MFS Investment Management | A medida que nos adentramos en los últimos meses del ciclo electoral de 2024, se van formando alianzas, las posiciones políticas van cristalizando y los indecisos van aproximándose más a su candidato preferido. En esta previsión, daremos contexto histórico a las elecciones y destacaremos algunas de las principales similitudes y diferencias políticas entre los candidatos. La política fiscal se perfilará como un aspecto importante y dependerá en gran medida de si el poder legislativo y el ejecutivo quedan en manos de un mismo partido o si se reparten entre los dos. Los aranceles y la regulación son otras dos áreas de interés. Tanto republicanos como demócratas se han vuelto más proteccionistas durante la última década, mientras que el marco regulador está sin concretar tras una importante sentencia que el Tribunal Supremo dictó a principios del verano.
Aunque nos parece importante que los inversores sepan cuáles son las propuestas políticas de los candidatos de los principales partidos, la historia nos ha enseñado que los resultados electorales no han tenido impactos significativos duraderos en la rentabilidad del mercado. Los mercados han conseguido capear guerras, recesiones e incluso pandemias, y han llegado a prosperar a largo plazo. Sorprendentemente, las disparidades históricas en cuanto a la rentabilidad de los mercados bursátiles son modestas sea cual sea el partido que controla la Casa Blanca y el Congreso. Los mejores resultados suelen darse en periodos de gobierno dividido, si bien los mercados pueden reaccionar de formas inesperadas, como sucedió en 2016. Puede que resulte tentador dejarse llevar por las narrativas políticas, aunque los inversores no deberían perder nunca de vista sus objetivos y metas de inversión, y deberían dejar la política de lado en sus carteras.
Un gobierno dividido favorece a la bolsa
Nuestro análisis pone de manifiesto que, a lo largo de la historia, la rentabilidad de la renta variable estadounidense ha sido sólida en años de elecciones presidenciales, con una media del 7,5% desde 1928. En nuestra opinión, el segundo mejor año en cuanto a resultados suele ser el último del ciclo presidencial de cuatro años, en el que la mayor parte de la rentabilidad se genera en el segundo semestre. Sin embargo, lo que resulta más sorprendente es que la volatilidad bursátil, medida por la desviación típica anual, es prácticamente idéntica los años electorales y los años no electorales desde 1928.
Los mercados odian la incertidumbre, y esto concuerda con el hecho de que rinden mejor en el cuarto año del primer mandato de un presidente que vuelve a ganar las elecciones que en el de un presidente que no resulta no reelegido. Sin embargo, estas elecciones son inusuales, dada la atípica situación de presidente saliente de Biden, que no se presenta a la reelección, por lo que quizá podríamos olvidarnos de ese guion.
El análisis histórico muestra que los mercados de renta variable no tienen una clara preferencia por qué partido controla el Congreso. La realidad es que los mejores resultados se han logrado con un Congreso dividido con independencia de quien estuviera en la Casa Blanca, porque disponer de mecanismos de control entre los poderes del Gobierno ayuda a evitar que se aprueben políticas extremadamente ambiciosas que podrían crear incertidumbre y volatilidad en los mercados.
Aunque las elecciones presidenciales revisten cierta importancia para la economía y los mercados, creemos que importan menos de lo que opinan la mayoría de los inversores. Los presidentes pueden incidir en la inflación, pero no controlan ni las cadenas de suministros, ni la velocidad del dinero ni los efectos de base. Pueden proponer tipos impositivos, pero no pueden anticipar cómo reaccionarán las empresas y el público. Asimismo,
si bien pueden gobernar durante un mercado alcista (y esperar atribuirse el mérito), hay muchos factores que determinan el rumbo de la bolsa que escapan al control de los políticos. Estas elecciones son importantes, pero, en nuestra opinión, el análisis fundamental riguroso de las empresas y los mercados tendrá más incidencia en los resultados de los inversores que el análisis político.