¿La inflación está preparando su comeback a EEUU?

Crecimiento EEUU

Olivier de Berranger (LFDE) | Mientras la recuperación económica se materializa, mes tras mes, al otro lado del Atlántico, la aparición de tensiones sobre los precios surge silenciosamente. ¿Durante cuánto tiempo más?

Un primer ejemplo ilustra bien los mecanismos en acción: el mercado del automóvil. La reapertura de la economía estadounidense va acompañada de un repunte del consumo que está empujando los precios del mercado automovilístico, especialmente en el de segunda mano. En efecto, la escasez de semiconductores está ralentizando el ritmo de los fabricantes, que no pueden satisfacer la demanda de nuevos vehículos. Esto anima a particulares y arrendadores a recurrir al mercado de ocasión. Demanda creciente, tensión en la oferta, dificultades logísticas: este tríptico inflacionista se replica en otros mercados.

El mercado del transporte de mercancías también está bajo presión. Impulsados por un salto en el crecimiento, pero sufriendo por la subida en los precios del petróleo y una flota de tamaño insuficiente después de años de falta de inversión, los costes de flete se están disparando. Por ejemplo, mientras que el precio de un contenedor entre Shanghái y Los Ángeles rondaba los 1.500 dólares antes de la crisis, ahora cuesta más de 5.000.

El aumento de los precios también afecta a casi todas las materias primas. Los tiempos en que el petróleo se negociaba a un precio negativo parecen estar lejos, y sin embargo eso ocurría hace poco más de un año. El barril cotiza hoy en día en torno a 65 dólares en Nueva York, lo que supone una subida de más del 30% desde principios de año. Las materias primas agrícolas o los metales industriales no se quedan atrás, y casi todos han aumentado en decenas de puntos porcentuales desde el principio del año.

Las tensiones sobre los precios también se notan en algunos bienes intermedios: los productos transformados, pero aún no terminados. También ahí, la abrupta ruptura de las cadenas de producción el año pasado ha provocado desajustes masivos, y las presiones son constantes en una economía globalizada. Todos los productos equipados con semiconductores se ven afectados por retrasos en la producción, e incluso por subidas de precios.

Por último, en el sector inmobiliario -el pilar principal para calcular la inflación del «PCE» [índice de precios de gasto del consumidor] y la medida más analizada por la Fed-, las señales de advertencia se están acumulando. Está claro que las inyecciones de liquidez de la Fed sostienen la demanda. Pero también es el deseo de «más y mayor», impulsado por la crisis sanitaria, lo que está tensando la demanda. Sin olvidar una tendencia estructural que también supone un apoyo. Como en todos los países desarrollados, se está produciendo un fenómeno de «nidificación»: las familias se están fragmentando debido al aumento cada vez mayor de parejas separadas, aumentando así la demanda del número de viviendas. Frente a esto, la oferta es estructuralmente menos reactiva, dado el tiempo necesario para construir nuevas viviendas en grandes cantidades.

Para los inversores que se exponen a clases de activos sensibles a un aumento en la tendencia de los precios, el“regreso” de la inflación podría ser un gran éxito. Acciones de empresas que se benefician de un fuerte pricing power o vinculadas al precio de las materias primas, bonos vinculados a la inflación, bienes raíces… las clases de activos no faltan para vacunarse contra la inflación.