisiones de política monetaria y nos llevan a descontar que veríamos al menos tres bajadas adicionales antes de verano, que situaría la facilidad de depósito en el 2%.
Tan solo los temores sobre los efectos que las medidas anunciadas por la nueva Administración Trump puedan tener sobre la economía europea, y sobre todo en materia de precios, puede hacer variar la senda de bajadas teniendo en cuenta que el BCE ha reiterado que sus actuaciones van a ser “dependientes de los datos” y que las decisiones se irán tomando reunión a reunión.



