Los fondos de renta fija se descongelan, pero muy despacio

Manuel Moreno Capa

Manuel Moreno (Director de GESTORES) | La última vez que escribí de fondos de renta fija, a mediados de enero, comentaba que “el mercado de renta fija vive desde hace tiempo una nueva era glacial. Buscar rentabilidad en los fondos de esta categoría es casi tan difícil como circular por un país congelado por Filomena”. Con la primavera del crecimiento económico, los fondos de renta fija comienzan a descongelarse, pero sigo viendo más recomendable apostar por fondos mixtos, que incluyan bonos en su justa medida (y con gestiones muy activas), pero den preferencia a la renta variable.

Cierto que los índices bursátiles han mostrado titubeos y que vuelve a sobrevolar el mercado la pregunta de “sell in may and go away”, es decir, vender las acciones ahora y desentenderse de las bolsas hasta que pase la tradicional sequía veraniega. Sin embargo, no parece que la renta variable vaya a “desescalar” demasiado, sino sólo a tomarse un respiro en su tendencia alcista a medio plazo. Y la renta fija, aunque sueñe ya con los efectos de una incipiente inflación, de un acelerado crecimiento económico y de un freno a los estímulos fiscales, está aún en una situación muy compleja y que exige una gestión incluso más activa que la renta variable. No olvidemos que las dos grandes invasiones de Rusia –la de Napoleón y la de Hitler– no se frenaron por un invierno que congelaba el terreno, sino por una primavera que lo llenó de barro y dificultó enormemente los movimientos de tropas. Sobre el hielo se puede circular en trineo, con esquíes y con patines, pero sobre el barro no hay quien se mueva.

Y si gestionar la renta fija siempre ha resultado arduo, hacerlo en este escenario supuestamente primaveral, de embarrada transición entre el invierno y el verano económico, puede complicarse aún más. Cada vez que leo análisis firmados por algunos de los mejores gestores de renta fija, llega un momento en que me pierdo intentando seguir todas las variables que manejan porque ya son insuficientes algunas de las más clásicas, como jugar con la duración, con la curva de tipos, con el riesgo… Lo dicho: los patines, los esquíes y los trineos ya no son suficientes.

También sirve de muy poco centrarse en la renta fija estatal de mayor calidad y menor riesgo, esa que antes parecía imprescindible en todas las carteras. El todopoderoso bono alemán a diez años (cuando antes hablabas del “Bund” todo el mercado se ponía firme) ofrece ahora un raquítico rendimiento negativo del 0,26% anual que, unido a una inflación prevista de apenas un uno por ciento al año, es para llorar, por más que te este guardando el dinero (y cobrándote por ello) uno de los Estados más solventes y seguros del planeta. Pero no es el único caso: aproximadamente ocho de cada diez bonos europeos ofrecen ahora tipos negativos, es decir, cobran por que el inversor les preste su dinero a los Estados emisores… y esto seguirá así mientras persistan los estímulos del BCE y de la Comisión Europea y mientras crecimiento e inflación no despeguen. El escenario no es mucho mejor en los bonos estadounidenses, donde el estímulo fiscal frente a la pandemia alcanza ya niveles próximos al 25% del PIB y donde la Reserva Federal no va a subir tipos hasta 2023, por más que quizás empiece en el presente ejercicio a modular su compra de bonos (el famoso “tapering”), ante un crecimiento posible de la economía USA cercano al 6%, nunca visto desde mediados de los ochenta.

Con este panorama, los gestores más activos de renta fija insisten en una gestión súper activa y en una creciente diversificación, con apuestas por los bonos verdes y/o ASG (que aún suponen apenas un 5% del mercado de renta fija con alta calificación, o “investment grade”), por renta fija privada “high yield” o de categoría inferior (BBB), como la emitida por el sector bancario (los riesgos de quiebras de entidades son ahora más remotos que hace apenas un par de años), por renta fija emergente (aunque huyendo de muchas economías que antes parecían emerger pero a las que la covid va a dejar sumergidas mucho tiempo)… así como por las inevitables estrategias de siempre consistentes en jugar con la duración, la curva de tipos, etc.

Por tanto, la estrategia prudente para un inversor en fondos es no abandonar la renta fija, que debe estar presente siempre en carteras bien diversificadas y con visión de medio y largo plazo, pero apostando sólo por los gestores más activos que demuestren ahora prestaciones consistentes (las históricas son cosa del pasado y probablemente no sirvan de referencia tras la reciente era glacial de los bonos). Pero sería mejor aún decantarse directamente por fondos mixtos que logren el adecuado cóctel de renta fija y variable, de nuevo con una agresiva gestión activa que busque lo mejor de ambos mundos.